Los jóvenes van a ver al Papa porque buscan un verdadero padre

Entrevista a José Miguel García en Il Sussidiario
Il Sussidiario

«Muchos jóvenes han emprendido un camino de fe en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud, al encontrar allí a Cristo y a la Iglesia». Éste es un hecho que acalla cualquier polémica ideológica, como la de los grupos más radicales, que no pierden la ocasión para atacar a la Iglesia y al Papa, como El País, que ha hablado de «rebajas de agosto» al referirse a la facultad que el arzobispo de Madrid, Cardenal Rouco Varela, ha concedido a los sacerdotes para absolver a las jóvenes que se confiesen de haber abortado. «La verdadera característica del momento actual es que las minorías radicales, que forman parte de la historia de España desde hace muchos años, son bien vistas por el Gobierno», afirma José Miguel García, teólogo, delegado de Cultura en la organización de la JMJ. Todas las iniciativas culturales de la Jornada, explica García, están pensadas con el objetivo de ofrecer un «testimonio de la fe, para mostrar que la fe es el verdadero sentido de la vida».

¿Qué importancia tiene este evento para España?
Yo veo este evento en clave providencial. Si el Papa ha aceptado la propuesta de España, y seguramente había sobre la mesa otras propuestas, es porque quiere favorecer la fe de nuestro pueblo, las raíces cristianas que están en el origen de nuestra identidad y de nuestra historia. Seguramente, influye también el problema de la descristianización generalizada en nuestros días. Lo que veo más claramente, al estar en contacto con los jóvenes, es que los que tienen una tarea educativa –desde las familias hasta los colegios, también los religiosos– no consiguen transmitir la fe a las generaciones más jóvenes. Hoy gran parte de la juventud española es pagana. Seguramente tiene una ligera idea del cristianismo, pero no lo ha experimentado. Por eso esta Jornada es un don extraordinario.

Las JMJ tienen ya una historia probada, si pensamos en el éxito que siempre han obtenido, tanto con Juan Pablo II como después con Benedicto XVI. Son muchísimos los jóvenes que afirman haber sido cambiados por estos eventos. ¿Cómo es posible?
¡Tienen razón! Por mi experiencia, puedo afirmar sin duda que muchos jóvenes han emprendido un camino de fe en el contexto de la JMJ, al encontrar allí a Cristo y a la Iglesia. En mi opinión, hay dos aspectos. En primer lugar, cada JMJ es una experiencia eclesial muy intensa, que los jóvenes viven en compañía de personas de su edad. Y luego ven y siguen a un adulto «especial»: antes Juan Pablo II, ahora Benedicto XVI. El Papa es un padre, un adulto que les hace una propuesta humana y cristiana muy sólida, personal, abierta a todos. Los jóvenes lo desean, pero muchos de ellos no encuentran adultos que estén a la altura. El testimonio del Papa despierta en ellos, como ninguna otra cosa, el deseo de poder hacer también ellos el mismo camino.

Usted forma parte del comité organizador, ¿hay novedades en esta JMJ de Madrid respecto a las anteriores?
Sí, sobre todo desde el punto de vista cultural. Respecto a otras ediciones, en las que la propuesta cultural consistía sobre todo en formas de entretenimiento común, en esta edición se quiere ofrecer sobre todo un testimonio de fe en todas las artes: pintura, escultura, danza, teatro, cine, exposiciones y conciertos. A través de esta riqueza se quiere favorecer el encuentro con Jesús y con la belleza de la Iglesia. El comité organizativo ha recibido muchas propuestas de todo el mundo; hemos hecho una selección muy cuidadosa, pues de las 700 propuestas, hemos elegido algo menos de 300, no más.

Pero en medio de todo este abanico de propuestas, en toda la serie de eventos que se ofrece a los jóvenes hasta el próximo domingo, ¿cuál es el verdadero «centro» al que mirar?
No puede ser otro que el encuentro con el Papa. Este año hay dos novedades: la primera, el via crucis se hará en presencia de 14 esculturas que son auténticas obras de arte de nuestra época barroca, una para cada una de las 14 estaciones; y la segunda, el encuentro del Papa con los profesores universitarios jóvenes, de menos de cuarenta años, que se celebrará en la basílica de El Escorial. El Papa ha querido especialmente este encuentro, que reunirá, sólo de España, a casi dos mil jóvenes profesores.

¿Y el momento culminante de los encuentros con el Papa?
En mi opinión, será la vigilia del sábado, cuando jóvenes de todos los continentes le harán preguntas sobre la fe, afrontando problemas que ellos experimentan en el contexto cultural actual. Y después, la homilía de Benedicto XVI, el domingo, en la misa final.

¿De qué modo un acontecimiento como éste habla a España, donde el enfrentamiento entre católicos y grupos laicistas es tan patente? El movimiento del 15-M, los indignados y su manifestación en contra del Papa…
En España, por razones históricas, existe una minoría radical que ha criticado y critica ferozmente a la Iglesia. Por tanto no es una novedad y no nos debe sorprender. Diría, sin embargo, que la verdadera característica del momento actual es que está bien vista por el Gobierno, por el poder político. Desde este punto de vista, no se prohíbe ninguna manifestación, tal vez no se la anima públicamente, pero no se hace nada por impedirla y quizá se favorece con cierta propaganda que estas iniciativas se ganen la simpatía de la gente.

Se ha informado de que los confesores a disposición de los peregrinos podrán, de forma excepcional, absolver a quien haya abortado. El País ha ironizado sobre esto hablando de «rebajas de agosto».
Que con ocasión de esta JMJ el obispo, el único que canónicamente tiene el poder de perdonar el pecado del aborto, decida concederlo, es una iniciativa oportuna e inteligente. Por desgracia, muchos jóvenes en España, y no sólo, de un modo a veces inconsciente, a veces consciente pero siempre favorecido por la cultura y la política dominantes, usan el aborto como método anticonceptivo. A la luz de cómo los medios han tratado el asunto, no sé si la Iglesia ha sabido comunicar el problema de la mejor manera, pero ésa es otra cuestión. Queda el hecho, elocuente, de que mucha prensa ha realizado un ataque frontal, porque quiere seguir favoreciendo el aborto del modo más abierto y vergonzoso posible. En realidad, ¿qué nos dice todo esto? Que si los jóvenes van a confesarse es porque perciben en esta decisión una inhumanidad última, una culpa.

¿Qué ha significado para usted trabajar en esta Jornada?
Es como ver con tus propios ojos cómo la Iglesia es construida por el Espíritu de Cristo y que lo que la sostiene continuamente en la historia es que Él está. De otro modo, sería imposible. Trabajando aquí se experimenta todo el límite del que el hombre es capaz. Pero al mismo tiempo he podido ver cómo a través de esta realidad humana, Cristo genera una esperanza y da un nuevo gusto a la vida de muchos jóvenes que habían cedido al cinismo y al desencanto, y que en Madrid han ofrecido gratis su trabajo. Y esto es un milagro.