Francesc Torralba.

Contra la inercia

XIV CONGRESO CATÓLICOS Y VIDA PÚBLICA
Nacho Álvarez O’Dogherty

FRANCESC TORRALBA ROSELLÓ, director de la cátedra Ethos de Ética Aplicada de la Universidad Ramón Llull, en la ponencia conclusiva del Congreso ha dicho que la fe ha de ser expuesta públicamente porque "vivimos en un contexto muy plural donde conviven personas de diferentes credos"

Empiezan a soplar los primeros vientos postsinodales y ya se oyen voces que concretan y traducen su mensaje. El consultor del Consejo Pontificio de la Santa Sede, Francesc Torralba Roselló, ha sido uno de los primeros. En la clausura del decimocuarto Congreso de Católicos y Vida Pública en la Universidad San Pablo CEU, el profesor catalán habló de los desafíos presentes en la Nueva Evangelización. Roselló fue claro: “¿Hay posibilidades para cultivar la virtud teologal de la esperanza en la comunicación de la fe en Europa?”. Mirando de frente a la realidad religiosa europea, afirmó que no basta con los buenos deseos e intenciones a la hora de “encontrar intersticios para llegar al ciudadano”, sobre todo en un contexto cada vez más apocalíptico, si nos remitimos, por ejemplo, a lo dicho por Edgar Morin o Zygmunt Bauman. Interpretando las “palpitaciones de los tiempos”, Torralba Roselló se remitió al uso de la parábola del payaso que Ratzinger tomó prestada de Kierkegaard. La narración habla de un circo situado cerca de un pueblo y en el que se está preparando una función. En un momento dado se produce un incendio y el director del circo llama al payaso para que avise del peligro a los aldeanos y les pida ayuda. El payaso, debido entre otras cosas a su indumentaria, no es creído ni escuchado y la aldea termina quemándose. El filósofo catalán expresó entonces la idea de que quizás, para que el mensaje sea creíble, sea importante saber qué tipo de ropaje llevamos, es decir, “ver de qué hablamos en el ágora”.
En una ponencia dirigida en especial a los laicos, Torralba dijo que hay que adentrarse con audacia, “con la capacidad de asumir opciones arriesgadas en las que uno puede ser vejado ya que el hombre debe expresar lo que cree incluso en entornos hostiles”. Entonces, insistió, “resulta fundamental la autoformación”, que permite salir del “círculo cerrado de la endogamia” y vencer los temores por los que uno se acompleja y termina privatizando su experiencia de fe al no poder dar razones de ella, cayendo en un “cristianismo inercial”. Para ello no hay que olvidar que todo pasa por la humildad y, sobre todo, por el reconocimiento de la propia debilidad ante las heridas de la Historia. “Solo cuando estamos allá somos creíbles”, concluyó.

Destinatario y nuevos tiempos
Al considerar al “receptor” del mensaje, el profesor destacó la “avidez de novedad” en la que se encuentra el ciudadano europeo en contraste con la paradójica impresión que le lleva a decir “esto es más de lo mismo”. Por ello resulta fundamental la labor encaminada a romper los prejuicios de lo anacrónico y de lo obsoleto para hacerle ver que es algo nuevo para cada ser humano. “Es necesario saber dónde nace el prejuicio, dónde se fabrica”, con la consiguiente crítica de las instituciones educativas y medios de comunicación que tienden a mostrar únicamente las debilidades del hombre. El destinatario es alguien, además, “cada vez más ajeno a la oralidad y cada vez más consumidor de imágenes”, pues, al igual que las imágenes de las catedrales estaban destinadas a educar, hoy debemos saber educar a través de imágenes. El que permanece indiferente también quiere vivir con sentido y no podemos permanecer menos indiferentes ante el que busca y está abierto. “Luego está el fenómeno de los alejados” que se fueron muchas veces sin hacer ruido, sobre los que “habrá que preguntarse por qué se fueron”.