Para chicas y chicos

El Mundo
Antonio Gala

HAY que hablar de ellos porque son la esperanza. De muy distintos modos, no tenemos otra. Aquí y en todos, todos los países. Por tal razón me duele, más de lo que diga, la existencia de los que llaman –¿graciosamente?–Ninis (ni estudian ni trabajan). Yo recuerdo –sin nostalgia, sonriendo– mi juventud. Hablamos de 15 a 29 años. Yo empecé bien: con 15, premio extraordinario de la reválida del bachillerato en Sevilla. Estudié Derecho, Ciencias Políticas y Económicas, Filosofía y Letras. Todas a la vez, las carreras. No ejercí ninguna. En particular, digo; la formación pienso que permanece. Lo mío era escribir literatura. ¿Estaba preparado? No lo sé: debería... Hoy veo el alud de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Y, como un tonto de ochenta y tantos años, me he echado a llorar. Porque pintar, escribir poesía o música o novela es trabajar en el mejor sentido: en el que se ama y se es correspondido... No soy un modelo: me daría asco serlo porque cada uno es diferente; y cuanto más lo sea, si es fiel a sí mismo, será mejor. No tengo hijos en quien mirarme. Mañana cumplo años: tengo un pie y medio en la tumba. No volvería a repetir mi vida: la viviría de otro modo quizá. Hoy sólo pido que cada muchacho sea fiel a sí mismo. Que se pregunte en serio y se conteste. Yo le deseo que se beba su propia vida. Y que le guste.