Di Paola: “El Papa no es un operador político en Argentina”

El País
Alejandro Rebossio y Carlos E. Cué

Pepe Di Paola (Burzaco, provincia de Buenos Aires, 1962) es uno de los curas ‘villeros’ (de los barrios de chabolas) que más estrecha relación cultivó con el papa Francisco. En 2009 fue amenazado por los narcotraficantes a los que denunciaba y tuvo que irse a Santiago del Estero, en el norte de Argentina, pero en 2012 volvió a vivir en una de las ‘villas’ más peligrosas de la periferia de la capital, La Cárcova, en el municipio bonaerense de San Martín. Desde allí analiza la realidad argentina...

Di Paola: “El Papa no es un operador político en Argentina”

Alejandro Rebossio y Carlos E. Cué

Pepe Di Paola (Burzaco, provincia de Buenos Aires, 1962) es uno de los curas ‘villeros’ (de los barrios de chabolas) que más estrecha relación cultivó con el papa Francisco. En 2009 fue amenazado por los narcotraficantes a los que denunciaba y tuvo que irse a Santiago del Estero, en el norte de Argentina, pero en 2012 volvió a vivir en una de las ‘villas’ más peligrosas de la periferia de la capital, La Cárcova, en el municipio bonaerense de San Martín. Desde allí analiza la realidad argentina.

¿Cómo ve la situación de las ‘villas’?
Es un fenómeno que crece en todo el país. El crecimiento comienza cuando no hay una organización de la vivienda por parte del Estado. Mucha gente abandona el campo, al no tener modo de subsistir, y viene a las grandes ciudades. También vienen del resto de Latinoamérica. Por más que te digan que Chile estuvo muy bien, vas a las ‘villas’ de la Patagonia argentina y la mayoría son chilenos. Tenés hermanos paraguayos, bolivianos y peruanos que vienen a vivir a Argentina. Las ‘villas’ crecen también porque no hay posibilidades reales para todos en esos países. Además, el crecimiento vegetativo de las ‘villas’ es mucho mayor que el de clase media: en la ‘villa’ tenés padre, madre y siete hijos.

Unas fotos suyas con candidatos opuestos al derrotado aspirante kirchnerista a gobernador de la provincia de Buenos Aires, Aníbal Fernández, levantaron sospechas sobre una intervención del Papa…
Por acá han pasado (los kirchneristas) Jorge Taiana, Daniel Scioli, (los opositores) María Eugenia Vidal, Felipe Solá… Con Aníbal Fernández hemos ido a tomar unos mates con él a la Casa Rosada (sede presidencial de Argentina) dos veces. Eso significa una Iglesia que quiere transmitir cuáles son los problemas de la ‘villa’ ya que nosotros vivimos dentro de ellas. Muchos conocen la historia de los curas de las ‘villas’, desde 1968. Yo estoy desde 1996. La lectura que han hecho de las fotos fue muy mala. El Papa tiene un montón de problemas y están pensando que es un operador político en Argentina. No es así. Si hay un cura que a lo mejor hizo una oración (contra Fernández), es un problema de ese cura, que no tiene nada que ver con los curas de las villas ni con el Vaticano. Acá tenemos problemas mucho más serios: la violencia, las drogas, la muerte.

¿Qué cosas le cuenta a los políticos?
Temas que tienen que ver con la urbanización, con el problema de la juventud, con las drogas, el delito, cómo trabajar en prevención, recuperación. En todos encontré una apertura muy grande. Si la Iglesia no los atiende, la critican porque está ajena a la realidad y si atiende, la critican porque atiende.

¿Cómo ve a la sociedad argentina en su conjunto?
Antes de la crisis de 2001, las villas parecían invisibles para el resto de la sociedad. Se consideraba al villero como un no ciudadano porque, al vivir en un terreno que no le era propio, todo lo que le daba el Estado parecía una dádiva. Se escuchaba decir: “¿Por qué le vamos a poner el agua?”. Después se ha tomado más conciencia, no solamente desde funcionarios sino desde la misma gente. Hay muchos grupos que van a ayudar a las villas, cosa que antes no ocurría. Nosotros hicimos un documento que le gustó mucho a Bergoglio, se llamó ‘De integración urbana’ y hablaba de que las villas tenían muchos valores que el resto de los barrios habían perdido. En este aspecto se ha logrado mayor integración. Seguramente falta mucho.

¿Las villas también cambiaron desde la crisis?
En la Villa 21, donde yo vivía, no trabajaba casi nadie en esos años. Un paraguayo me decía medio en guaraní, medio en castellano: “Estoy cansado de trabajar de ama de casa”. Después de la crisis, empieza a haber un auge en la construcción, más trabajo, una economía popular a través de los planes (ayudas sociales), que muchas veces se dice que están mal, pero la gente que dice eso es porque no sufrió hambre. En mi parroquia teníamos que pagar los remedios de la gente, pero después vino el plan Remediar, que ayudó muchísimo.

Hay un mito de que los planes sociales fomentan la vagancia. ¿Es así?
Los planes siempre tienen que ser un medio, no el fin del camino. Cuando se van perpetuando planes, uno se pregunta qué pasa, hay algo que no está bien. Son muy importantes los proyectos de inversión, dar trabajo. Mientras tanto los planes son la forma de compartir algo con el que menos tiene. Con ellos, todos estos barrios pudieron vivir, comprar, hacer un emprendimiento. Si no hubiese sido por eso, hubiéramos tenido problemas muy graves.

Lo que ha empeorado es el del narcotráfico…
Es un fenómeno que vi crecer. Cuando tuve que salir a Santiago del Estero, mis temas eran otros: la parroquia, acompañar a los campesinos. Pero me empiezan a llamar de los distintos pueblos porque no sabían qué hacer con la droga, que se les había metido. Pero hay una mayor intervención del Estado en muchas cosas. Por ejemplo, los ministerios de Educación de la Nación y la ciudad de Buenos Aires instalaron escuelas en los lugares más necesitados. Seguramente harán falta más, pero en 2001 no había una escuela en la villa. Tiene que haber en las villas el mejor club, la mejor escuela, la mejor parroquia, la mejor radio comunitaria, esa es la mejor forma de urbanizar. Ahí es cuando realmente producís un cambio. ¿Cuántos barrios hay que fueron villas y hoy están apilados en edificios, viviendo peor que antes?

¿Qué Argentina hereda el próximo presidente?
El próximo presidente debe mantener los logros adquiridos en este tiempo, sobre todo para las clases populares. En este distrito las calles eran de tierra hasta hace dos años. Yo no podía salir de la villa cuando llovía mucho, por el barro. Tampoco el que tenía el carro para salir a trabajar en las cooperativas de recicladores o el chico para ir a la escuela. Hoy tenemos pavimento, agua potable. Todos estos derechos hay que potenciarlos, darles a los pobres lugares de trabajo, escuelas con mayor calidad, que alguno de otro barrio quiera venir a estudiar a la escuela de la villa. Muchas veces los argentinos tiramos todo abajo y empezamos de nuevo, pero acá hay que seguir un camino y sumar otras cosas que no están.

¿Ve a los argentinos enfrentados entre sí?
Depende del sector donde estamos. En la villa no los veo enfrentados. Puede haber una discusión, como en cualquier lado, pero no hay un enfrentamiento. En la clase media y en la clase intelectual hay sectores tanto conservadores como progresistas que no reflejan al pueblo argentino sino a una pequeña parte. En el pueblo que vive en los barrios obreros más bien veo un clima de paz.