Exigencias morales en el final de ETA

Línea Editorial COPE
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A medida que se van desgranando interpretaciones sobre el anuncio de ETA del cese definitivo de los atentados, convendría que fuéramos ganando en distinciones sobre su contenido. Este proceso ayudará a evitar toda euforia ingenua u oportunista, al tiempo que facilitará que los siguientes pasos en la definitiva disolución de ETA se den adecuadamente.
El hecho de que los terroristas anuncien el cese definitivo de la violencia a través de las armas quiere decir que no consideran ya necesario utilizarlas para conseguir sus objetivos. Sin embargo la violencia política, social y cultural, que ETA ha sembrado a lo largo de su historia, no debe pasar al olvido de la impunidad. El terrorismo tiene entre sus efectos un proceso de profunda intoxicación moral que nubla la capacidad de distinción entre el bien y el mal, entre los asesinos y las víctimas, entre causas justas y deleznables. La derrota del terrorismo reclama como primer paso un cambio de fondo que aquí no se vislumbra. El abandono de las concepciones políticas e ideológicas contrarias a la dignidad de la persona y la necesaria petición pública de perdón a las víctimas.
La razón política no puede separarse de la dimensión moral, que exige que el final de la violencia no pase por pagar a los terroristas un precio político, ni ofrecerles la impunidad como contrapartida. Sería desastroso que el final de ETA estuviese acompañado de la renuncia a toda exigencia moral y jurídica.