Papa Francisco (Foto: Catholic Press Photo)

El Papa en Bratislava. «La sal de la fe»

El discurso a las autoridades y la sociedad civil. «La respuesta de la fe no está en el ardor de llevar a cabo guerras culturales, sino en la siembra humilde y paciente del Reino de Dios, con el testimonio de la caridad, del amor»

Expreso mi gratitud a la Presidenta Zuzana Čaputová por las palabras de bienvenida que me ha dirigido, también en nombre de ustedes y de la población. Saludo a todos ustedes, manifestándoles mi alegría de estar en Eslovaquia. Vengo como peregrino en un país joven pero de historia antigua, en una tierra de raíces profundas situada en el corazón de Europa. Verdaderamente me encuentro en una “tierra media”, que ha visto muchas transiciones. Estos territorios han sido frontera del Imperio romano y lugar de interacción entre el cristianismo occidental y oriental. De la gran Moravia al Reino húngaro, de la República checoslovaca a hoy, han sabido, en medio de no pocas pruebas, integrarse y distinguirse de un modo esencialmente pacífico. Veintiocho años atrás el mundo admiró el nacimiento sin conflictos de dos países independientes.

Esta historia llama a Eslovaquia a ser un mensaje de paz en el corazón de Europa. Es lo que sugiere la gran franja azul de su bandera, que simboliza la fraternidad con los pueblos eslavos. Fraternidad es lo que necesitamos para promover una integración cada vez más necesaria. Esta urge ahora, en un momento en el que, después de durísimos meses de pandemia, se plantea, junto a muchas dificultades, una anhelada reactivación económica, favorecida por los planes de recuperación de la Unión Europea. Todavía se puede correr el riesgo de dejarse arrastrar por la prisa y la seducción de las ganancias, generando una euforia pasajera que, más que unir, divide. Además, la sola recuperación económica no es suficiente en un mundo donde todos estamos conectados, donde todos habitamos una tierra media. Que este país, mientras en varios frentes siguen luchas por la supremacía, reafirme su mensaje de integración y de paz, y Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia...

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