Sem-Terra: no basta con una ONG, nosotros lo hemos experimentado

Paolo Lambruschi

Tienen en común con el nuevo Papa su compromiso con los pobres y su simpatía por Francisco. Cleuza Ramos y Marcos Zerbini fundaron hace 30 años en la megalópolis de Sao Paulo la Associaçào dos Trabalhadores Sem Terra, los Sin Tierra, a partir de las favelas. En Italia, por una serie de encuentros (el primero sobre “Pobreza, educación, política”, organizado por el Centro cultural de Milán esta tarde a las 17:30 horas), nos hemos reunido con ellos para entender qué tiene en común su obra con el camino de Jorge Mario Bergoglio.
«Le conocemos por amigos comunes – explica Marcos Zerbini, que empezó repartiendo alimentos a los pobres por las calles, luego se hizo abogado y hoy es diputado en Sao Paulo – y valoramos su sencillez, su cercanía a los pobres, pero también la firmeza con la que condenó las leyes abortistas y el matrimonio homosexual».
Cleuza añade un concepto que comparte con él. «En su primera homilía dijo que si la Iglesia no confiesa a Cristo, se convierte en una ONG asistencial. Mi marido y yo, así como muchos de nuestros compañeros, hemos vivido este error en nuestra propia piel. Empezamos a luchar por los pobres animados por la fe, sí, pero también por la ideología. Queríamos cambiar una situación de grave injusticia social, pero a finales de los años 80 ya estábamos cansados. No cambiaba nada, de hecho los pobres aumentaban».
«Por aquel entonces – Marcos se suma a la conversación – nos inspirábamos en la teología de la liberación. No poníamos en el centro ni al hombre ni a Cristo, sólo los problemas sociales. Cuando pusimos en el centro de nuestra lucha a Jesucristo, gracias al movimiento Comunión y Liberación, entendimos que no cargábamos sobre nuestra espalda con el peso de la salvación de los débiles. Desde entonces nuestro trabajo se ha multiplicado y conseguimos mejores resultados. ¿Cuál es la diferencia? Que gracias a la subsidiariedad ayudamos a los grupos que conviven, mientras que antes favorecíamos el asistencialismo, luchando tan sólo por la redistribución de la riqueza por parte del Estado».
En concreto, los Sin Tierra – familias que antes vivían en favelas o en la calle y que ahora conviven en alquiler compartiendo viviendas – antes ocupaban violentamente las tierras de las que luego les desalojaban, esperando siempre planes sociales que les dieran una respuesta y que siguen siendo insuficientes en el Brasil del boom. «Sin embargo, hoy – continúa Marcos – tenemos un terreno que compramos dividiendo la cifra entre las familias interesadas, luego construimos las casas y con el tiempo hemos conseguido que las autoridades locales nos facilitaran los servicios básicos: agua, luz, gas, asfaltado de calles, escuelas. De este modo 100.000 personas han aprendido a ahorrar y 25.000 familias se han convertido en propietarias». Con métodos adoptados de las cooperativas europeas.
Cleuza está muy contenta con el nombre elegido por el Papa. «Estamos muy unidos a san Francisco, nos casamos en Asís y vamos allí en cuanto podemos. Bergoglio es un jesuita franciscano, una figura inédita, pero se hacía el café él mismo y viajaba en metro. Un hombre humilde que quiere unir a la Iglesia – también en Brasil está dividida y a veces separada del pueblo – y ponerse al lado de los pobres anunciando el Evangelio».