El equipo de cocina del campamento.

Ciento por uno

Concha Casas

«Las circunstancias inevitables por las que el Señor nos hace pasar son el factor esencial para nuestra vocación». Es justamente en los imprevistos que nos suceden cuando el Señor nos desafía y, como a Pedro, nos pregunta: «Y tú, ¿me amas?», «¿Quién dices que soy yo?».
Esto es lo que ha ocurrido en los campamentos de Peguerinos. Ha habido muchas dificultades en cocina, entre ellas el problema eléctrico, que han marcado otro ritmo del campamento.
Lo normal es que la cocina esté en función del campamento, pero este año ha sido justamente al contrario por la razón citada. Esto ha generado momentos de desconcierto.

¿Qué ha ayudado a superarlos?
1. Se nos decía que la realidad es necesario reconocerla, aceptarla y adherirse a ella para poder sorprenderse de lo que es capaz el Señor. Es verdad que esto conlleva un trabajo personal, pero uno solo no va a ningún sitio, necesita mirar a personas que Viven su vida en toda su verdad, con un horizonte grande, en las que sostenerse porque son signo de Él, Cristo.
2. Partir de aquí aumentaba la disponibilidad alegre a buscar soluciones alternativas, aunque supusiesen un mayor esfuerzo, pero era lo que la realidad nos ofrecía.
3. El afecto y abrazo de Cristo a través de rostros concretos, reconociendo que el Señor marca el ritmo, no el proyecto que yo tenga.

¿Qué me hacía ver esto?
Mi trabajo personal para que la relación con Cristo vaya a más, el participar en momentos que me situaban en un punto de vista verdadero para afrontarlo todo: el Ángelus al comenzar la mañana, el momento de Palabra, la Eucaristía y personas más o menos próximas a través de las que sentía Su abrazo.

He asistido al espectáculo de su Presencia dentro de la cocina, con los más próximos (pinches y su responsable) y con todos los que han desfilado por nuestro monasterio particular, la cocina. La unidad que se palpaba se expresaba hasta en cómo los pinches ponían a escurrir las soperas y bandejas.
Hasta tal punto ha sido evidente, que no he echado de menos perderme nada de lo que sucedía en el exterior, simplemente estaba donde tenía que estar y haciendo lo que tenía que hacer. He podido equivocarme, pero la disponibilidad era lo que predominaba y lo que me permitía retomar el punto de partida.
La unidad que he visto me ha cuestionado, unidad de la que yo no soy capaz, sólo el Señor la hace posible y es el que ha marcado el ritmo del campamento.
Lo que he visto es VIDA, que al adherirte se convierte en una aventura en la que surge la creatividad y disponibilidad para dar soluciones a las dificultades.

Doy las gracias al Señor por haberme hecho partícipe un año más de asistir al espectáculo de su Presencia a través de rostros concretos, a los que mirar, que VIVEN, para poder atravesar las circunstancias con Él.