Los que miran a la muerte a la cara

El País
Rafael Argullol

Estos días en que Kobane está de actualidad, sencillamente porque la están destruyendo, he recordado cómo en una ocasión, hace algunos años, la ciudad de Kobane entró en cierto modo en mi vida. Fue durante un viaje a las ruinas bizantinas abandonadas del norte de Siria. Fuimos acompañados por un taxista de Alepo. Él nos guió entre los restos de aquellas urbes, cuyo abandono, por parte de sus habitantes, sigue siendo un misterio. El momento culminante de la visita nos condujo a las espléndidas piedras blancas que contemplaron, siglos atrás, la ascética terquedad de Simón el Estilita. No era difícil imaginarse al viejo Simón encaramado a su columna despreciando los bienes mundanos bajo el cielo azul turquesa del atardecer.