Ignazio Beghi (Foto Fraternità San Carlo)

«Cuando el corazón descansa en las promesas de Dios, la vida florece»

La historia de Ignazio Beghi, que el sábado 22 de junio será ordenado sacerdote de la Fraternidad San Carlos junto a otros cuatro hermanos en Roma
Ignazio Beghi

Cuando le dije a la directora del laboratorio de Zúrich donde estaba trabajando que iba a dejar el doctorado porque quería ser sacerdote, ella, sin inmutarse, solo me hizo una pregunta: «¿Por qué has trabajado este año con tanta pasión si no te interesaba hacer una carrera científica?». Esta pregunta me hizo pensar enseguida en el año que acababa de pasar. Nunca como esos meses había disfrutado tanto del gusto de investigar, pero también se debía al deseo de estar con mis amigos, dedicarme a construir nuestra comunidad y expresar a todos la belleza de la vida cristiana. Ella tenía razón. Sin saberlo, había captado el punto.

La primera vez que la idea de la vocación pasó por mi cabeza todavía era un niño. En los años de colegio, gracias a la relación con un cura de mi parroquia, empecé a descubrir más a fondo la fe que había conocido en casa. Un día –tendría unos 12 años–, rezando mis oraciones pensé: «¡Qué bonito sería darte mi vida entera, Jesús!». No recuerdo qué me preocupaba entonces y no se lo conté a nadie, pero para mí era algo muy valioso y no quería estropearlo. Esa intuición, discreta y tenaz como una pequeña semilla, cayó en terreno fértil, como solo Dios sabe hacer, cargada de promesas.

La primera llegó por mis padres, que me habían prometido que la vida es un bien de un modo muy sencillo y cotidiano: siempre estaban rodeados de amigos. Me crie en una familia del movimiento de Comunión y Liberación y fue un gran regalo participar desde pequeño de ese pueblo. En el instituto conocí a los Bachilleres, donde descubrí que esa amistad también era para mí. Empecé a entender que todas las cosas bellas que vivíamos juntos nacían de la fe. Aunque no entendía bien los nexos, era evidente que sin Cristo nada de todo aquello había sido posible. De ese modo, el rostro de Jesús al que de pequeño deseé entregar mi vida, empezaba a hacerse cada vez más claro y fascinante.

De izquierda a derecha: Ignazio Beghi, Matteo Pagani y Giovanni Barrani (Foto Fraternità San Carlo)

Aquella intuición volvió a asomar en el horizonte con más fuerza, pero no quería secundarla, me daba miedo perder algo. Intentando apartar esos pensamientos tan persistentes, aproveché el comienzo de la universidad para lanzarme de cabeza a estudiar algo que me apasionaba, esperando que el tiempo acabara borrando esa idea. Me esforcé en sacar buenas notas con la esperanza de continuar mis estudios en el extranjero. Pero en ese proyecto, que iba sobre ruedas, había algo que no me dejaba en paz. Y sabía perfectamente lo que era. Pocos meses antes de graduarme, Antonio Anastasio, más conocido como Anas, fue nombrado capellán de mi facultad. Por fin me decidí a hablar con él sobre lo que se agitaba en mi corazón desde hacía tiempo. Esperaba grandes palabras resolutivas, pero en cambio, con una gran paz, solo me invitó a mirar los puntos en los que estaba contento. Con esta indicación suya me fui a acabar la carrera a Suiza. Solo me dediqué a dar espacio a los deseos más profundos que tenía. Veía que, mientras mis proyectos me parecían cada vez más pequeños, la vida se iba llenando de un gusto y una alegría nuevos. Tanto que hasta mi jefe se dio cuenta de que había algo nuevo en mi trabajo. Cuando el corazón descansa en las promesas de Dios, la vida florece en todos sus aspectos.

Poco a poco, fui viendo claramente la larga cadena de promesas que constelaban mi historia. No tenía ninguna razón para temer perder algo por seguir esa invitación que recibí desde niño. Ahora sé que era la mayor promesa de mi vida.

Publicado en la web de la Fraternidad sacerdotal de los misioneros de San Carlos Borromeo

El sábado 22 de junio, los diáconos Giovanni Barrani, Ignazio Beghi, João Brito, Matteo Pagani y Martino Zavarise serán ordenados sacerdotes por la imposición de manos del Card. Sean O'Malley, arzobispo de Boston. En la misma celebración, Tommaso Benzoni, Simone Moretti y Andrea La Piana recibirán la ordenación diaconal. La ceremonia tendrá lugar a las 15h en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma