Congreso en San Marino dedicado a monseñor Luigi Negri

Hombre de fe, maestro de cultura

Un congreso en San Marino, la diócesis de la que fue obispo, dedicado a Luigi Negri. Un testigo de «ese “ciento por uno aquí” que para él se convirtió en la experiencia de la compañía de Cristo en la Iglesia»
Gabriele Mangiarotti

Los organizadores lo dejaron claro desde el principio: «No hemos querido hacer un homenaje sino seguir un magisterio y una compañía que nos han fascinado». La compañía de monseñor Luigi Negri, que falleció el 31 de diciembre de hace dos años, cuyo recuerdo reunió a muchos amigos en un congreso celebrado el pasado 25 de noviembre en San Marino, diócesis de la que él fue obispo. Muchos amigos, sí, porque se congregaron más de 500 personas. Como decía el presidente de la Fraternidad, Davide Prosperi, en un mensaje que envió a los presentes: «Os doy las gracias porque al profundizar en su pensamiento y en su vida continuáis la obra que creo que era la que más le importaba: testimoniar ese “ciento por uno aquí” que para él se convirtió en la experiencia de la compañía de Cristo en la Iglesia».

Bajo el título “Hombre de fe, maestro de cultura”, la jornada consistió en las intervenciones de muchos ponentes de renombre, como el cardenal Gerhard Müller (exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe); el arzobispo emérito de Trieste, monseñor Giampaolo Crepaldi; el subsecretario de la Presidencia del Consejo, Alfredo Mantovano; el filósofo Rocco Buttiglione; la madre Monica della Volpe, abadesa emérita del Monasterio trapense de Valserena; y Marco Cangiotti, profesor de Filosofía política en la Universidad de Urbino, moderados por Rodolfo Casadei, periodista de Tempi.

Se trataba de una iniciativa promovida por el Centro Internacional Juan Pablo II para el Magisterio Social de la Iglesia (fundado por el propio Negri en 2005 en San Marino), junto a CulturaCattolica.it y la asociación cultural “La Contea degli Insorgenti” (El condado de los insurgentes, ndt).

No pudiendo contarlo todo aquí, nos limitaremos a dar algunas pinceladas. La primera: fidelidad. La madre Monica della Volpe contaba: «Así apareció Luigi Negri la primera vez que le vi en una convivencia a la que fui en Varigotti. Teníamos que subir deprisa la montaña, una fila de trescientos jóvenes en un silencio total y milagroso detrás de la cruz, me costaba seguir el paso, así que me pegué a las huellas de aquel chavalote robusto y decidido como una roca fiel, sin que él se diera cuenta, pero yo estaba segura de que podía poner mis pies donde pisaba él para llegar a la cima. Y así me lo volví a encontrar muchos años después, como un hombre capaz de indicar el camino, con una capacidad de verdad y de amistad como pocos, porque había entregado su vida a Cristo».

Segunda pincelada: claridad de juicio. El cardenal Müller repasó el nexo que hay entre fe y razón siguiendo la línea trazada por Benedicto XVI en su Lectio magistralis de Ratisbona, porque para monseñor Negri toda la existencia era una búsqueda continua de esto. «En su Testamento espiritual, el papa Benedicto XVI dice: “La fe no es una idea, sino una vida”. La fe cristiana no es pues una teoría sobre el ser de los seres, sobre el origen del universo, sobre la evolución de la vida orgánica o sobre la humanización de nuestra especie, sino una relación personal con Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Esta confesión de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, contiene todas las demás verdades de la razón natural y de la revelación divina. “En él se esconden todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”. En la fe personal en Cristo, la verdad en persona, la razón humana se hace totalmente una con la razón divina, el Logos, mediante el cual hemos sido llamados a la existencia se revela como luz que ilumina a todos los hombres».

En las palabras del mensaje del cardenal Matteo Zuppi encontramos la tercera pincelada: una energía apasionada por la misión. «Ante cualquier circunstancia, personal o social, testimoniaba a Cristo centro del cosmos y de la historia, volviendo a proponer la experiencia cristiana en los diversos ambientes de la vida y con un reclamo constante a esos textos que siempre citaba –El sentido religioso y la encíclica Redemptor hominis–. No es casual que quisiera fundar, justamente en San Marino, el Centro Internacional Juan Pablo II para el Magisterio Social de la Iglesia».

Fueron muchos los mensajes recibidos por los organizadores («Os agradezco la memoria tenaz y sincera de monseñor Negri. Nos sentimos un poco “huérfanos” de esa ironía mordaz que tenía y que no hemos vuelto a encontrar», decía monseñor Paolo Pezzi desde Moscú) que atestiguaban la fecundidad de su vida. Con el deseo de que ese ímpetu por comunicar la fe siga siendo «un punto de referencia fundamental y una fuente de inspiración constante», como escribió Lorenzo Fontana, presidente de la Cámara de Diputados.