Utopía, una ciudad contemporánea

Diario Financiero
Jaime Antúnez Aldunate

Aunque nuestros oídos y nuestros ojos estén acostumbrados a oír y a leer la palabra "utopía" con una carga desdeñosa, como la de algo ajeno a la realidad y por tanto negativo, no fue ésta por ejemplo la connotación que quiso darle Tomás Moro cuando la usó para describir el ficticio relato de ese explorador a quién llamó Rafael Hythloday. Publicado en 1516, el "Libro del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía" -autoría de uno de los hombres más cultos de su tiempo, quien luego sería Lord Canciller de Enrique VIII de Inglaterra y más tarde mártir de la fe católica- no se da en sus páginas al sustantivo "Utopía" el carácter común de lo inalcanzable, sino más bien el de lugar (del griego "topos") bueno (del prefijo "eu"). Una isla, que se dibuja como emblema alternativo de la sociedad dominante en el siglo XVI de Moro, donde los hombres compiten por todo unos contra otros. "Utopía" es, en cambio, el buen lugar de la armonía, donde las cosas resultan en justicia y paz.