El coraje de sus gestos y de sus silencios

Luca Fiore

El Papa ha regresado a Roma y en Jerusalén la vida continúa como siempre. Aunque las imágenes de la peregrinación de Francisco en Tierra Santa no se olvidarán fácilmente. A orillas del Jordán, en la plaza del pesebre de Belén, ante el muro que separa la frontera de los territorios palestinos, a los pies del muro de las lamentaciones, de rodillas en el Santo Sepulcro junto a Bartolomé I, en el Yad Vashem... Los gestos y los silencios, antes aún que las palabras. Pero también las palabras: claras, sin equilibrismos, a veces lapidarias. Entre los que seguían cada paso del Santo Padre estaba el vaticanista Stefano Maria Paci, con el que intentamos hacer un balance de este viaje histórico.

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención estos días?
El coraje del Papa Francisco. Es capaz de hacer gestos que no están previstos en el protocolo vaticano, aunque siempre con mucha prudencia. Pienso en la invitación a los presidentes de Palestina e Israel para compartir en el Vaticano un momento de oración y diálogo por la paz. Es una iniciativa que ha sorprendido a todos. Se trata de una invitación imposible sin un acuerdo preliminar, acuerdo que me han confirmado varias fuentes. Sin embargo, él y el cardenal Pietro Parolin tomaron esa decisión con el corazón y con la fe, sin demasiados miramientos diplomáticos. También me ha impresionado el conmovedor momento de la oración del Papa y Bartolomé I de rodillas en la piedra del Santo Sepulcro. Como dicidendo que la unidad solo se puede lograr volviendo a los orígenes.

Algunos gestos han sido duros. La polémica se escondía en cada rincón...
Sí, ha habido cierta polémica. Tanto que el día siguiente a su visita al muro de la discordia en Belén, Benjamin Netanyahu pidió al Papa, de hecho le obligó, a visitar las lápidas en memoria de las víctimas del terrorismo. El Papa, naturalmente, aceptó. La visita a la tumba del fundador del sionismo, Theodor Herzl, es obligada desde hace tres años para los jefes de Estado que visitan Israel. Y al día siguiente evitó un posible incidente diplomático...

¿Cuál?
Estaba previsto un encuentro privado con el primer ministro israelí. Netanyahu empezó a hablar cuando las cámaras aún estaban presentes y el padre Pizzaballa traducía para el Papa. Habló de la necesidad del muro, dijo que si no hubiera terrorismo la barrera no existiría, subrayó que en Israel los cristianos están protegidos mientras que en los países árabes se ven obligados a huir... Las cámaras estaban grabando. Cualquier cosa que hubiera respondido el Papa, aunque fuera una reacción de pura cortesía, habría dado lugar a polémica. Francisco se dio cuenta, miró a Netanyahu, luego a las cámaras y después preguntó: «¿Estos coloquios no deberían ser privados?». Entonces pidieron a las cámaras que salieran. Francisco fue muy hábil.

¿Cuál ha sido la reacción de la opinión pública local?
Las reacciones han sido muy positivas. Todo un éxito. El Papa habla con sus gestos y también con sus palabras. Sobre todo con gestos silenciosos, que son los que se quedan grabados no solo en los ojos de los periodistas sino también en la gente. La oración en el Muro de las Lamentaciones, un gesto que también tuvieron sus dos predecesores, ha tenido un rasgo inédito. Al girarse, Francisco dio un abrazo a su amigo el rabino de Buenos Aires y al representante islámico argentino, que quiso estar a su lado durante todo el viaje. Se trata de una inteligencia también política. Bergoglio es un Papa que parece sencillo, pero que está demostrando tener una gran habilidad diplomática. El abrazo en el muro de las lamentaciones es una imagen simbólica, que no solo nos dice que es posible la paz entre religiones, sino también que las religiones están llamadas a construir la paz.

Lo que habrá en el Vaticano con Peres y Abu Mazen será un momento solo de oración. ¿Es una estrategia?
No es tarea del Papa organizar negociaciones de paz, sería una injerencia. La invitación es a un momento de oración, que naturalmente se transformará en algo más que eso. Pero es significativo que, en el texto que se nos hizo llegar embargado a los periodistas, no estuviera la frase de la invitación. Hablé con la persona que tradujo el texto al israelí y al árabe y me dijo que ese pasaje se había traducido hacía varios días. Ha habido mucha cautela, porque se temía que si la noticia se difundía antes, alguna cancillería internacional hubiera podido bloquear la iniciativa.

¿Cómo valora el encuentro con Bartolomé I?
Creo que la clave de lectura está en lo dicho en nla conferencia de prensa en el avión de regreso. El Papa dijo que Bartolomé le ha reiterado lo que Atenágoras dijera a Pablo VI: «Pongamos a todos los teólogos en una isla, y nosotros nos vamos juntos». Pero la custión es también subrayar la apertura al diálogo en el primado de Pedro. Francisco ha hablado de una forma «de ejercicio del ministerio propio del Obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva». Tanto Juan Pablo II como Joseph Ratzinger hablaron de ello, pero el hecho de volver a este punto precisamente durante el encuentro oficial con Bartolomé da un empujón a este proceso de acercamiento. Podemos esperar nuevas sorpresas. En el fondo, el hecho de presentarse ante el mundo como «el obispo de Roma», más que como «Papa» nos da a entender que es algo que Bergoglio valora mucho. Para él, la división entre los cristianos es «un escándalo». La misma basílica del Santo Sepulcro, uno de los lugares más sagrados para la cristiandad, es también el lugar donde esta división se hace más evidente. Basta pensar en las imágnes de hace unos años que mostraban a unos religiosos emprenderla a golpes de candelabro...


¿Qué mensaje deja a los cristianos de Tierra Santa?
El Papa ha pedido a los responsables del pueblo palestino e israelí evitar cualquier discriminación a los cristianos. Los cristianos quieren participar, deben participar, en la construcción del bien común, porque son ciudadanos como todos los demás. En realidad, hay muchos problemas a este nivel. Pero creo que lo que más preocupa a la Iglesia es detener el éxodo de estas tierras. Aquí los cristianos no solo se sienten como una minoría, sino como una minoría perseguida. Por eso asistimos a un éxodo terrible en la tierra de Cristo. El riesgo es una Tierra Santa sin cristianos. Uno de los primeros objetivos de este viaje era confortar a los fieles de esta región, animarles, ayudarles a tomar conciencia de su responsabilidad. Pero también mostrar al mundo que la situación es tranquila y que los fieles pueden venir aquí como turistas y como peregrinos. Apoyar a esta región, también económicamente, es un modo de colaborar a que las tensiones se atenúen.