Muere el cardenal Cordes. «Agradecidos por su paternidad»
El mensaje de Davide Prosperi al movimiento de Comunión y Liberación por la muerte del cardenal Paul Josef Cordes, quien firmó el decreto de reconocimiento pontificio de la Fraternidad y de la asociación Memores DominiQueridos amigos:
Esta mañana he recibido la dolorosa noticia de la muerte de Su Eminencia el Card. Paul Josef Cordes, presidente emérito del Pontificio Consejo Cor Unum y exvicepresidente del Pontificio Consejo para los Laicos.
Nuestro movimiento le debe muchísimo, a él y a la relación de amistad y estima mutua que mantuvo con don Giussani. Como vicepresidente del entonces Pontificio Consejo para los Laicos firmó en 1982 el decreto de reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación y en 1988 el correspondiente al reconocimiento de la Asociación Memores Domini, con la que después estableció una relación personal, viviendo durante más de veinticinco años con algunos de ellos, que lo han cuidado hasta los últimos instantes de su vida.
Con ocasión del reconocimiento de la Fraternidad, acontecimiento que don Giussani definió como la «mayor gracia en toda la historia del movimiento», el entonces obispo Cordes calificó de «singular interés y urgencia pastoral la contribución que la Fraternidad puede aportar a la Iglesia cooperando en el crecimiento de una sensibilidad y experiencia cris¬tiana, comunitaria y evangelizadora, en los ámbitos –con frecuencia secularizados y “lejanos”– de la creación y difusión de la cultura y de la edificación de la sociedad. Una presencia misionera en esos ambien-tes parece hoy más necesaria que nunca para dar testimonio de Cristo, como Iglesia, cuando están en juego principios fundamentales de la vida del hombre y de la convivencia social. […] Su vocación “católica” y “misionera” está llamada a llegar progresivamente a nuevas realidades seculares y eclesiales».
Signo de la estima que sentía por don Giussani, en la Introducción del tercer volumen de la historia de CL de monseñor Massimo Camisasca (El reconocimiento), Cordes escribe: «Don Giussani ha sido un colaborador de Dios basado en el único fundamento que tiene verdadera consistencia: Jesucristo. […] El Espíritu de Dios reforzó a don Giussani, que se quiso consagrar precisamente a la “nueva evangelización” a lo largo de todo su trabajoso camino. Su acción se caracterizaba por el fervor, el dinamismo, el ardor. Nada deseaba de manera más urgente que suscitar en los corazones de los jóvenes el deseo de una auténtica relación con Cristo».
Estrecho colaborador de Juan Pablo II, el cardenal Cordes fue un ferviente defensor y un punto de referencia autorizado para las nuevas formas de agregación eclesial suscitadas por el Espíritu Santo, cuyo valor para toda la Iglesia reconoció inmediatamente. Le estamos pues profundamente agradecidos por cómo supo acompañar a lo largo del tiempo con paternidad y afecto nuestro camino y el de todos los movimientos.
En esta hora, nos unimos al Santo Padre Francisco y a toda la Iglesia en la oración por este hombre conquistado por Cristo que entregó toda su vida para Gloria Suya.
Davide Prosperi