Las cuatro hermanas asesinadas en Yemen.

Pequeñas semillas de un amor más grande

Sor Cyrene, provincial de las Misioneras de la Caridad en Italia, habla sobre la muerte de las tres hermanas en Adén. «Se puede responder solo perdonando». (De Radio Vaticana)
Antonella Palermo

En Yemen todavía no hay certezas sobre la matriz del comando que hace unos días atacó la Casa de asistencia a ancianos y personas con discapacidad en Aden, gestionada por las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta. Los terroristas mataron a cuatro religiosas y a otras 12 personas que trabajaban allí. Solo sobrevivió la superiora, sor Sally, mientras que el padre Tom, salesiano, fue secuestrado por los yihadistas. Se ha perdido su rastro. Sor Cyrene, provincial de las Misioneras de la Caridad en Italia, cuenta en esta entrevista cómo está viviendo su comunidad esta historia tan dramática, que recuerda al martirio de otras tres hermanas en Yemen en el año 1998: «Junto a la comunidad, estamos viviendo en el silencio, la oración y la escucha de la Palabra de Dios, de su voluntad. Por supuesto, con gran sufrimiento, pero también con la esperanza de que todo esto sea una semilla para una vida nueva, para un amor más grande».

Han sido mujeres que han dado la vida, devolviendo a muchas personas una vida digna, ofreciéndoles ayuda y dando su vida…
Como Misioneras de la Caridad, ofrecemos nuestra vida a Dios por los más pobres entre los pobres. La Madre Teresa diría: «Son Jesús para nosotros», y sus ojos sufrientes son la mirada de Cristo que desde la Cruz grita: «¡Tengo sed! Tengo sed de tu amor». Por lo tanto, las hermanas ya habían ofrecido su vida. Al mismo tiempo, es estar a los pies de la Cruz con María, atender a Jesús que agoniza. Este también fue el motivo por el que las hermanas se quedaron allí, en Aden, sirviendo a los pobres, en lo escondido, en silencio… Una vida cotidiana hecha de cosas pequeñas: eso es vivir a los pies de la Cruz. Durante los bombardeos de estos últimos meses, las hermanas eran muy conscientes de que estaban arriesgando la vida. También debemos hablar de sus colaboradores, esas personas que han sido asesinadas y han dejado familias.

¿Usted tenía algún contacto con ellas?
Solo con una hermana, sor Marguerite: una hermana muy alegre.

¿No tenían miedo?
Temor siempre hay: un temor lleno de coraje. Apoyadas sobre todo por la gracia.

Como Misioneras de la Caridad, deciden permanecer sirviendo a los pobres y necesitados…
Sí. Tenemos otras tres comunidades presentes actualmente en Yemen. Tenemos personas enfermas, con discapacidad, y no les abandonamos.

El domingo en el Ángelus, el Papa conmovió al mundo por las palabras que pronunció recordando a estas tres hermanas, definiéndolas como “mártires de la indiferencia”. ¿Cómo resuenan en usted estas palabras del Papa Francisco?
El Santo Padre habló de la “indiferencia” y la Madre Teresa decía que “la indiferencia es el peor de los males que afligen a la humanidad”. Luego hablamos de misericordia: la palabra en sí nos señala el corazón, nos lleva al corazón. Y parece que a dos de las hermanas les dieron directamente en el corazón. Es una cuestión de corazón. La indiferencia nos hace morir por dentro. La misericordia revive el corazón, así que solo podemos responder con el corazón. A lo que parece violencia, ataque, agresividad e incluso indiferencia, solo se puede responder con la misericordia, es decir, con el corazón. Es una decisión del corazón.

¿Eso significa perdonar?
Sí, significa perdonar. Y cuando más perdonamos, más se nos perdona. Cuando más vivimos y donamos misericordia, más la recibimos.

Pero es muy difícil perdonar actos así.
Sí, solo es posible con la ayuda de Dios. Es un don… y son pequeñas semillas. El signo de Dios es una pequeña semilla, y por tanto estamos llamadas a mostrar pequeñas semillas. También la historia, la vida de nuestras cuatro hermanas y de tanta gente en el mundo de hoy, en todos los rincones del mundo y también en lugares muy turbulentos, como Siria. Nosotras estamos presentes en Siria e Iraq, en Tierra Santa. Son pequeñas semillas –pequeñas–, a veces parecen insignificantes, pero son semillas que el Señor utiliza para multiplicar su amor, para que el amor sea más grande.

El 15 de marzo el Papa firma el Decreto de canonización de la Madre Teresa. ¿Cómo están viviendo este hecho?
También aquí, con la oración, con la certeza de que la Madre nos protege desde el cielo e intercede por nosotras.

¿Qué significa para ustedes que ahora sea santa?
La Madre ya nos recordaba que “la santidad no es algo extraordinario sino un deber sencillo para ti y para mí”. Seguimos viviendo esto en lo ordinario, en la sencillez de nuestra vida, haciendo cosas pequeñas con un amor extraordinario. Y seguramente la Madre Teresa esté presente, muy presente, en nuestra vida.