El nuncio apostólico Mario Zenari.

«Hace falta estar, y que nadie nos olvide»

Anna Minghetti

«Este conflicto debe terminar, tiene que terminar». Lo repite monseñor Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, después del encuentro promovido por el Pontificio Consejo Cor Unum celebrado a finales de mayo en Italia con representantes de las organizaciones caritativas que trabajan en la crisis siria. El nuncio describe una situación en la que por desgracia no se ven mejorías. «En Damasco, donde yo vivo, hay mucha inseguridad, continuos disparos de mortero. Antes de Pascua uno de ellos cayó en el patio de una escuela católica armenio-católica, justo antes de las ocho, cuando los niños entraban a clase. Uno murió y sesenta resultaron heridos. A una niña de nueve años, que visité en el hospital, tuvieron que amputarle ambas piernas. El día de Pascua, otra vez igual. Mientras estaba en mi estudio oí un estallido: era otra bomba, no muy lejos de la nunciatura. Cayó en la terraza de una casa donde estaba un hombre con dos niños de cuatro y diez años, murieron todos en el acto. Es tal el sufrimiento de los civiles y de los niños que causa mucha impresión».

¿Cuál es la labor de un pastor que tiene que afrontar una situación así?
Conozco varias parroquias que dan un ejemplo muy hermoso, un testimonio precioso. Todos en general se han quedado, sacerdotes, religiosos y religiosas, y naturalmente ayudan en función de los medios que tienen. Pero diría que el valor añadido es su sola presencia. Tener un párroco, una monja, un religioso, en una localidad, en un pueblo, supone una cierta seguridad, un conforto para los cristianos y también, por lo que he visto, para los musulmanes que están en la zona. Por lo tanto, diría que la presencia es un valor añadido muy valioso, más aún que la ayuda que se pueda prestar.

¿Cómo valora el encuentro de Cor Unum?
Ha sido precioso el momento que hemos compartido con el Papa. Ha sido un encuentro familiar, porque estaba fuera del programa. Ha querido dedicarnos unos minutos en Santa Marta antes de irse a la ordenación episcopal. Yo diría que muy familiar. Nos ha insistido en varias cosas, en la necesidad de poner punto final a la guerra, y por tanto también al tráfico y venta de armas. Nos ha dado las gracias por estar cerca del sufrimiento de tanta gente y por la ayuda humanitaria que debe garantizarse para todos.

¿Qué podemos hacer nosotros por Siria?
Por desgracia este es un conflicto que está al borde del olvido. Y esa es otra desgracia que se añade a la ya grave desgracia que sufrimos. Hay que hablar y mantener las conciencias despiertas entre la gente de fuera de Siria, de todo el mundo. Hablar de este sufrimiento y del sinsentido de este conflicto. Los medios debe comprometerse a no dejar caer en el olvido este conflicto, sería un drama añadido.