Ábside de una iglesia ortodoxa (Foto: Luca Fiore)

Rusos y ucranianos rezan juntos por la paz

Las comunidades de CL de Europa del este se unen en un momento de cantos y oración secundando la intención del Papa. «En un momento como este, nuestra mirada debe dirigirse hacia la persona de Cristo»
Luca Fiore

Ucranianos y rusos juntos. Pero también bielorrusos, kazajos y lituanos. Las comunidades de CL de Europa del este se conectaron por Zoom para tener un momento de oración por la paz secundando la intención expresada por el papa Francisco el pasado domingo en el Ángelus.
Un momento sencillo de oración y cantos, también de la tradición ruso-ortodoxa a la que pertenecían varios participantes. Guiado por Jean François Thiry, responsable regional, reunió a unas setenta personas mientras que al mismo tiempo se celebraba un gesto parecido, en lengua italiana, organizado por Rusia Cristiana.

Después de leer las palabras pronunciadas el domingo por el Papa, se rezó el Ángelus y la oración por la fraternidad universal que se incluye en la encíclica Fratelli tutti: «Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura reflejada en todos los pueblos de la tierra, para descubrir que todos son importantes, que todos son necesarios, que son rostros diferentes de la misma humanidad que amas». La primera canción fue un canto a la Virgen, Mater nebo, escrito por una chica ortodoxa del movimiento: «Madre de la luz y del amor, nuestro pueblo se reúne ante ti, te suplicamos. Nuestras desgracias no tienen fin. (...) Estrella que nos guías, nunca nos abandones, dirige tu mirada tierna hacia tus hijos que caminan e indícanos el sendero».

Después se leyó la oración del metropolita Antoni de Surož, al que se dedicó una gran exposición en el Meeting de Rímini de 2015: «Señor, no puedo vivir sin Ti. Estoy tan fragmentado, tan dividido dentro de mí, no vivo la unidad de la caridad con los que me rodean porque no estoy unido a ti. Úneme a ti tan estrechamente, tan perfectamente, como la rama injertada en el árbol que le da vida se une a él. Concédenos ser una sola cosa contigo, Señor, para que tu vida fluya en nosotros, que tu divinidad nos invada y tu santidad nos colme, que tu pureza sea nuestra pureza».



Después otro canto a la Virgen, esta vez Reina de la Paz de Claudio Chieffo: «Madre del amor, la mentira me destruye. Quiero estar aquí, vela junto a mí, necesito tu consuelo». Luego otra oración de una gran figura del mundo ortodoxo, el padre Aleksander Men: «Concédenos cumplir tu mandamiento nuevo para que nos amemos los unos a los otros como Tú nos has amado. Danos paciencia, benevolencia y dominio de nosotros mismos para que seamos una sola cosa como tú eres uno con el Padre y el Espíritu, cumpliendo tu oración y tu mandamiento».

También se propuso leer un fragmento de Crear huellas en la historia del mundo de don Giussani: «La relación yo-Tú entre Cristo y yo es una relación que me mete a mí por entero dentro de Él, y, por consiguiente, mete dentro de mí a todos aquellos que forman parte de Cristo, como si fueran uno solo conmigo (...). Con el Bautismo dio comienzo una personalidad que, cuanto más conciencia toma de los demás seres humanos a los que Cristo ha llamado junto con ella, más se siente la misma cosa con todos ellos (¿No sabéis que sois miembros los unos de los otros?). El amor a los demás se convierte en apremio apasionante por ellos, porque forman parte de Cristo y, por consiguiente, de mí. Y esta es la nueva constelación que guía ese cielo que es la Santa Iglesia de Dios. Así surge una comunión real que empieza y que se va extendiendo como sujeto entero de la sociedad, del mundo, de la historia del hombre, de todo el universo: la Iglesia, Cuerpo de Cristo». El momento de oración concluyó con rezo del Padre Nuestro y el canto eslavo Pod tvoju milost’ (Sub tuum praesidium).



«Ha sido un gesto pensado para recordar que, en un momento tan delicado como este en la historia de nuestros países, nuestra mirada debe dirigirse hacia la persona de Cristo», explica Jean François Thiry. «Debemos encomendarnos a la protección de la Virgen».
No es la primera vez que las comunidades de CL de estos países se unen para recordar cuál es la verdadera fuente de la paz. Ya pasó en 2014, año de las revueltas en la plaza de Maidan, los sucesos de Crimea y el comienzo de los enfrentamientos al este de Ucrania, cuando se organizó una peregrinación a Tierra Santa en la que participaron católicos y ortodoxos, rusos y ucranianos.