Quiero expresar en nombre del movimiento de Comunión y Liberación nuestra más profunda tristeza, aunque cargada de esperanza, y nuestro más sentido pésame por la subida al Cielo del Papa emérito Benedicto XVI. Un verdadero gigante de la fe y un testigo ferviente de la belleza de la vida marcada por el encuentro con Cristo. Ha sido un auténtico padre de la Iglesia y también un padre afectuoso para cada hombre y mujer de nuestra época. En especial, ha sido sin duda un padre afectuoso para nosotros, de Comunión y Liberación. En un mundo que busca confusamente un significado para vivir, Benedicto ha servido a la Iglesia mostrando a todos cómo, usando sus mismas palabras, «la inteligencia de la fe se convierte en inteligencia de la realidad». Todo su magisterio ha estado marcado por la convicción llena de certeza de que la respuesta adecuada para las preguntas del hombre contemporáneo es un acontecimiento que hace presente el cristianismo como el primer día y es capaz de generar un pueblo vivo. En este punto se encontró desde el principio muy cercano a don Giussani, con el que nació una verdadera y profunda amistad que duró toda la vida.
Aun llenos de dolor, agradecemos inmensamente a Dios que nos haya donado un amigo y un guía en el camino como él. Estamos seguros de que su testimonio seguirá dando frutos en la vida del papa Francisco y de la Iglesia, y por tanto en la vida de cada uno de nosotros. Pidamos a Aquel al que tanto amó en vida que acoja a Benedicto en la alegría del Paraíso, desde donde podrá acompañar el camino de la Iglesia entera y de nuestra Fraternidad hacia esa santidad que él nos ha mostrado dando la vida por la obra de Otro como un «humilde trabajador de la viña del Señor».#BenedictoXVI