Vitalidad de la Iglesia

Cope.es
Manuel María Bru

Muchos creían que la Iglesia languidecería, poco a poco, en el momento de su crisis postconciliar. Son los mismos que hoy, viéndola resurgir de las cenizas cada vez con más fuerza, no se resisten en el intento permanente de acabar con ella, tratando incluso de desacreditar moralmente al Santo Padre. Pero no podrán jamás acabar con ella. Así se manifestaba en estos micrófonos, desde EncuentroMadrid, el presidente de Ediciones Encuentro en España, José Miguel Oriol. Ciertamente, nunca podrán con ella.

Podemos estar seguros de ello, en primer lugar, por la fe, porque “las puertas o poder del infierno no prevalecerán contra ella.” (Mt 16:18). Y en segundo lugar, porque, como explicaba el Cardenal Rouco Varela en su intervención en EncuentroMadrid, en medio de la oscuridad de la noche que vive nuestro tiempo, como en el aterrizaje de un avión, se vislumbran aquel haz de luces que sostenidas por la vida de la Iglesia hacen posible que el viaje de la humanidad tenga una guía segura de salvación.

Entre esas luces, el Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, mencionaba el crecimiento de las vocaciones a la vida contemplativa, la vitalidad de una religiosidad popular cada vez menos folclórica y más hondamente centrada en la genuina experiencia cristiana y eclesial, el resurgir del laicado formado y comprometido, sobre todo en los nuevos movimientos, la acción caritativa de la Iglesia a través, de entre otras instituciones, de Caritas, que no ha bajado del cielo como un meteorito, sino que es sostenido por la fe y el testimonio de sus voluntarios. Explicaba también como la Iglesia vive una verdadera primavera, cuya percepción él simbolizaba en un gesto significativo en su experiencia personal, el del primer encuentro que tuvo con el Siervo de Dios Juan Pablo II el Grande, recién iniciado su pontificado, quien le cogió por los hombros y casi le levanta. En ese momento se dio cuenta de que una ola de entusiasmo y de revitalización habrían llegado entonces, para actualizar con confianza y valentía la renovación conciliar.