«Todavía estoy profundamente conmovido»

De cara a su llegada a la diócesis de Milán, el cardenal Angelo Scola ha sido recibido por el Papa. En una entrevista a Radio Vaticana desvela todo lo que le está sucediendo en estos días
Sergio Centofanti

¿Qué necesita Italia hoy para superar la crisis?
Italia necesita lo que ya apuntaban los grandes pensadores como Platón: «Hombres que, como los grandes tejedores, utilicen una urdimbre sólida y una trama suave para hacer redes». En este país hace falta recuperar al hombre, y las relaciones originarias y constitutivas de la vida de los hombres, partiendo de sus vínculos fundamentales y familiares. Hay que volver a creer enérgicamente que el otro, acogido hasta el fondo y a partir de un sentido adecuado de la vida, puede enriquecer siempre. Hay que hacer referencia a una sociedad civil, como la nuestra –aunque muchos critiquen esta idea–, que es la más rica de Europa, llena de recursos, llena de gente que se pone en juego todos los días con su trabajo, con su familia, y favorecer a los fermentos asociativos que viven en esta sociedad para recuperar el rostro de nuestro país. La política y las instituciones deben servir para gobernar esta riqueza sin pretender gestionarla directamente: toda la política debe asumir hasta el fondo sus responsabilidades y, sobre todo en este momento de grave crisis, debe encauzar las relaciones económicas y financieras de nuestro país, pero luego debe favorecer la vida de estas realidades que están en la base social. Estoy convencido de que si se toma este camino –el camino de las relaciones buenas y de las prácticas virtuosas–, Italia, y todos los países europeos y del mundo, saldrá del momento tan oscuro que atraviesa esta crisis. Milán, particularmente, tendrá una tarea insustituible en este camino por lo que respecta a nuestro país.

¿Qué le diría a los jóvenes que están sufriendo las consecuencias de esta crisis?
Estoy impresionado por lo que ha sucedido estos días en Madrid: la mayoría de los jóvenes que estaban allí eran muy jóvenes, entre 15 y 18 años, y han cambiado el rostro de la JMJ. Allí he visto una apertura fresca y sencilla a Jesús por parte de estos jóvenes y su pregunta por el sentido de la vida. Luego tal vez sean frágiles, pero todas las generaciones son frágiles a su manera... Creo que todos estos chicos llevan ya consigo el recurso necesario para afrontar este periodo, que para ellos es muy delicado. Hace meses escribí que hoy «la cuestión juvenil era la cuestión social». Pero me parece que si los adultos son capaces de dar un paso atrás, estos jóvenes se convertirán ya en los protagonistas del futuro. Como siempre les digo a ellos: «No os dejéis engañar cuando os digan que vosotros sois el futuro, porque si no sois ya el presente, tampoco seréis el futuro».

Ya ha dejado Venecia...
Estoy realmente sorprendido por la intensidad y el afecto que he experimentado desde el primer momento. Un afecto objetivo, vinculado al camino de comunión que –con todos nuestros defectos– hemos hecho. Me ha impresionado la presencia multitudinaria en San Marcos de sacerdotes, religiosos y laicos; el deseo con que están rezando ya por el nuevo Patriarca, la voluntad de continuar la experiencia de toda Iglesia auténtica, la de seguir a Cristo dentro de la comunidad; cómo las parroquias están trabajando y meditando sobre los discursos del Santo Padre en Venecia... Y otro signo que ha sido una sorpresa para mí han sido las autoridades civiles, el presidente de la Región, el de la provincia, el acalde, que han querido dedicarme un concierto como regalo de despedida. Es algo que no me esperaba para nada, y lo más bonito ha sido que todos –el director de orquesta, los músicos y los trabajadores– lo han hecho gratuitamente. Los gondoleros también me han dado un paseo precioso en una góndola de 18 remos. Ha habido tantos signos de gratitud que yo no merecía... Estoy muy, muy conmovido, y me llevo a Venecia en el corazón.