¿Un destino islamista para Marruecos?

Centro Oasis, 12/12/2011
P. Marc Boucrot

¿Qué sucederá ahora?
Conformemente a la nueva constitución, el rey acaba de nombrar a Abdelilah Benkirane, hasta ahora secretario general del PJD, al cargo de Primer Ministro. Observemos que, análogamente, en la precedente legislatura el rey había nombrado como Primer Ministro a ‘Abbas el-Fassi, secretario general del PI, que había ganado, a pesar de que esto, según la constitución de aquella época, no fuera obligatorio. Al ser la mayoría absoluta en el parlamento de 198 escaños, el PJD no puede gobernar solo, tiene que buscar alianzas. ¿En qué parte? El PI ha manifestado que está dispuesto a pactar y, efectivamente, sería “natural”, pues tienen en común referentes bastante cercanos. El USFP es muy reluctante, porque algunos de sus militantes preferirían pasar a la oposición para “recuperar su virginidad”, así como el PPS (aunque en algunos ayuntamientos el PPS ya colabora con el PJD). El PJD, pues, podría dirigirse a dos partidos que hasta este momento estaban en la oposición: el Movimiento Popular (MP), partido muy presente más bien en el mundo rural y cercano al mundo bereber, o la Unión Constitucional (UC), partido de notables.

Las negociaciones están en curso... En la oposición tendremos a los ocho partidos que para la campaña electoral se reunieron bajo la etiqueta “Alianza por la Democracia”, pero algunos (entre los cuales, el MP) podrían sentirse tentados de acercarse al PJD. Quedarán el PAM (Partido por la Autenticidad y la Modernidad, definido “partido del rey” porque fue fundado por uno de sus amigos, Fouad ‘Ali el-Himma), fuerte gracias a sus 47 diputados, y el RNI (Unión Nacional de los Independientes, cuyo líder era el Ministro de Finanzas en el gobierno anterior) con 52 diputados.

¿Cuál es el programa del PJD?
El PJD se compromete a reducir a la mitad la pobreza, a reducir la tasa de analfabetismo y el desempleo (reducción del 2%, institución de un subsidio), a una repartición de las riquezas (con un salario mínimo garantizado de 3.000 dirhams, o sea 275 euros al mes) y a alcanzar una tasa de crecimiento del 7%. En el plano de las libertades individuales, se muestra tranquilizador: ninguna prohibición de consumo de alcohol ni la obligación de llevar el velo... En definitiva, ¡un Islam “light”! ¿Simples promesas electorales? ¿El futuro? En cualquier caso el próximo parlamento deberá trabajar. Deberá elaborar y promulgar 17 leyes orgánicas previstas por la nueva constitución...

Las más importantes versan sobre la ampliación de las prerrogativas del Primer Ministro y del gobierno, así como del Parlamento. Será necesario, asimismo, instituir una regionalización más extendida, con una democracia local más avanzada: el poder ejecutivo de los consejos provinciales y regionales ya no deberán ejercerlo los gobernadores o los walî, sino un presidente de la provincia o de la región elegido. Benkirane, que acaba de ser nombrado Primer Ministro, durante toda la campaña electoral no ha cesado de declarar que «ha llegado el momento de que el pueblo ocupe de nuevo su sitio, que gobierne en lugar de ser gobernado». Se considera que el PJD es más bien celoso de su autonomía y Benkirane es conocido por su fuerte personalidad, aunque muestre cierta deferencia hacia el rey. Por lo tanto, no debería haber “enfrentamientos” entre el rey y su nuevo Primer Ministro. En cuanto a los consejeros del rey, en cambio, podrían encontrar mayores dificultades a interponerse entre los dos.

¿Podemos comparar las elecciones de Marruecos con las de Túnez o Egipto?
La “revolución de los jazmines” tunecina inspiró el “Movimiento del 20 de febrero”, que reúne a jóvenes de varias corrientes de izquierda y a jóvenes “islamistas” del movimiento Al-‘Adl wa al-Ihsân. Estos han organizado manifestaciones en las principales ciudades de Marruecos, cada semana durante casi cinco meses hasta el referéndum, y también antes de las elecciones del 25 de noviembre. Sin embargo, no se puede hacer una comparación: cada país tiene su propia historia y sus instituciones.

A menudo se hace referencia a Turquía: ciertamente, el AKP tiene muchos aspectos en común con el PJD marroquí, pero Turquía es un país laico (el ejército garantiza la laicidad), mientras que Marruecos es una monarquía cuyo rey es “Comandante de los Creyentes” y ejerce un poder tanto religioso como político. Aunque la nueva constitución conceda más poder al Primer Ministro, el rey seguirá siendo una figura de primer plano, si no la primera, de la vida política marroquí.


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