Padre Giuseppe Berton.

Los niños del padre Bepi

Alberto Savorana

El padre Giuseppe Berton nació en 1932 en la provincia italiana de Vicenza. Entró en la orden de los javerianos y en el 64 partió de misión hacia Sierra Leona, donde veinte años después se estableció definitivamente. Entre las obras que nacieron fruto de su trabajo, destacan el Family Homes Movement, una asociación de hogares familiares que acogen a menores en situación de dificultad, y un centro de acogida en Lakka para huérfanos y ex niños soldados.
Ha fallecido a la edad de 81 años. Publicamos su testimonio del 25 de enero de 1999, nada más ser liberado tras permanecer secuestrado durante diez días en Freetown.


Queridos amigos, os escribo desde Lungi, desde la paz de nuestra casa. Desde aquí vemos Freetown todavía atormentada por las bandas de rebeldes. Los diez días de terror pasados junto con las seis hermanas de la Madre Teresa, el hermano Guri (posteriormente liberado; ndr.) y un grupo de indios que aún permanecen en manos de los rebeldes siguen ocupando mi mente y mis preocupaciones. Le pido a Dios para que continúe protegiendo a los que aún viven en la cárcel bajo el terror. Mientras intentábamos inútilmente dormirnos, el padre Guri me decía: «Si pasara lo peor, lo que más me atormentaría es el sufrimiento de los míos. Yo no espero la muerte, quiero vivir, pero me siento tranquilo y preparado. Sólo me angustia el sufrimiento de los míos».
Espero de Dios el milagro que ya ha obrado con nosotros. Sin embargo, para una de las hermanas recién llegada aquí, tenía un designio distinto: la sepultamos ayer envuelta en un plástico.
¡Cuántas veces he rezado el salmo 90 que nos pone al amparo de las alas de Dios! Nuestra impotencia a la hora de buscar una salida o de adivinar qué pasará es total.
Ayer mismo asistí a una escena de éxodo bíblico. Hay un lugar desde donde se puede ver el doble camino que sube a Freetown. Hasta donde alcanzaba a ver, se extendía una marea de cabezas que empujaba para poder entrar en la ciudad, una avalancha de gente que huía de la furia de los rebeldes. No podemos evitar la angustia de hacer previsiones para el futuro de nuestra gente, sobre todo los jóvenes. No estoy pensando tanto en la reconstrucción material, sino en la moral. Pienso en el tremendo esfuerzo necesario para que jóvenes que han roto cualquier clase de regla moral, sin ningún freno y diría con gusto satánico, recuperen la conciencia del bien y del mal. Es satánico tirar a un niño al fuego, disfrutar viendo el sufrimiento y el terror de quien está amenazado de muerte, romper con una barra de hierro la cabeza de un hombre indefenso, el deseo enloquecido de quemar todo y a todos. Incluso niños han cometido estas atrocidades, niños trasformados por la corrupción y el mal en verdaderos demonios. En estos días al ver a niños ex rebeldes o ex soldados a quienes había salvado de las garras de militares o de la policía criminal, cometer semejantes maldades me preguntaba apesadumbrado cómo sería posible su recuperación. Este es un país que ha perdido a sus hijos.
Me desconcierta que se haya dejado de buscar el diálogo, no el diplomático, sino el diálogo entre padres e hijos. En una nación pequeña, donde todos son más o menos familia, reanudar una posibilidad de diálogo, antes o después llevará a una posible salida.
Padre Giuseppe Berton, 25 de enero de 1999