Los peregrinos por los campos de Las Marcas

Macerata-Loreto. La necesidad de lo imposible

No habrá cien mil personas recorriendo los 28 kilómetros que separan estas dos ciudades de Las Marcas. Pero la 42ª peregrinación se celebrará igualmente, la noche del 13 de junio. ¿Cómo y por qué? Lo explica monseñor Giancarlo Vecerrica
Alessandra Stoppa

«Pero yo no estoy loco, más aún, nunca he sido tan razonable como ahora. Simplemente sentí en mí, de pronto, la necesidad de lo imposible. Las cosas, tal como son, no me parecen satisfactorias». El maravilloso diálogo entre Calígula y Helicón de Albert Camus inspiró el lema de la 42ª peregrinación de Macerata a Loreto, mucho antes de la llegada de la pandemia. «Es increíble cómo nos encontramos ahora, con esa necesidad de lo imposible», afirma monseñor Giancarlo Vecerrica, obispo emérito de Fabriano-Matelica, ochenta años, guía incansable y paternal de esta peregrinación histórica, que este año no se hará, o mejor dicho, no de la manera habitual, con una riada de gente (cien mil personas los últimos años) recorriendo durante la noche los 28 kilómetros de camino, entre oración, cantos, silencio, testimonios. Será una vigilia, la noche del 13 de junio a las 21h, en el Santuario di Loreto, y se podrá seguir en directo por TV2000. Una modalidad nueva que nace de los límites impuestos por la emergencia y los miles de cartas recibidas, que han puesto “en camino” a los organizadores.

«Sentí en mí, de pronto, la necesidad de lo imposible». ¿Por qué eligieron este lema?
El malestar y las dificultades que había antes de la pandemia –el vacío existencial, pienso en muchos jóvenes…, la falta de empleo, una política cada vez más agitada, la violencia…– todo nos hacía desear un mundo mejor, una “civilización del amor”. Es una necesidad de “lo imposible” con la que me identifico mucho. La peregrinación quería ser una ocasión para reabrir ese deseo, para reabrir el corazón. Como la famosa frase de don Giussani, que solía proponer a mis alumnos en la primera hora de Religión con ellos: «¡os deseo que nunca estéis tranquilos!». Recuerdo que ellos enseguida saltaban… Percibían que había algo más de lo que parecía. De modo que esta peregrinación quería ser un momento de reflexión más profunda sobre la vida, que no solo está hecha de vacío y discusiones.

La llegada con la Virgen a Loreto

¿Qué ha supuesto para usted la imposibilidad de hacer la peregrinación como siempre?
Enseguida me agité, ¡soy un tipo un poco ansioso! Luego me llevó a reflexionar sobre lo que estaba pasando. Me puse a rezar y a hablar con mis amigos. Me he sentido sostenido por la Virgen en una idea firme: de este sufrimiento puedo aprender a no separarme de la concepción de la vida como peregrinación. Se me pedía ser aún más peregrino. Entonces te das cuenta de que ya no estás “imposibilitado”, más aún, que este impedimento no apaga el deseo sino que lo refuerza. He pensado mucho don Giussani cuando decía que de la enfermedad o se sale mejores o peores, nunca indiferentes. Yo pido al Señor que nos libre, no solo que todo esto pase sino que nos haga mejores, con una conciencia y una riqueza mayores.

¿Cómo eligieron la nueva forma?
Ha sido estupendo porque ha surgido entre nosotros. Para empezar nos dijimos: escuchemos a los peregrinos. Este ha sido el corazón de todo. Les enviamos un mensaje y nos llegaron propuestas de lo más diverso, originales, estrambóticas. Junto a miles de cartas, que aún siguen llegando. Tenemos sacos llenos de testimonios, de gratitud, de dolor, de arrepentimiento, de dificultades, de descubrimientos, de ayuda… Ha sido una avalancha de intenciones que estamos recibiendo de todo el mundo, y eso nos hizo decidir ir a ver a la Virgen, hacerlo con un gesto de oración que recorrerá el camino marcado por el Rosario. Estas semanas el Papa nos lo ha recomendado y para el padre Pío era el arma más potente contra cualquier mal de la humanidad.

¿Cómo se celebrará?
Estarán los gestos centrales del camino nocturno: la bendición eucarística, la adoración de la Cruz, los testimonios… Todo en una hora y media. Puesto que, normalmente, el miércoles anterior íbamos a la plaza de San Pedro para encender la antorcha que luego se llevaba a Macerata, este año la encenderá esa tarde el obispo de Macerata en la Basílica de la Misericordia, donde comenzó la peregrinación en 1978. Luego, dos jóvenes la llevarán en moto hasta Loreto. Entraremos por la Puerta Santa, porque este año es el Jubileo Lauretano, el centenario de la elección de la Virgen de Loreto como patrona de la aeronáutica. Todo terminará entre los muros de la Santa Casa, con los misterios gloriosos y la renovación de las promesas bautismales. Allí presentaremos a María todas las intenciones… Lo harán dos estudiantes porque la peregrinación nació como agradecimiento por el curso escolar.

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¿Por qué es importante hacer un gesto como este?
Mire, todo me toman el pelo porque todos los años durante el camino llega un cierto punto en el que digo: «¡ahí está la aurora!», pero aún es de noche… Pero lo que yo señalo es esa casa, la Casa de Nazaret, donde despuntó la aurora, donde se nos anuncia y donde anunciamos a todos que, en medio de la oscuridad, llega la aurora.