El Papa con el presidente de la República de Macedonia, Gjorghe Ivanov, y el padre Zoran Stojanov

Macedonia. Un día al lado del Papa

Francisco visitó el 7 de mayo Macedonia del Norte. El padre Zoran, que fue su traductor, cuenta lo «importantes que se sintieron». «Un acontecimiento» para el país donde nació la Madre Teresa
Alessandra Stoppa

«No estamos cansados, ¡verle nos ha llenado de fuerza!». Es la voz entusiasmada del padre Zoran Stojanov, que volvió por la noche a Skopje, después del encuentro con el Papa, junto a los feligreses de su parroquia de Radovo, un pequeño pueblo a doscientos kilómetros de la capital. «Nos hemos sentido abrazados. Y nos hemos sentido importantes».

¡No tengas miedo, pequeño rebaño! Era el lema de la visita de Francisco el pasado 7 de mayo, la primera de un Pontífice a Macedonia del Norte, donde ese pequeño rebaño (20.000 católicos en todo el país) se reunió para escucharlo. «Fuimos 15.000. Quinientas personas venían de otros países, todos los demás eran macedonios», continúa el padre Zoran, que también fue el traductor oficial de Francisco, que le dio las gracias repetidamente delante de todos.

Para él, el encuentro con el Papa ha coincidido con un momento muy difícil, «tal vez el más complicado de la vida de mi familia». Es sacerdote católico según el rito bizantino, está casado y tiene tres hijos; su segunda hija, Natalija, tuvo un grave accidente de tráfico hace unos meses. Después de 36 días en coma, despertó y su primera pregunta fue: «¿Veré al Papa?». El 7 de mayo pudo saludarle. «El Papa le ha prometido sus oraciones personales», dice conmovido el padre. «Hay cosas que no se pueden explicar con palabras».

Desde todos los puntos de vista, la visita del Papa abre para este pueblo la misma esperanza que trajo san Pablo cuando a través de él el cristianismo penetró en Europa, entrando justo por aquí, como recordó Francisco durante su viaje de vuelta. «Macedonia es el símbolo de la entrada del cristianismo en Occidente. Entró a través del macedonio que se apareció en sueños al apóstol: "Ven a Macedonia". Él viajaba hacia Asia. Esa llamada fue un misterio».

El papa Francisco en el Monumento conmemorativo de la Madre Teresa

Como también lo fue la visita de Francisco, que «duró solo un día, pero para nosotros fue un acontecimiento», dice el padre Zoran. Un viaje breve pero muy intenso. El Papa se reunió en Skopje con las autoridades políticas, los líderes religiosos, los jóvenes, los sacerdotes con sus familias, los religiosos y los pobres. Fue al monumento conmemorativo de la Madre Teresa, lugar clave, que se construyó donde antes estaba la catedral católica, alrededor de la cual se desarrolló la ciudad. En cada discurso, Francisco expresaba su agradecimiento a este país. No solo ha sido la puerta histórica del cristianismo en Europa, hoy es también la puerta que ha acogido y acoge a los más necesitados, «prestando ayuda», como dijo el Papa, «al gran número de migrantes y refugiados llegados de distintos países del Oriente Medio» que «han atravesado vuestras fronteras, encontrando en vosotros un valioso amparo. Vuestra rápida solidaridad os hace honor y habla del alma de este pueblo que, habiendo experimentado la privación, reconoce en la solidaridad y en el compartir los bienes el camino de un auténtico desarrollo».

El papa Francisco con monseñor Kiro Stojanov, obispo de Skopje y Eparca de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María

La gratitud del Papa se debe también a la posibilidad de «una convivencia pacífica y duradera», de la que Macedonia es un testimonio. Le ha impactado mucho lo que señaló el presidente de la República, Gjorghe Ivanov, a cargo de un país donde los ortodoxos son el 68%, los musulmanes el 27% y los católicos no llegan al 1%. «Me dijo: “Aquí no existe la tolerancia religiosa, existe el respeto”. Se respetan. Y esto, hoy en día, en un mundo donde falta el respeto por todos los derechos humanos, por los niños, por los mayores, que la mística de un país sea el respeto ha sido muy bueno para mí». Ha expresado su dolor por las colonizaciones ideológicas, dirigiéndose sobre todo a miles de jóvenes que le esperaban en la plaza delante de la catedral de Skopje durante toda la tarde. Les ha reclamado al discernimiento contra quien les quiera "colonizar", y a soñar, «¡nunca se sueña demasiado!». Les ha hablado de la Madre Teresa: «una joven, una mujer de vuestro pueblo, soñando, escribió cosas grandes. Es Dios quien las ha escrito, pero ella las soñó y se dejó guiar por Dios».


La presencia del Papa ha representado un gran apoyo a la vida desde muchas perspectivas. Se emocionó al ver a una joven embarazada en las primeras filas, dio las gracias y rezó por todas las mujeres que acogen a los niños, en un país «donde se habla de los jóvenes que se marchan, pero se acalla la plaga del aborto», continúa el padre Zoran. En la homilía de la misa celebrada con el "pequeño rebaño", el Papa habló de la multitud que seguía a Jesús, que «descubrió que el hambre de pan también tenía otros nombres: hambre de Dios, hambre de fraternidad, hambre de encuentro. Nos ha recordado que nosotros no tenemos hambre solo de pan, y nos ha invitado a compartir lo que tenemos». Un joven de su parroquia le ha dicho: «Ver a Francisco en persona es mucho más que en la televisión. Ahora estoy aún más convencido de que es nuestro padre espiritual. El calor que nos ha trasmitido ha sido como una caricia». Han recibido la misma ternura que ha marcado el corazón del Papa, hasta tal punto que se le ha quedado grabada como lo que más le ha conmovido. «La ternura de la Iglesia como madre». En el viaje de vuelta a los Balcanes, manifestó su conmoción delante de las misioneras de la Madre Teresa. «Ver la dulzura de esas hermanas. Curaban a los pobres sin paternalismo, como si fueran sus hijos. Una dulzura también en su capacidad de acariciar a los pobres, la ternura de estas hermanas. Hoy nosotros estamos acostumbrados a insultarnos. Un político insulta a otro, un vecino insulta a otro, también en las familias se insultan entre ellos. Ver a estas hermanas que cuidan a cada persona como si fuera Jesús. Así me hace sentir la Iglesia madre. Doy gracias a los macedonios por tener este tesoro».