Papa Francisco durante el "encuentro de la fraternidad" con los representantes de todas las religiones en el Founder's Memorial de Abu Dhabi. Emiratos Árabes Unidos, 4 de febrero de 2019 (Catholic Press Photo)

Francisco, Oriente Medio y el futuro del mundo

Por primera vez, la voz del Papa se oye en un periódico de Emiratos. Una entrevista con el director de Al-Ittihād
Hamad al-Ka‘bī

Para empezar, nos gustaría saber cómo se encuentra después de su intervención quirúrgica.
Ha sido una operación complicada, pero ahora estoy mejor gracias a Dios. También agradezco mucho el trabajo y la profesionalidad de los médicos y del equipo de enfermeros. Rezo por ellos, por sus familias y por todas las personas que me han escrito y han rezado por mí estos días. Pienso también en todos los enfermos y les deseo una pronta recuperación, y que puedan encontrar, en la oscuridad de la enfermedad, la fuerza necesaria para descubrir el sentido de la vida, la luz de la fe y la alegría de la esperanza.

Santidad, usted ha descrito los Emiratos como la cuna de la diversidad y como una tierra de tolerancia, y calificó su visita histórica de 2019 como una «nueva página» en la historia de las relaciones interreligiosas. ¿Cómo ve el papel de los Emiratos y el de Su Alteza el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, presidente del Estado –que Dios le proteja– como socio fundamental para apoyar sus esfuerzos por la paz y la tolerancia?
Recuerdo con gran alegría y gratitud mi viaje de 2019 a los Emiratos Árabes Unidos y la cálida acogida que recibí… Me impactó mucho el afecto tan generoso que me brindó su noble país. Como dije en mi discurso en Abu Dabi, fue magnífico y muy esperanzador observar que en vuestro país «no solo se invierte en la extracción de recursos del subsuelo, sino también en la extracción de recursos del corazón, es decir, en la educación de los jóvenes». Valoro mucho el compromiso continuo de Emiratos Árabes Unidos y de Su Alteza el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan por construir el futuro y plasmar una identidad abierta, capaz de prevalecer sobre la tentación de cerrarse en sí mismo y endurecerse. La grandeza de cualquier país no se mide solo por su riqueza, sino sobre todo por cómo contribuye concretamente en la difusión y defensa de la paz, la fraternidad y la convivencia, y por su apoyo a los esfuerzos internacionales por la paz y la tolerancia, porque invertir en cultura reduce el odio y contribuye al crecimiento y florecimiento de la civilización.

A menudo los jóvenes se encuentran rodeados de mensajes negativos y fake news. ¿Cómo pueden resistir a las tentaciones materialistas, a la incitación al odio y a los prejuicios? ¿Cómo se puede rechazar la injusticia y las experiencias dolorosas del pasado? ¿Cómo aprender a defender los derechos de los demás con la misma fuerza con que se defienden los propios?
Los jóvenes nos juzgarán un día de manera positiva si les damos fundamentos sólidos para generar nuevos encuentros de civilizaciones, o de forma negativa si no les dejamos más que espejismos, incertidumbres o el riesgo de viles enfrentamientos incivilizados. Desde mi punto de vista, la única vía para proteger a los jóvenes de los mensajes negativos y fake news, de las noticias manipuladas y las tentaciones del materialismo, del odio y los prejuicios, es no dejarlos solos en esta batalla, sino proporcionarles las herramientas necesarias, como son la libertad, el discernimiento y la responsabilidad.
La libertad es lo que caracteriza al ser humano. Dios nos ha creado tan libres que incluso lo podemos rechazar… Ya no podemos obligar a nuestros jóvenes a no pensar, a no hacerse preguntas, a no tener dudas. Porque preguntar es el camino hacia la verdad y la libertad de conciencia, la libertad de credo, pensamiento y expresión son cuestiones fundamentales para ayudarles a crecer y formarse. Los jóvenes de hoy siempre tienen el móvil en la mano, pueden obtener cualquier información, no podemos obligarles a vivir en la oscuridad, en la ignorancia, en el odio, en la cerrazón. El discernimiento es un arte, un arte que se puede aprender, que tiene sus reglas. Si aprendiéramos a discernir correctamente, so nos permitiría vivir una vida más bella y armónica. El discernimiento también es un don de Dios que siempre debemos pedir, sin pensar nunca que hemos alcanzado el nivel de expertos y autosuficientes. Esa propiedad es la que nos permite distinguir entre lo correcto y lo equivocado, entre el original y la copia, entre lo que debemos hacer, comprender y aprender, y lo que debemos evitar, alejar y rechazar.
La responsabilidad es la conciencia de ser creador y artífice de nuestro propio futuro… Nunca debemos caer en la tentación de tratar a los jóvenes como niños incapaces de elegir y tomar decisiones. Son el presente, invertir en ellos significa garantizar la continuidad. El fundador de su país, el jeque Zayed –descanse en paz– es un ejemplo excelente de un líder con amplitud de miras, que construyó vuestra patria sobre la base de la tolerancia, la convivencia, la educación de los jóvenes. Sus hijos –que Dios los proteja– siguen sus huellas. Solo podemos combatir el odio, los prejuicios, los enfrentamientos y la injusticia mediante el coraje de elegir el camino del amor, la tolerancia, la justicia, el diálogo, la apertura y la fraternidad humana, siguiendo una regla de oro: «Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti».

En el documento sobre la fraternidad humana, usted prometió que trabajaría por hacer llegar ese mensaje a todos los que toman decisiones a nivel mundial, a las organizaciones internacionales y regionales competentes. Por ejemplo, le hizo llegar una copia al presidente americano. Naciones Unidas también hizo lo propio y el 4 de febrero proclamó el día de la fraternidad humana. ¿Cómo le parece que mira la sociedad mundial este mensaje y los objetivos de ese documento? ¿Lo ve como una guía para las generaciones futuras y un reconocimiento de que todos somos miembros de una sola familia humana? ¿Cuál es el futuro de la colaboración entre regiones?
Yo ofrezco el documento sobre la fraternidad humana a todas las delegaciones que recibo en el Vaticano porque creo que es un texto importante, no solo para el diálogo interreligioso, sino también para la convivencia pacífica entre los hombres. O la civilización de la fraternidad o el retorno a las hostilidades. O construimos juntos el futuro o no habrá futuro. Me gusta mucho que la sociedad mundial acoja y comprenda el mensaje del documento y sus objetivos como una guía para las generaciones que vendrán y como un reconocimiento de que todos somos miembros de una sola familia humana, para que el documento se convierta cada vez más en una forma de cultura. Quiero decir que este documento es una luz que guía a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que avancen por el camino de la convivencia y el encuentro. Es un programa de trabajo para cualquiera que decida valientemente ser constructor de la paz en nuestro mundo, tan dañado por la guerra, la violencia, el odio y el terrorismo.
La fraternidad humana es la medicina que necesita el mundo para curarse del veneno de estas heridas. El futuro de la colaboración entre religiones se funda sobre el principio de reciprocidad, el respeto al otro y a la verdad. Cualquier religión no solo enseña a denunciar el mal, sino que también invita a consolidar la paz. Nuestra tarea no puede limitarse a buscar una concordia buenista, sino que consiste en rezar los unos por los otros pidiendo a Dios la gracia de la paz y de poder encontrarnos, dialogar y consolidar la armonía con espíritu de colaboración y amistad. Nuestra tarea consiste en transformar el sentido religioso en colaboración, fraternidad y obras concretas de bien.
Hoy necesitamos constructores de paz, no fabricantes de armas; necesitamos constructores de paz, no fomentadores de conflictos; necesitamos gente que apague fuegos, no que los prenda; necesitamos gente que invite a la reconciliación, no que amenace con la destrucción.

El documento que firmó con Su Excelencia el jeque de al-Azhar, Ahmad al-Tayyib, afirma que el diálogo, la comprensión mutua y la difusión de una cultura de tolerancia y convivencia pueden contribuir a aliviar muchas dificultades sociales, políticas, económicas y ambientales que asedian a gran parte de la humanidad, ¿cómo valora los esfuerzos realizados hasta ahora en ese sentido, cuáles son los pasos que habría que dar para alcanzar ese objetivo?
El documento comienza con esta frase esencial que es el fundamento de todo el texto: «La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar. Por la fe en Dios, que ha creado el universo, las criaturas y todos los seres humanos —iguales por su misericordia—, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres». Solo de este modo podemos honrar a Dios, si nos consideramos hermanos y hermanas no solo de palabra, sino con los hechos y obras de bien, sobre todo con nuestros hermanos y hermanas necesitados y pobres.
Es fácil hablar de fraternidad, pero la medida real de la fraternidad es lo que hacemos verdadera y concretamente para ofrecer ayuda, asistencia y auxilio para alimentar y acoger a mis hermanos y hermanas con humanidad. Toda obra de bien, por naturaleza, debe dirigirse a todos sin discriminación. Si solo hago el bien a los que piensan y creen como yo, mi bien es hipócrita porque el bien no conoce distinción ni exclusión. En este sentido, me gustaría dirigir una palabra de ánimo a todas las asociaciones y fundaciones benéficas que han nacido de este documento y ofrecen sus servicios a todos sin distinción ni exclusión alguna.

¿Cómo puede arraigar la cultura de la tolerancia en la vida de la humanidad y en sus interacciones cotidianas, de manera que sea sinónimo de bien y de crecimiento, antídoto contra el odio, el racismo y el fanatismo? ¿Cómo pueden contribuir la legislación y las leyes a arraigar los valores de la tolerancia y rechazo al odio y el fanatismo?
La “cultura de la tolerancia” puede arraigar en nuestra vida cotidiana mediante la educación y el compromiso social y religioso. La tolerancia será real cuando aprendamos a respetar las diferencias y a considerarlas como una riqueza, no un peligro… cuando aprendamos, como afirma el documento sobre la fraternidad humana, que «Dios (…) no ha creado a los hombres para que sean torturados o humillados en su vida y durante su existencia. En efecto, Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente».

Naciones Unidas ha advertido que la amenaza del terrorismo ha aumentado y se ha extendido por varias regiones del mundo gracias a las nuevas tecnologías. ¿Cuál es su mensaje para las personas de todas las religiones, especialmente para los jóvenes que luchan por fortalecer la paz en el mundo y se oponen al terrorismo y al odio?
Que sean “constructores de paz” y nunca artífices de la muerte o la violencia. Que encuentren en la fe en Dios la fuerza para ser mejores, para hacer del mundo un lugar mejor. «El primer y más importante objetivo de las religiones es el de creer en Dios, honrarlo y llamar a todos los hombres a creer que este universo depende de un Dios que lo gobierna, es el Creador que nos ha plasmado con su sabiduría divina y nos ha concedido el don de la vida para conservarlo. Un don que nadie tiene el derecho de quitar, amenazar o manipular a su antojo, al contrario, todos deben proteger el don de la vida desde su inicio hasta su muerte natural. Por eso, condenamos todas las prácticas que amenazan la vida como los genocidios, los actos terroristas, las migraciones forzosas, el tráfico de órganos humanos, el aborto y la eutanasia, y las políticas que sostienen todo esto», como afirma el documento.

Su Santidad puso la primera piedra de la Casa Abrahámica junto al Gran Imán y nuestros gobernantes. Se trata de un proyecto que nació del documento sobre la fraternidad humana, era solo una idea y ahora se ha hecho realidad. ¿Qué piensa de este proyecto? ¿Qué le parece que los Emiratos lo hayan podido realizar en tan poco tiempo? ¿Es posible la convivencia entre religiones?
En el video-mensaje que envié con motivo de la inauguración de la Casa de Abrahán decía: «La Casa Abrahámica, compuesta por tres lugares de culto, una iglesia consagrada a san Francisco, una mezquita y una sinagoga, ha nacido para cumplir el principio de la fraternidad humana». Es un lugar de culto donde cualquier creyente puede elevar sus manos al cielo y practicar la convivencia en la diversidad y en el respeto mutuo entre creyentes. Es un mensaje que testimonia que la fe en Dios solo debe alimentar sentimientos de bien, diálogo, respeto y paz, y nunca sentimientos de violencia, conflicto, enfrentamiento o guerra.
La Casa Abrahámica es un lugar de respeto de la diversidad, que es querida por Dios, y no para transformar la diferencia en desprecio o motivo de lucha. Es un lugar de convivencia, tolerancia y fe. Todos podemos vivir nuestra fe respetando la fe del otro y la libertad de la humanidad. Solo aquellos que no están seguros de su fe viven con miedo a encontrarse con el otro y buscando la contraposición. El auténtico creyente vive su fe sin sentirse amenazado por los demás y no necesita amenazar al resto.
La Casa Abrahámica se ha diseñado y construido para ser un modelo de convivencia en la diversidad. Un lugar donde cualquier creyente puede encontrar y vivir –con un respeto total de su fe, su tradición y sus costumbres– los valores de la paz, la tolerancia y la fraternidad.
Agradezco calurosamente a todos aquellos que han trabajado con dedicación y compromiso para hacer realidad este proyecto. Estoy seguro de que este lugar constituirá un modelo y un centro de diálogo religioso y convivencia entre religiones.

¿Cómo valora la quema del Noble Corán que ha tenido lugar recientemente en Suecia? ¿Cómo se siente ante estos comportamientos infames?
Siento rabia y disgusto por estos comportamientos. Cualquier Libro considerado sagrado por sus seguidores debe respetarse por el respeto que se debe a todos los que creen en él. Nunca se debería utilizar la libertad de expresión como pretexto para despreciar a otros, permitir que esto suceda es una actitud que se debe rechazar y condenar.

Usted ha insistido, junto a Su Alteza el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, en colaborar para hacer frente a las enfermedades, con motivo de la firma de una declaración conjunta sobre la salud mundial invitando a luchar contra las enfermedades tropicales desatendidas (Neglected Tropical Diseases) y a la creación de una “Caja de última milla”. ¿Cómo valora estos esfuerzos por reforzar el bienestar social y alcanzar los objetivos de crecimiento mundial?
Valoro mucho el compromiso de Su Alteza el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan para luchar contra las enfermedades en todo el mundo y la difusión de los principios del documento de Abu Dabi mediante iniciativas concretas orientadas a mejorar la vida de nuestros hermanos y hermanas enfermos o indigentes. Agradezco a Su Alteza el compromiso de los Emiratos por transformar las enseñanzas del documento en obras concretas de bien fraterno, obras que abrazan a todos y se ponen a su servicio porque, como acabo de decir, el bien debe ser por naturaleza universal, la fraternidad es universal.

Santidad, en más de una ocasión ha invitado usted a buscar soluciones mundiales por los grandes desafíos que plantea el cambio climático y ha pedido que se proteja la casa común y se cuide el planeta en que vivimos mediante cambios profundos en los estilos de vida. Los Emiratos albergan este año la Cop28, la Conferencia de las Partes, y Su Alteza el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan ha proclamado 2023 como el año de la sostenibilidad en nuestro país. ¿Cómo valora los esfuerzos de los Emiratos en este ámbito, qué mensaje envía al mundo para proteger el planeta Tierra?
En mi encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común intenté plantear ciertas preguntas sobre el tipo de mundo que queremos dejar a los que vendrán después de nosotros, a los niños que mañana serán adultos. La Cop27 que se celebró en Egipto y la Cop28 de Emiratos Árabes Unidos son ocasiones fundamentales para hacer sonar las alarmas y dar respuestas a la crisis ambiental, al grito de la tierra y al grito de los pobres que ya no pueden esperar.
Cuidemos la creación, el don de nuestro buen Dios… Animo a los Emiratos Árabes Unidos en su esfuerzo y les deseo éxito, por el bien de nuestro planeta que es nuestra “casa común”. El único modo eficaz de afrontar esta crisis es hallar soluciones realistas a los problemas reales que plantea la crisis ecológica. Debemos transformar las declaraciones en procedimientos antes de que sea demasiado tarde.

Texto original
Traducido al italiano por la Fundación Oasis