“Delante de ellos, nos damos cuenta del tesoro que hemos encontrado”

Giorgio Paolucci

Familias enteras asesinadas en sus casas, estudiantes agredidos de camino a clase, atentados en las iglesias. El último, el pasado 31 de octubre en la iglesia siro-católica de Bagdad, costó la vida de 55 personas, entre ellos dos sacerdotes. Es el martirio de los cristianos en Iraq, culpables tan sólo de profesar su fe.
Una carnicería que obliga a muchos a emigrar, dejando cada vez más vacíos los lugares donde están las raíces mismas del cristianismo. Es el grito de dolor que se alzó la semana pasada en el Colegio Episcopal Sant’Alessandro de Bergamo, donde la diócesis celebró un encuentro con testimonios sobre la persecución de los cristianos.
“Desde el punto de vista numérico, somos minoría, como en el resto de Oriente Medio, pero pedimos los mismos derechos de ciudadanía y libertad religiosa del pueblo al que pertenecemos, el pueblo iraquí”, dijo Mikhael Al Jamil, arzobispo iraquí, procurador en Roma del patriarcado siro-católico y visitador apostólico para los siro-católicos en Europa. Lamenta la indiferencia de Europa frente al drama que está viviendo su país.
Robert Saeed Jarjis, joven sacerdote de Bagdad que acaba de terminar sus estudios bíblicos en Roma, mostró su consternación frente a las imágenes de muchos amigos suyos que murieron en el atentado del 31 de octubre. Ahora volverá a casa, pero ellos ya no estarán. “Sin embargo, entiendo que lo que me une a ellos, el cuerpo místico de Cristo al cual pertenecemos, es más fuerte que la muerte que nos ha separado. Y a vosotros os pido que recéis para que se alimente nuestra fidelidad a este cuerpo místico”. Es el testimonio sencillo y conmovedor de un hombre que no esconde su miedo, pero que también reconoce que no le determina la dureza de la situación que tiene que afrontar sino la grandeza de la vocación que le constituye.
La persecución de los cristianos, que en Iraq encuentra una de sus expresiones más dramáticas, fue descirta en toda su extensión planetaria por Mario Mauro, uno de los europarlamentarios más activos en la defensa de la libertad religiosa. “En los últimos cinco años, de cada 100 personas que han perdido la vida por motivos religiosos, 75 eran cristianos. En 52 estados del mundo se muere por creer en Jesús. No sólo en países islámicos, sino también en lugares donde el poder no admite presencias incómodas y en último término irreductibles, porque tienden al bien de la persona como bien supremo. En muchas regiones, los cristianos viven como vasijas de barrio rodeadas de vasijas de hierro. Una Europa que olvida las raíces históricas y culturales que la han engrandecido se muestra balbuciente e incapaz de desarrollar una acción adecuada para tutelar la libertad religiosa, que no es un derecho entre tantos, sino el fundamento de todos los derechos humanos”
Al terminar el encuentro, el obispo de Bergamo, Francesco Beschi, subrayó: “A nosotros, que vivimos aquí cómodamente, nos parece increíble que haya lugares donde la profesión de la fe cristiana ponga en peligro la vida, y donde ir a misa se convierte en un acto de valor. El testimonio de nuestros hermanos perseguidos nos conmueve, nos impacta y nos recuerda que hemos recibido un tesoro del que no somos conscientes. No podemos olvidarnos de ellos: nuestro compromiso y nuestra oración por ellos es también por todos los que son perseguidos en el mundo entero”.