Excursión durante el Equipe de GS en La Thuile

Equipe de bachilleres. Por el camino de la libertad

Procedentes de toda Italia y de otros países, también España, 500 bachilleres se juntan en La Thuile durante tres días para «salir de la niebla» y seguir su sed de felicidad. Porque en la vida «no nos queremos perder nada»
Paolo Perego

«¿Has visto qué paisaje?». Suena un poco a broma, una ligera ironía para aliviar el cansancio de una excursión a la montaña entre el frío y la niebla. «¡No, mira! El paisaje somos nosotros», responde una chavala a don Pigi Banna por el camino. «Es esto. El Espíritu rompe el tiempo y llega de esta manera», comenta él delante de más de quinientos jóvenes de Gioventù Studentesca de toda Italia y de otros países, reunidos en La Thuile a finales de agosto para la cita anual del Equipe. «Te muestra la realidad tal como es verdaderamente cuando no tienes el corazón dispuesto para darte cuenta». Es sábado por la tarde y don Pigi está presentando el trabajo de Escuela de comunidad que espera a los chicos este curso. Por la mañana, un paseo al Pequeño San Bernardo pone a todos a prueba. Pero no importa. Reina el silencio, la atención y la conmoción ante palabras y testimonios que «hablan de mí, son para mí», como dice alguno.

El Equipe empezó el jueves. A muchos les bastó con volver a ver a sus amigos de otras ciudades y países para darse cuenta; a otros, oír los cantos y la música al entrar en el salón la primera noche. «No estamos aquí porque seamos mejores sino porque hemos sido preferidos. Juntos, pero cada uno personalmente», desafía Alberto Bonfanti, responsable de GS. “Un lugar donde decir yo con verdad”. Estas palabras presiden el escenario del hotel Planibel. «No se os pide la perfección. Solo hace falta un corazón “dispuesto”», les dice don Pigi en la misa. Han llegado aquí después de la provocación que acompañaba la invitación que recibieron hace unos meses: «Todo conspira para callar de nosotros», decía Rilke pero «nos hemos visto implicados en una “fiebre de vida” que no deja de ponernos en juego. ¿Para ti qué es esta fiebre de vida?».



Partimos de ahí el viernes por la mañana en la asamblea, con la vida de Giacomo, que durante años «nunca he sido yo mismo, siempre escondiéndome en las situaciones, en el estudio o entre los amigos». Hasta que se encontró con GS. «Acogieron todo de mí, también mis defectos, y yo lo he dado todo, me he entregado». Pero luego llegaron las vacaciones y todo parecía desvanecerse… «Un encuentro te ha hecho cambiar, algo que ha venido desde fuera de ti», le dice don Pigi. «No es una técnica ni una capacidad. Las cosas más verdaderas, más hermosas, siempre hay que volver a descubrirlas. Por eso pedimos que vuelva a acontecer el inicio». Le sigue la intervención de Alfiero: «Yo tenía tres pilares en la vida: el deporte, las clases y mi abuelo. Todo se vino abajo. Mi abuelo murió, tuve un accidente… y ya no quería ir a clase». Esclavo de la soledad, dice. Pero luego se encontró con una profesora que le invitó a GS. «Yo intentando taparlo todo y de pronto las cosas empezaron a cambiar solo por ese encuentro». Hasta el punto de que no podía dejar de seguirlo, incluso se apuntó a las vacaciones en España. De las que él esperaba «relax, chicas y diversión». Sin embargo, «en la playa saqué el libro sobre Andrea Mandelli, un bachiller que murió de cáncer hace muchos años, y me pregunté: “¿pero qué estoy haciendo con mi vida?”».

«Chicos, la vida es dura pero fijaos en esta pregunta», responde don Pigi. «No podemos quedarnos en el sentimiento que suscitan las cosas. Tenemos el corazón, una bomba que extrae del sentimiento la verdad de las cosas».



No es fácil, hace falta dar un paso. Como le sucedió a Tommaso: «La primera noche ya estaba contento, pero me daba cuenta de que ya se estaba pasando. ¿Por qué? ¿Por qué siempre hay algo que falta?», pregunta con la voz forzada con un nudo en la garganta. «Es que uno se mide», le sucede Andrea, profesora que acompaña al grupo de GS de Tommy: «Uno intenta “mantener la felicidad”, pero la cuestión es dónde puede “llevarle” su tristeza…». «Nuestro deseo o está delante de una presencia o se encierra en sí mismo», responde Bonfanti.

Es un tema incandescente para chicos de 16-17 años. Pero también para los adultos, docentes o no, que los acompañan en el Equipe y en su vida diaria. Continúa don Pigi: «Pensamos que la fiebre de vida se da cuando vivimos momentos positivos. Pero son positivos porque estás delante de alguien. El corazón se enciende delante de una presencia». Llega el turno de Maddalena, con esa frase de su “estado” de whatsapp, «Todo es relativo», que hace que luego le impacte leer las palabras de Carrón en La voz única del ideal: «Todo es relación». «¡A la fuerza! El otro es un bien, te obliga a sacar la verdad de ti, lo que llevas en el corazón», comenta Bonfanti. Y añade don Pigi: «Empiezas a mirarte con simpatía por el misterio que tú eres». Hay límites, pecados, imperfecciones, de todo. Le toca a Cecilia, y después a Benedetta, Luigi, Martina, Davide, Teresa… Cada uno con sus preguntas, llenos de entusiasmo por la amistad que viven en GS pero también de dificultades: la muerte de un padre, el derrumbamiento del puente de Génova, la complicada relación con una hermana… «Debemos mirar lo que sucede, aquí y ahora», afirma don Pigi.



Como los testimonios de algunos amigos invitados a La Thuile, por ejemplo. Alessandro va a entrar en la universidad, sus padres tienen problemas en su matrimonio, su hermana está muy enferma y acaba de dejar la relación con una chica… Sin embargo, también ha descubierto una “casa”, «no hecha de paredes sino de amigos, un lugar donde puedes ser tú mismo y donde puedes caminar». Para Gabriele, profesor, la clave de todo está «en una compañía hecha de rostros y nombres», que conoció hace cuatro años y «sin la cual, no tendría el valor de levantarme por las mañanas ni habría decidido casarme con mi novia el año que viene». Luego está Patty, española: «Nada me bastaba, ni los amigos, ni divertirme, y en mi familia la situación era complicada…». Mientras piensa una “huida” a Estados Unidos durante un periodo de estudio, se encuentra con algunos profesores. «Estaban contentos con su vida, con ellos salían cosas humanas y profundas». Luego la invitan a unas vacaciones antes de Navidad. «Fui, y al volver todos me preguntaban qué me había pasado». Patty habla a todos de sus nuevas amistades, de algo que corresponde con su corazón. «Mi madre fue a hablar con los profesores para preguntarles de dónde venía esa felicidad. Ahora ha empezado a hacer la Escuela de comunidad con algunos adultos».

César también viene de España, es un profesor madrileño trasladado a Barcelona. Cuenta sus encuentros y descubrimientos. Por ejemplo, cuando durante la batalla política sobre la independencia de Cataluña una chica independentista le mandó una noche un mensaje comentando la frase de un policía sobre el referéndum: «Ha dicho que aquí nos lo jugamos todo. Pero la felicidad no puede ser esto. Debemos ser otra cosa». «Me puse de rodillas. Yo, madrileño, en medio de catalanes, en mi confusión sobre si era correcto o no ir a votar… El Señor me respondía mediante una chavala de 17 años».



También tuvimos el sábado por la noche los testimonios de Maru y Luna, dos chicos implicados en el trabajo sobre las “nuevas generaciones” de inmigrantes que se presentó en el Meeting del año pasado y que aún continúa con encuentros y exposiciones por toda Italia. Estos dos chicos, musulmanes, cuentan su historia y qué significa para ellos ser al mismo tiempo italianos y extranjeros. Y cómo al conocer a ciertas personas del movimiento han podido profundizar aún más en sus propias raíces y en su fe. Ese hilo se mantiene en la velada preparada por algunos bachilleres con fragmentos de películas, series de televisión y canciones. «Hoy como hace dos mil años Jesús viene a un mundo que solo esperaba poderlo conocer. Hemos seleccionado algunos ejemplos para describir nuestra humanidad y la de los hombres que viven, sufren, se divierten y esperan a nuestro lado, en nuestras ciudades» para describir «el grito del corazón de cualquiera, tal vez distorsionado, confuso, desesperado, negado… pero siempre presente». De la miseria y del cinismo del diálogo en la terraza de la película La gran belleza de Sorrentino a la imposibilidad de encontrarse con el otro con fragmentos de la serie Black Mirror, piezas musicales de Radiohead, Guè Pequeno, Ultimo, Amy Winehouse, Kurt Cobain… Y en medio textos de David Foster Wallace, el miedo de Totti al despedirse del fútbol, el dolor por los muertos de Génova…

La asamblea final con Carrón

«Todo conspira para callar de nosotros… ¿Pero qué puede vencer esta sensación de la nada?», pregunta don Pigi. «La nada no se vence con hombres de buena voluntad, ni por creer en un Dios que al final me salvará. No. Solo se puede vencer si Dios entra en el presente, si te alcanza ahora».

¿Pero cómo? Sigue abierta la pregunta ¿cuál es el camino, cómo sabes que es el correcto? Julián Carrón llega para participar en la asamblea final del domingo por la mañana y ofrece un método «para alcanzar una certeza en la vida capaz de desafiar al tiempo y a todo lo que tengamos que afrontar». Escucha las preguntas de los chicos y luego les lanza otras a ellos. «Imaginaos que tenéis que aprender algo nuevo en matemáticas. La profe os lo explica y luego os pone un ejercicio. ¿Cómo sabéis si lo habéis hecho bien? La primera vez no lo sabéis, pero tampoco si lo hacéis doscientas mil veces. Nunca tendréis la certeza, ¿entonces cómo hacer?». Hay que dar un paso tras otro. Los chicos tratan de responder y se ponen en fila para intervenir. «Para saber si has aprendido hay que verificarlo con la profesora, preguntar y comparar con su respuesta». Eso se llama juicio. «En la vida es igual. Si no juzgáis, acumuláis hechos, experiencias, intentos, pero no aprendéis nada». Pero eso no basta. «Hace falta un criterio, y ese criterio está dentro de nosotros mismos. ¿Cómo sabes, cuando estás enfermos, si el doctor te ha dado un tratamiento eficaz o no? ¡Si te curas! Ese criterio se llama corazón». «Mi ha muerto, mi padre no me quiere… ¿es que hay que “enfermar” a la fuerza?», pregunta una chica. «¿Pero tú quieres que te quieran? Es esta pregunta la que debes responder. Es un camino, igual que el que debo hacer yo. Nosotros pensamos que las cosas que pasan son etapas que hay que superar, pero la clave es tu sed de felicidad, no la “enfermedad”». Lo que Carrón propone es un camino de libertad: «¿Os interesa todo esto? Porque esta es la promesa que ha entrado en la historia. Debemos estar disponibles para seguir, porque hace falta que se nos done continuamente. Por eso estamos juntos, para no perdernos nada».