«Después de cada misa los fieles se dicen adiós»

Publicamos un fragmento del comunicado de prensa de Ayuda a la Iglesia Necesitada en Italia, con declaraciones del arzobispo maronita de Damasco, monseñor Samir Nassar

«Siria está en un callejón sin salida. Y no hay ninguna solución en el horizonte». El arzobispo maronita de Damasco, monseñor Samir Nassar, describe con estas palabras el momento actual que atraviesa su país. «Hemos pasado once meses de crisis y la violencia duplica su intensidad», afirma el obispo. Cuenta que la Iglesia en Siria se encuentra en una situación «impotente y abrumada por las necesidades de la comunidad», que superan ampliamente sus modestos medios. El apoyo psicológico de los ciudadanos ya forma parte del servicio pastoral, y a las necesidades de los refugiados iraquíes se añaden las de los cada vez más numerosos desplazados de nacionalidad siria. «Con la retirada de los embajadores árabes y occidentales –explica monseñor Nassar– conseguir un visado es prácticamente imposible, una pesadilla sobre todo para los iraquíes que se han quedado bloqueados en Damasco».
La moral de los ciudadanos es pésima y el futuro, tan incierto que «al final de cada misa los fieles se dicen adiós». La devaluación de la moneda siria ha reducido en más del 60% el poder adquisitivo de los ciudadanos y el embargo económico sacude sobre todo a la población común: inflación, pobreza, gran aumento del desempleo, al tiempo que la falta de gas, electricidad y carburante hacen el invierno mucho más crudo. «Lo que nos da fuerza son nuestros valores evangélicos –cuenta monseñor Nassar– y las palabras del Santo Padre, que invita constantemente al diálogo y a la no violencia».
Recientemente, moseñor Antoine Audo, obispo caldeo de Aleppo y presidente de la Cáritas siria, invitó a la comunidad internacional a favorecer el diálogo entre las diversas realidades que allí conviven, en vez de alimentar el espíritu de venganza. «Monseñor Audo ve el sufrimiento de su pueblo –comenta el arzobispo de Damasco– y busca, como todos nosotros, una esperanza, un poco de luz en esta noche oscura».
El pasado 23 de diciembre, estallaron dos bombas en la capital siria. Hace poco más de un mes, el 6 de enero, un kamikaze se hizo explotar a solo 900 metros del arzobispado, provocando la muerte de 25 personas. Solo unas decenas de fieles asistieron a la misa de navidad y los niños que van a catequesis no superan la veintena. Una fuente de la Iglesia maronita local, que por razones de seguridad prefiere mantenerse anónima, ha declarado a Ayuda a la Iglesia Necesitada en Italia que durante la última reunión del consejo presbiteral incluso los sacerdotes se preguntaban si el próximo año seguirían en Siria, mientras el paro juvenil sigue «alimentando el éxodo de los cristianos de Oriente».
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