El cardenal Pierbattista Pizzaballa durante su intervención en la Universidad Lateranense (Ansa/Claudio Peri)

Una paz hecha de perdón, verdad y justicia

La “Lectio magistralis” del cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, en la Universidad Lateranense el pasado 2 de mayo
Pierbattista Pizzaballa

Gracias por su invitación, que me honra. Agradezco a vuestra venerada institución, con la que colaboramos desde hace muchos años, gracias a que se nos ha concedido la afiliación de nuestro Estudio Teológico del Patriarcado Latino de Jerusalén a la Facultad de Teología. Considero que este vínculo entre Roma y Jerusalén tiene una importancia fundamental para la Iglesia de hoy. Aprovecho también esta oportunidad para expresar mis mejores deseos al nuevo Rector Magnífico, monseñor Amarante, al nuevo vicerrector, monseñor Ferri, y al nuevo decano de Teología, monseñor Lameri.
Lo que está ocurriendo en Tierra Santa es una tragedia sin precedentes. Además de la gravedad del contexto militar y político, que se deteriora cada vez más, también se deteriora el contexto religioso y social. La línea divisoria entre las comunidades, los pocos pero importantes contextos de convivencia interreligiosa y civil se están desintegrando gradualmente, con una actitud de desconfianza que crece cada día más. Un panorama desolador. Ciertamente, no faltan elementos de esperanza entre tantas personas que todavía hoy, a pesar de todo, quieren trabajar por la reconciliación y la paz. Sin embargo, debemos reconocer de manera realista que se trata de realidades específicas y que el panorama general sigue siendo muy preocupante.
Esta tragedia, además de unirme aún más al rebaño del que soy pastor, provoca en mí innumerables reflexiones sobre la paz. ¿Podemos todavía hoy "pensar en la paz" en Tierra Santa? "Paz" parece hoy una palabra lejana, utópica y vacía de contenido, cuando no objeto de una explotación sin fin. No pocas veces, las mismas personas que están a favor de la paz terminan sus discursos diciendo que la guerra es inevitable para lograrla.
Nuestra tierra sigue sangrando, nuestro pueblo tiene miedo e incertidumbre sobre el futuro. Muchos, demasiados, solo tienen escombros ante ellos…

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