«Cómplices» en la aventura de enseñar

Roberto Persico

Después de haber participado larga e intensamente en la vida de Diesse (asociación de educadores de CL en Italia, ndt), llevaba bastante tiempo que, por diversos motivos, no conseguía asistir al congreso anual de la asociación, que este año se celebró en Bolonia el pasado 18 de octubre bajo el lema “Vivir en la escuela: un desafío a la libertad”. Volver después de tanto tiempo me ha permitido ver de golpe, con estupor, todo el camino que mis amigos han hecho en este tiempo.

Lo primero que me llamó la atención fueron las intervenciones con las que dio comienzo el trabajo, los testimonios de los profesores que participan en los talleres, los grupos estables en los que se reúnen varios profesores para afrontar cuestiones concretas del trabajo: las matemáticas, la lengua, la escuela infantil, pero también aspectos transversales, como la evaluación o la dirección del centro.

«El método es seguir lo que sucede», afirmó Grazia, del taller de matemáticas: «El trabajo del taller me ha hecho volver a caer en la cuenta de que al enseñar debo aprender a dar todos los pasos con mis alumnos, redescubriendo así cosas que de otra forma daría por descontadas».

«No se trata simplemente de comunicarnos las “buenas prácticas”», añadió Daniela, profesora de italiano, «sino de documentar cómo, a partir de una dificultad, podemos aprender más, buscar incluso un modelo teórico que nos permita mirar el contenido que debemos enseñar desde un punto de vista nuevo, y por tanto comprobar cómo nuestro trabajo ensancha el uso de la razón. No solo la de los chavales, sino también la nuestra». Eso permite llegar a generar instrumentos que hacen más fácil a los alumnos el aprendizaje, pero lo más interesante es el recorrido y la inteligencia que, fruto de una compañía, permite llegar a generarlos.

«Yo habría venido aquí aunque solo fuera para encontrarme con una de las personas con las que he trabajado este año», comentó Paola: «A ninguna de ellas la he elegido yo, pero cada una se ha convertido en un camino a seguir. Porque este trabajo ha hecho nacer en mí una creatividad explosiva que no nace del éxito didáctico sino de una comparación libre, sin miedo a ser juzgada. Tanto que he aprendido incluso a decir en clase “no lo sé” y a mirar a mis alumnos como “cómplices” en esta aventura del conocimiento».

También en este punto el taller puede generar instrumentos para el trabajo didáctico, que llegan a ser en muchos casos una ocasión para trabajar con otros profesores, de otras asignaturas, niveles y centros: «Ese ha sido el gran paso de este año: la verificación con el mundo».

«Me sorprende ver cómo estas intervenciones no son solo testimonios, aunque significativos, sino que revelan una gran capacidad de juicio», comentó Costantino Esposito, profesor de Historia de la Filosofía en la Universidad de Bari, invitado junto a Silvano Petrosino de la Universidad Católica para ayudar a los participantes a tener un respiro cultural más amplio. Esposito documentó cómo lo que había escuchado corresponde a la descripción del acontecimiento educativo que hace san Agustín: no se va a la escuela para aprender la opinión del maestro, sino para reconocer aquello que de la enseñanza del maestro corresponde, hace resonar esa imagen, ese presentimiento de lo verdadero que habita in interiore homini, en el corazón del hombre.

«Esta es la naturaleza y el objetivo de Diesse», concluyó Tino Giardina, presidente de la asociación: «Favorecer una unidad entre personas que desean trabajar así. No tenemos una teoría que aplicar o modelos a seguir, ofrecemos instrumentos para sostener a cada uno en su libre iniciativa personal».