Monseñor Kaigama, arzobispo de Jos.

Monseñor Kaigama: «El país con el que sueño»

Maria Acqua Simi

«Esperamos que esta decisión se haya tomado con buena intención y que, después de haber resuelto los problemas citados por la Comisión electoral independiente, las elecciones finalmente se celebren». Es el deseo que monseñor Ignatius Kaigama, arzobispo de Jos y presidente de la Conferencia Episcopal nigeriana, expresó a la agencia Fides tras la decisión de posponer las elecciones presidenciales, previstas para el 14 de febrero. Las razones son los problemas de seguridad vinculados a la violencia de Boko Haram. «La Iglesia, mediante la Comisión Justicia, Paz y Desarrollo de varias diócesis, está siendo muy activa a la hora de preparar a los fieles para las elecciones, mientras se dispone también a monitorizar la consulta con sus propios observadores», continúa monseñor Kaigama: «Como es sabido, no ofrecemos indicaciones de voto, pero seguimos señalando a la población la importancia del voto y el hecho de que acudir a las urnas es un deber cívico». En opinión del prelado, la Iglesia nigeriana no hace política pero sí le interesa, para el bien de todos, que los resultados electorales sean creíbles y correctos, «con la esperanza de que puedan contribuir a la paz en nuestro país».

El presidente Goodluck Jonathan trata de conseguir un nuevo mandato, ¿cómo cree que le irá?
2015 será un año crucial para nuestro país, y nosotros miramos a estas elecciones con una esperanza renovada. También creo que las elecciones, a pesar del miedo, irán bien. Es verdad que la atmósfera política está llena de tensión. No faltan las intrigas políticas ni las múltiples estrategias por parte de unos y otros, pero soy optimista sobre el hecho de que el electorado está unido y dispuesto a elegir a un líder. Confiamos en que haya elecciones libres, equitativas y pacíficas. Y confiamos también en los partidos políticos y en sus candidatos, que han firmado un acuerdo para renunciar a la violencia y comprometerse en garantizar una jornada electoral pacífica.

¿Qué espera del próximo presidente?
Todos esperamos mucho. Nigeria necesita seriamente un liderazgo propositivo. El próximo presidente tendrá que afrontar varias cuestiones candentes y mejorar el status quo. Aún más importante, tendrá que unir al pueblo nigeriano y poner fin a la violencia que está azotando la zona nororiental del país. Para hacerlo, tendrá necesariamente que promover la tolerancia interreligiosa y trabajar tenazmente en su catálogo de servicios sociales.

¿Cómo valora lo realizado por el actual presidente?
Como cualquier otra administración, el gobierno de Goodluck Jonathan ha tenido éxitos y debilidades. Pero para responder no hay nada mejor que esperar a las elecciones.

¿Existe una solución política y diplomática para detener el terrorismo de Boko Haram? ¿O haría falta una respuesta militar más fuerte?
El uso de la fuerza sirve de poco. Sin duda, es innegable que ha permitido al ejército nigeriano poner bajo presión las fortalezas de Boko Haram en el noreste. Eso ha garantizado que, al menos geográficamente, esta secta no se extendiese y quedara confinada. Sin embargo, a pesar del vasto despliegue militar, nadie es capaz de eliminarla completamente. Hasta ahora, las negociaciones políticas con Boko Haram no han dado fruto. Como alguien ha descrito muy bien, Boko Haram es una hidra con múltiples cabezas. Cuando cortas una cabeza, aparece otra. Se trata de un problema complejo. Cualquier respuesta militar solo es una parte de la solución. Son mucho más importantes las respuestas diplomáticas, sociales, políticas, administrativas y (en algunos casos) legales. Parte de todo ello deberá implicar de un modo más proactivo al pueblo, a los políticos, a los líderes religiosos y a las autoridades nigerianas, en el continente africano y en el mundo entero. Pero la verdadera respuesta está en la educación, en ofrecer a los jóvenes la posibilidad de tener una educación y quizás unir a ello grandes campañas mediáticas contra el terrorismo. Solo así podremos reducir el reclutamiento y la radicalización de los jóvenes en esta secta islamista.

Boko Haram también actúa en Camerún y el Chad. ¿Cómo se les puede frenar? ¿La colaboración de los países de la región es suficiente?
Las recientes declaraciones del presidente de Ghana, John Mahama, que planteaba la idea de una fuerza regional anti-Boko Haram, es sin duda un hecho positivo. Los líderes africanos que se reunieron en Francia acordaron férreos controles fronterizos, compartiendo los servicios de inteligencia y adoptando una posición colaboradora en la lucha contra esta secta. Pero considero que hoy hay una necesidad urgente de ir más allá de la retórica y pasar de las palabras a los hechos. Si otras naciones siguen pensando que lo que está sucediendo en solo un asunto nigeriano, tal vez no se den cuenta del gran peligro que corren. El riesgo de que este fenómeno se extienda existe realmente, no es una quimera.

¿Cómo valora el papel de Occidente?
No hemos visto que Occidente haya tenido un papel práctico para ayudar a Nigeria a frenar la insurrección de Boko Haram. Solo hemos oído hablar de firmar acuerdos y estrategias, pero todo se queda ahí. No hay resultados concretos y la situación no ha mejorado en absoluto. Los países occidentales deberían actuar concretamente e ir más allá de la simple expresión de solidaridad. Porque lo que está pasando aquí destruye al hombre en cuanto tal: mina nuestro origen común y elimina cualquier sentido de humanidad, que debería unirnos a todos como hermanos. En cambio, nos encontramos con una cerrazón egoísta. Occidente debería ampliar sus horizontes hacia el mundo, no moverse solo cuando le interesa. Es necesario desarrollar un sentido de responsabilidad universal, una profunda preocupación por todos, independientemente del credo, color o nacionalidad. Por su parte, Nigeria debe tener coraje y movilizar los recursos disponibles de un modo inteligente, para alcanzar la paz y poder mirar al destino con serenidad. Si la ayuda es bienvenida en cualquier momento y en cualquier parte, también Nigeria debe hacer su papel de un modo eficaz y, con un altísimo sentido del deber, poner en primer lugar al hombre.

¿Qué futuro ve para Nigeria?
Se dice que cuanto más oscura es la hora, más cerca está el alba. Creo que, como el mítico fénix, Nigeria resurgirá de sus cenizas. Miro a una nación donde musulmanes y cristianos de varias etnias puedan convivir pacíficamente y donde los males y horrores de hoy puedan pasar al vertedero de la historia. Creo que Nigeria, como el proverbial gigante de África, tiene potencial para ser un faro en nuestro continente, en cuanto a progreso y compromiso para el futuro. Pero es un compromiso que debemos asumir todos, ciudadanos y autoridades, trabajando juntos por el bien común. Así la Nigeria de nuestros sueños podrá ser una realidad.