Inexplicablemente bien

El País
Ángel Gabilondo

Esta dimensión social de la dicha puede ser tan contundente que, incluso no sintiéndose uno mal, puede encontrarse incapaz de estar bien, dada la situación de muchos. Pero la responsabilidad de actuar para afrontar la coyuntura aporta asimismo, a su vez, inauditas e inesperadas razones para que, a pesar de no estar satisfecho, precisamente por esta capacidad para combatir el estado de cosas, rebrote otra alegría. No el ruidoso refocilar ni el jolgorio de una euforia vacía, sino la constatación de saber que, aunque hay tanto que va mal, uno está relativamente bien. E, incluso para sorpresa propia, quizás inexplicablemente bien. Lo que no significa ni garantiza la ausencia de problemas.