Un concierto durante la fiesta.

"Un ímpetu sin tregua", también en vacaciones

Andrea Dondi

«Os deseo que no os quedéis nunca en la apariencia de las cosas y que secundéis incansablemente ese ímpetu sin tregua que es vuestro mayor aliado en la aventura de la vida».
«¿Tú qué piensas, Gio?», preguntó Cristina, responsable de Gs, a un chico de segundo curso de enseñanza superior. «Ah... No sé muy bien de qué estáis hablando… ¡No estoy entendiendo nada! ¿Qué quiere decir “ímpetu sin tregua”?». Ha pasado poco más de un mes desde la última Escuela de comunidad dedicada a estas palabras de Carrón. Ahora los chicos de GS de Fidenza comprenden mejor, al volverla a leer, esta frase. El punto culminante fue el sábado 15 de junio, cuando celebraron la fiesta de comienzo del verano, con el título: “Un ímpetu sin tregua”. No es la primera fiesta que organizan, pero cada año es distinta de la anterior. La idea nació del deseo compartido de testimoniar a todos lo que ha sucedido este año. De ahí nacieron todas las propuestas, en particular la exposición: “Es la realidad quien grita: Él está”, que recogía las contribuciones de las experiencias de los chavales en su tiempo libre (la caritativa), en el tiempo dedicado a sus obligaciones (el estudio) y en tiempo dedicado a sus aficiones (la música).

En los textos, explicados por quienes los habían escrito, se intuía el encuentro decisivo y personal que estos chicos han tenido en GS. Para unos este año, para otros hace cuatro, pero siempre decisivo. Un encuentro que permite secundar incansablemente ese ímpetu sin tregua que es nuestro mayor aliado y que nos da la posibilidad de no quedarnos en la apariencia del aburrimiento del estudio, la dificultad de la caritativa o la superficialidad de una canción, sino descubrir ese “grito” que está en la realidad. No por casualidad eligieron el cuadro de Van Gogh La noche estrellada como panel inicial de la exposición para expresar ese grito.
Entre las personas que visitaron la exposición había una chica que poco antes había recibido la noticia de la muerte de su director, al que estaba particularmente unida. Para poder afrontar un hecho así, decidió escuchar atentamente la explicación de los chicos que hacían de guías, para verificar si esas palabras eran verdaderas o falsas.
Raffaella, escuchando a sus alumnos mientras explican la exposición, se conmueve. Un sacerdotes se acerca a un chaval y le dice: «Es verdad lo que has dicho, es en el imprevisto cuando yo caigo en la cuenta de mi ser, no es fruto de mi pensamiento». Gloriana, subdirectora de enseñanzas medias, se quedó tan sorprendida que preguntó si era posible llevar la exposición a su escuela en septiembre.

Es el segundo año que los universitarios de Ciencias viajan desde Milán para participar en esta fiesta, invitados por sus amigos de Fidenza. Este año han ganado el torneo de fútbol jabonoso, en el que han participado más de 80 chavales de enseñanzas superior y universitaria, con la excepción de un equipo de “jóvenes trabajadores”. Este es precisamente el espíritu de la fiesta. La idea nació de unos pocos, pero inmediatamente se extendió, implicando a adultos, padres, amigos mayores, hermanos y hermanas, creando una comunión de personas, juntos gracias a un encuentro, como sucedió con una de las bandas que tocó por la noche, cuyos miembros oscilaban entre los 17 y los 50 años de edad (ninguno de ellos era músico profesional). Es imposible no preguntarse qué les une.
No han faltado las dificultades, como por ejemplo tener que dormir la noche anterior en el coche para hacer guardia y vigilar las cámaras frigoríficas y la estructura montada para la fiesta, o tener que escalar a los postes para atar los cables bajo la luz del sol. Pero nadie tiró la toalla. La fiesta despertó ese ímpetu que les ha acompañado todo este año y que sin tregua les guiará durante todo el verano, venciendo el aburrimiento. La partida sigue abierta. No hay marcha atrás, porque, como dice la fiesta, esto es sólo el inicio del verano.