Mariupol (©Victor/Xinhua via Zuma Press)

El Papa: «Por favor, no nos rindamos a la perversa espiral de las armas»

El pensamiento a Mariupol, la "ciudad de María", y a todo el pueblo ucraniano, durante el Regina Caeli del pasado domingo 1 de mayo. Las palabras de Francisco
Papa Francisco

Ayer, en Milán, fueron beatificados don Mario Ciceri y Armida Barelli. El primero era un vicepárroco de campo; se dedicaba a rezar y confesar, visitaba a los enfermos y estaba con los muchachos del oratorio, como educador manso y guía seguro. Un luminoso ejemplo de pastor. Armida Barelli fue fundadora y animadora de la Juventud Femenina de Acción Católica. Viajó por toda Italia para llamar a las muchachas y a las jóvenes al compromiso eclesial y civil. Colaboró con el padre Gemelli para dar vida a un instituto secular femenino y a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, que justo hoy celebra su jornada anual y que en su honor la ha titulado “Con corazón de mujer”. ¡Un aplauso para los nuevos beatos!

Hoy comienza el mes dedicado a la Madre de Dios. Quisiera invitar a todos los fieles y comunidades a rezar el Rosario por la paz todos los días de mayo. Mi pensamiento va inmediatamente a la ciudad ucraniana de Mariúpol, “ciudad de María”, bárbaramente bombardeada y destruida. Una vez más, y desde aquí, renuevo el llamamiento de que se establezcan corredores humanitarios seguros para las personas atrapadas en la acería de esa ciudad. Sufro y lloro pensando en los sufrimientos de la población ucraniana y en particular de los más débiles, los ancianos y los niños. Llegan Incluso terribles noticias de niños expulsados y deportados.

Y mientras asistimos a una macabra regresión de humanidad, me pregunto, junto a tanta gente angustiada, si verdaderamente se está buscando la paz; si existe la voluntad de evitar una continua escalada militar y verbal; si se está haciendo todo lo posible para que callen las armas. Por favor, no nos rindamos a la lógica de la violencia, a la perversa espiral de las armas. ¡Tomemos el camino del diálogo y de la paz! Oremos.

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