Navidad

ABC
Gabriel Albiac

Debe sobreponerse a este deslizamiento tedioso, al cual da abusivo nombre de melancolía. Porque detrás de su indolencia nada hay de poético. Sólo hay constancia del cíclico retorno al contable punto de partida. Y no, no es melancolía lo que esa contabilidad anuncia ahora. Es miedo. No se puede decir que 2013 haya sido un año bueno precisamente. A la vista de lo que viene, sin embargo, en 2014 no tendremos más remedio que añorarlo. El horizonte de un país troceado inquieta a un hombre escéptico, como él lo es, no por añoranzas de grandeza, a las cuales se sabe inmune. Le incomoda, porque sabe lo que vendrá con el juguete grandilocuente de las independencias: la ruina; para todos. Y eso no le hace gracia. Él ?¿a cuento de qué ocultarlo?? fue siempre un epicúreo. ¿Por qué, entonces, esta melancolía?