Benedicto XVI en Malta
El arribo que salva del naufragio

Chiesa.it
Sandro Magister

Benedicto XVI ha realizado el acto simbólico más fuerte de su viaje a Malta fuera de la mirada de los medios de comunicación. Ese acto ha sido su llanto con ocho víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, abusos perpetrados contra ellos cuando eran muy jóvenes.
El Papa se reunió con ellos a puertas cerradas, en la nunciatura, poco después de la Misa del domingo 18 de abril. Fue uno de los ocho, Lawrence Grech, de 35 años de edad, quien se refirió al llanto del Papa. Y también a la propia conmoción experimentada y al despertar de nuevo en él la fe.

El comunicado oficial vaticano ha descrito el encuentro de este modo:
"El Santo Padre estaba profundamente conmovido por sus relatos y ha expresado su vergüenza y dolor por lo que han sufrido las víctimas y sus familias. Rezó con ellos y les ha asegurado que la Iglesia está haciendo y continuará haciendo todo lo que está dentro de sus posibilidades para comprobar las acusaciones, para llevar ante la justicia a los responsables de los abusos y para poner en práctica medidas eficaces destinadas a salvaguardar en el futuro a los jóvenes. Impregnado del espíritu de su reciente carta a los católicos de Irlanda, ha rezado a fin que todas las víctimas de abusos puedan experimentar la curación y reconciliación que les den la fuerza para proseguir su camino con renovada esperanza".

En efecto, el viaje a Malta ha sido llevado a cabo por el papa Joseph Ratzinger bajo una fortísima presión mediática internacional, la cual exigía de él gestos y palabras por el escándalo de la pedofilia.
Y él no se ha rehusado afrontarla, pero lo ha hecho con el estilo que le es propio.
Jamás ha hablado explícitamente en público de la cuestión de la pedofilia. Más que nada, ha escuchado lo que otros han dicho a propósito de la cuestión: el obispo de Valletta al comienzo de la Misa y, por la tarde, un joven homosexual, durante el encuentro con los jóvenes en el muelle del puerto. Esta última intervención, en particular, fue un j'accuse cortante y detallado contra las faltas de la Iglesia.
Pero al menos en dos ocasiones el papa Benedicto ha proporcionado en público su clave de lectura de la crisis que ha golpeado a la Iglesia con el escándalo de la pedofilia.

La primera vez ha sido el sábado a la tarde, cuando habló brevemente con los periodistas en el avión que iba directo a Malta.
Para explicar los motivos de su viaje, Benedicto XVI ha recordado el naufragio de san Pablo en Malta, en el año 60:
"Pienso que el motivo del naufragio habla para nosotros. Del naufragio ha nacido para Malta la fortuna de tener la fe; así podemos pensar también nosotros, que los náufragos de la vida pueden llevar a cabo el proyecto de Dios para nosotros y pueden también ser útiles para nuevos inicios de nuestra vida".
Y poco más adelante ha agregado:
"Sé que Malta ama a Cristo y ama a su Iglesia que es su Cuerpo, y sabe que, aunque este Cuerpo esté herido por nuestros pecados, sin embargo el Señor ama a esta Iglesia, y su Evangelio es la verdadera fuerza que purifica y cura".

La segunda vez ha sido el domingo a la tarde, con el discurso a los jóvenes en el muelle del puerto de Valletta.

En este discurso, el Papa ha dicho:
"San Pablo tuvo de joven una experiencia que transformó para siempre su vida. Como sabéis, él fue antes enemigo de la Iglesia e hizo todo lo posible por destruirla. Mientras iba camino de Damasco con la intención de apresar a todo cristiano que encontrara allí, se le apareció el Señor en una visión. Una luz cegadora lo envolvió y oyó una voz que le decía: '¿Por qué me persigues?... Soy Jesús, a quien tú persigues' (Hch 9, 4-5). Pablo se vio totalmente embargado por este encuentro con el Señor y toda su vida cambió. Se convirtió en un discípulo y llegó a ser un gran apóstol y misionero. [...]

"Cada encuentro personal con Jesús es una experiencia sobrecogedora de amor. Como el mismo Pablo admite, antes había 'perseguido con saña a la Iglesia de Dios y la asolaba' (cf. Ga 1, 13). Pero el odio y la rabia expresados en esas palabras se desvanecieron completamente por el poder del amor de Cristo. Durante el resto de su vida, Pablo tuvo el deseo ardiente de llevar el anuncio de este amor hasta los confines de la tierra.

"Quizás alguno de vosotros me dirá que, a veces, san Pablo era severo en sus escritos. ¿Cómo se puede afirmar entonces que ha difundido un mensaje de amor? Mi respuesta es ésta: Dios ama a cada uno de nosotros con una profundidad y una intensidad que no podemos ni siquiera imaginar. Él nos conoce íntimamente, conoce cada una de nuestras capacidades y cada uno de nuestros errores. Puesto que nos ama tanto, desea purificarnos de nuestros errores y fortalecer nuestras virtudes de manera que podamos tener vida en abundancia. Aunque nos llame la atención cuando hay algo en nuestra vida que le desagrada, no nos rechaza, sino que nos pide cambiar y ser más perfectos. Esto es lo que le pidió a san Pablo en el camino de Damasco. Dios no rechaza a nadie, y la Iglesia tampoco rechaza a nadie. Más aún, en su gran amor, Dios nos reta a cada uno para que cambiemos y seamos mejores.

"San Juan nos dice que este amor perfecto aleja todo temor (cf. 1 Jn 4, 18). Por eso os digo a todos vosotros: 'No tengáis miedo'. Cuántas veces escuchamos estas palabras en las Escrituras. El ángel se las dice a María en la Anunciación, Jesús a Pedro, cuando lo llama a ser su discípulo, y el ángel a Pablo en vísperas de su naufragio. A los que deseáis seguir a Cristo, como esposos, padres, sacerdotes, religiosos o fieles laicos que llevan el mensaje del Evangelio al mundo, os digo: No tengáis miedo. Encontrareis ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil sufrir el influjo de otros para que a aceptemos ideas y valores que sabemos que no son los que el Señor quiere de verdad para nosotros. Por eso, os repito: No tengáis miedo, sino alegraos del amor que os tiene; fiaos de él, responded a su invitación a ser sus discípulos, encontrad alimento y ayuda espiritual en los sacramentos de la Iglesia.

"Aquí, en Malta, vivís en una sociedad marcada por la fe y los valores cristianos. Deberíais estar orgullosos de que vuestro País defienda tanto al niño por nacer como la estabilidad de la vida familiar para una sociedad sana. En Malta y en Gozo, las familias saben valorar y cuidar de sus miembros ancianos y enfermos, y acogen a los hijos como un don de Dios. Otras naciones pueden aprender de vuestro ejemplo cristiano. En el contexto de la sociedad europea, los valores evangélicos están llegando a ser de nuevo una contracultura, como ocurría en tiempos de san Pablo.

"En este Año Sacerdotal, os pido que estéis abiertos a la posibilidad de que el Señor pueda llamar a algunos de vosotros a entregarse totalmente al servicio de su pueblo en el sacerdocio o en la vida consagrada. Vuestro país ha dado muchos y excelentes sacerdotes y religiosos a la Iglesia. Inspiraos en su ejemplo y reconoced la profunda alegría que proviene de dedicar la propia vida al anuncio del mensaje del amor de Dios por todos, sin excepción".

Naufragio y heridas, odio y voluntad de destruir... Pero para el papa Benedicto todo es realmente gracia y promesa de curación, "también los ataques del mundo contra nuestros pecados".
Pueden ser la mano de Dios que "desea purificarnos de nuestros errores y reforzar nuestras virtudes, de modo que podamos tener vida en abundancia".