Nosotros, sacerdotes, debemos oler a oveja, como los pastores

Religión en Libertad
Aldo Trento

Tristeza y dolor han sido mis primeras reacciones ante la noticia de que tres ancianos, desesperados por el drama económico que estaban pasando, se han quitado la vida.

“El suicidio como remedio a la crisis económica”, era el título de un periódico véneto. Terrible afirmación: en lugar de preguntarse porqué suceden estas tragedias, se planta ante el rostro de las personas la circunstancia más inhumana, más violenta que existe para huir de un problema serio o para resolverlo de manera radical, poniendo fin a la propia vida.

Vivimos en un mundo en el que incluso la razón ha desaparecido del mapa humano. Cómo no preguntarse por qué… ¿Cuál es la responsabilidad de cada uno de nosotros ante estos hechos?