Arendt

ABC
Gabriel Albiac

No hay monstruos. Sólo hay hombres que matan, predadores hablantes, dice Freud. Burócratas eficientes del homicidio, anota Hannah Arendt
A la espera de la película que le dedica Margarethe von Trotta ?pasado mañana, creo, es el estreno?, tomo de su anaquel los libros de Hannah Arendt. Siempre los he tenido a mano en mi biblioteca. Desde aquel Eichmann en Jerusalén que me marcó siendo muy joven, Arendt ha estado entre mis interlocutores más constantes. Puede que sea porque, igual que le sucediera a ella, me emociona a mí Walter Benjamin más que ningún otro pensador del siglo veinte. Y la historia de Hannah Arendt, buscando en Portbou, años después, la improbable tumba y los perdidos papeles de su amigo suicida, está entre las declaraciones de amistad ?esa forma superior del amor? más conmovedoras del atroz siglo que fue el nuestro.