Madre Teresa a CL: «Sed testigos del amor de Cristo»

La carta que la monja de Calcuta envió con motivo del congreso “La caridad existe. Obras que cambian la vida”, celebrado el 27 de enero de 1990 en el Palalido de Milán.

A todos los presentes en el congreso de Comunión y Liberación sobre la caridad.
Jesús vino para darnos la buena nueva de que Dios es amor, que nos ama y quiere que nosotros nos amemos unos a otros como Él ama a cada uno de nosotros.

Para hacernos esto (más) fácil, Jesús dijo: «Cualquier cosa que hagáis al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hacéis. Si dais un vaso de agua en mi nombre, a mí me lo dais. Si recibís a un niño en mi nombre, a mí me recibís».

Cuando muramos y volvamos a la casa del Padre, Jesús nos dirá: «Venid, benditos de mi Padre, recibid el Reino preparado para vosotros. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba desnudo y me vestisteis. Estaba solo y me amasteis». Aprended estas palabras de memoria: «A mí me lo hacéis».

Por eso, todos los que servimos a los pobres, los leprosos, los enfermos de Sida, los no deseados, los no amados, estamos con Jesús bajo los dolorosos semblantes del más Pobre entre los Pobres, en cada momento de la jornada. Por esta razón, les digo a las Misioneras de la Caridad: nosotras somos realmente contemplativas en el corazón del mundo, porque estamos con Jesús en cada momento.

Por eso es importante rezar: porque la oración da un corazón puro y un corazón puro permite ver a Dios.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz.

Pidamos a la Virgen que nos dé un corazón como el suyo, tan hermoso y tan puro, para que podamos amar a Jesús como ella le amó y sirvió, bajo los dolorosos semblantes del más Pobre entre los Pobres.
Este amor transformará todo amor humano en Amor divino y llevará la Paz.
Yo rezaré por cada uno de vosotros para que podáis crecer en santidad a través de este amor -amor en acto- y podáis así ser testigos del amor de Dios y difundir su fragancia allá donde vayáis. Rezad por mí, por nuestros pobres y por nuestra sociedad.

Que Dios os bendiga.
Madre Teresa