Algo nuevo está por venir

La dificultad de "salir" de lo que ya conocemos y el desafío del Papa. En sus discursos durante su reciente viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, hay algo nuevo a lo que abrir nuestros corazones (de "Zenit.org")
Marco Montrasi*

Pensando estos días en el viaje del Papa Francisco a América Latina, lo primero que me viene a la cabeza es que he tenido la sensación de estar ante algo nuevo. Me explico mejor: para cambiar, hay que ser un poco visionarios. Estamos acostumbrados a vivir a un ritmo frenético, tenemos poco tiempo para levantar la cabeza, para mirar el cielo, para fijarnos en el horizonte. De este modo, cada vez se debilitan más los estímulos para pensar, crear, imaginar. Vivimos inmersos en lo que ya sabemos, aplicando categorías que ya conocemos y que nos dan una cierta seguridad. Cuando ni siquiera tenemos tiempo para mirar “más allá” ni para mirar “al otro”, es difícil salir de lo ya sabido.
Pero algunos hombres pueden tener “visiones”. Creo que este no es solo un problema de inteligencia: por ejemplo, a veces sucede que se vive una experiencia de plenitud tan grande que se percibe una energía creativa que nos hace pensar, crear, imaginar, ver algo como nunca lo habíamos visto antes. Creo que lo nuevo nace así, creo que el mundo nació así…

He hecho esta premisa porque me llama la atención la manera en que el Papa habla de un cambio necesario y urgente. Habla del cambio del hombre y entra en detalles. Por ejemplo, respecto al modelo económico actual de las sociedades más desarrolladas. ¿Es posible una economía solidaria donde el centro sea la persona y no el dinero? Es algo hermoso y deseable, pero para la mayoría es solo una utopía. Sin embargo, al oír tanto hablar de ello, me surgen ciertas preguntas: ¿quién ha dicho que una empresa debe cotizar obligatoriamente en bolsa para poder crecer? ¿Los parámetros para medir la productividad de una empresa pueden ser distintos de los que son? ¿Qué significa para una empresa “crecer”? ¿Puede cambiar todo esto? ¿Podemos empezar a pensar que es posible?
Me parece que el desafío que nos lanza el Papa supone una novedad grandiosa y real para nosotros. Sobre todo en relación a ciertos pasajes de sus discursos, que me han llamado la atención particularmente y que retomo aquí.

El mejor vino está por venir
«Toda esta historia comenzó porque “no tenían vino”, y todo se pudo hacer porque una mujer –la Virgen– estuvo atenta, supo poner en manos de Dios sus preocupaciones, y actuó con sensatez y coraje. Pero hay un detalle, no es menor el dato final: gustaron el mejor de los vinos. Y esa es la buena noticia: el mejor de los vinos está por ser tomado, lo más lindo, lo más profundo y lo más bello para la familia está por venir. (…) Y el mejor de los vinos está por venir, aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario. El mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo. Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor vino está por venir. Murmúrenselo cada uno en su corazón: el mejor vino está por venir. Y susúrrenselo a los desesperados o a los desamorados: tened paciencia, tened esperanza, haced como María, rezad, actuad, abrid el corazón, porque el mejor de los vinos va a venir. (…) Jesús siente debilidad por derrochar el mejor de los vinos con aquellos a los que, por una u otra razón, ya sienten que se les han roto todas las tinajas» (Homilía en la misa por las familias, Parque de los Samanes, Guayaquil, Ecuador, 6 de julio de 2015).

¿Cómo se puede decir, en el momento histórico que estamos viviendo, que el mejor vino es el que aún debe venir? ¿Y que la realidad más amable aún está por llegar? No es que si me lo repito muchas veces por parte de magia terminaré por creerlo. Aquí se trata de fe, se trata de creer en alguien que lo dice con tal certeza que empieza a hacer que yo acepte la posibilidad de que lo que está diciendo sea real. Abrir el corazón para creer en Alguien que lo puede todo, como dijo el Papa en su visita al centro de rehabilitación Santa Cruz - Palmasola, en Bolivia: «Porque cuando Jesús entra en la vida, uno no queda detenido en su pasado sino que comienza a mirar el presente de otra manera, con otra esperanza. Uno comienza a mirar con otros ojos su propia persona, su propia realidad. No queda anclado en lo que sucedió, sino que es capaz de llorar y encontrar ahí la fuerza para volver a empezar. Y si en algún momento estamos tristes, estamos mal, bajoneados, los invito a mirar el rostro de Jesús crucificado. En su mirada, todos podemos encontrar espacio» (10 de julio de 2015).

No olvidar dónde estabas cuando te “pescaron”
«No caigan en el alzheimer espiritual, no pierdan la memoria, sobre todo la memoria de dónde me sacaron. La escena del profeta Samuel cuando es enviado a ungir al rey de Israel: va a Belén, a la casa de un señor que se llama Jesé, que tiene 7 u 8 hijos –no sé–, y Dios le dice que entre esos hijos va estar el rey. Y, claro, los ve y dice: “Debe ser este”, porque el mayor era alto, grande, apuesto, parecía valiente… Y Dios le dice: “No, no es ese”. La mirada de Dios es distinta a la de los hombres. Y así hace pasar a todos los hijos y Dios le dice: “No, no es”. Se encuentra con que no sabe qué hacer el profeta; entonces le pregunta al padre: “¿No tienes otro?”. Y le dice: “Sí, está el más chico ahí cuidando las cabras o las ovejas”. “Mándalo llamar”, y viene el mocosito, que tendría 17, 18 años –no sé–, y Dios le dice: “Ese es”. Lo sacaron de detrás del rebaño. (…) No se olviden de dónde los sacaron. No renieguen de las raíces» (Encuentro con el clero, los religiosos, religiosas y seminaristas en el santuario nacional mariano El Quinche, Ecuador, 8 de julio de 2015).

¿De dónde me sacaron? Yo era como David, estaba perdido con mis cosas, y mi vida cambió en un encuentro. Qué verdad es que hacer memoria de dónde estaba cuando me “pescaron” me ayuda a darme cuenta de muchas cosas que no han sucedido de manera obvia, y eso me hace ser menos presuntuoso, me hace volver a dar gracias. Nos devuelve a una relación.

Soy yo el que sigo a la Iglesia
«El mundo de los movimientos populares es una realidad; es una realidad muy grande, en todo el mundo. Lo que yo hice es darles la Doctrina social de la Iglesia, lo mismo que hago con el mundo de la empresa. Hay una Doctrina social de la Iglesia. Si lee lo que dije a los movimientos populares, que es un discurso bastante largo, es un resumen de la Doctrina social de la Iglesia, pero aplicada a su situación. (…) Y cuando me dirijo al mundo de la empresa, digo lo mismo, o sea, qué dice la Doctrina social de la Iglesia al mundo de la empresa. Por ejemplo, en Laudato si’ hay una parte sobre el bien común y la deuda social de la propiedad privada que va en ese sentido; pero es aplicar la Doctrina social de la Iglesia. (…) Soy yo el que sigo a la Iglesia en esto, porque simplemente predico la Doctrina social de la Iglesia a este movimiento. No es una mano tendida a un enemigo, no se trata de un hecho político. Es un hecho catequético» (Conversación con los periodistas en el viaje de regreso desde Asunción a Roma, 12 de julio).

Una sola anotación: yo también me he dado cuenta, hablando con muchos amigos, de que no conocemos la Doctrina social de la Iglesia y que, en este momento tan lleno de desafíos, será interesante profundizar en ella. He entendido mejor que el Papa no está inventando una nueva teología. Lo que dice, lo dice de un modo personal pero totalmente inmerso en el cauce de la Iglesia.

En esta época dramática, en que sentimos cierto miedo del futuro, todos intentamos responder a la pregunta: “¿Cómo se puede vivir?”. Y cuando ves a alguien que vive mejor (y que hace que otros vivan mejor), más allá de los múltiples análisis que se puedan hacer sobre él, la hipótesis más razonable puede ser seguirle, no dejar de seguirle para llegar a comprender cómo vive. Y casi por ósmosis, esa esperanza puede llegar a ser también mía.

El hombre de hoy necesita sentir que un corazón nuevo late dentro del suyo, no puede acostumbrarse a estar, en último término, solo y asustando. «¡Sed libres!», nos dijo el Papa hace poco. Podemos acostumbrarnos a muchas cosas, incluso a estar solos con nuestras interpretaciones, sin un padre. Pero hay uno que dice que el mejor vino (incluso para quien piense que ya ha roto todas sus tinajas) está por venir.
*responsable de Comunión y Liberación en Brasil