“Estamos llamados a vivir como hijos del Rey”

La crónica de las vacaciones de los bachilleres de Argentina.
Alicia Lomello

Queridos amigos:
¡Qué grande es saber que nosotros estamos hechos para ser “descaradamente felices”! Y estamos inquietos y en búsqueda precisamente por esto. Esta es la experiencia que estoy haciendo en este tiempo de vuelta de las vacaciones de Gs, en este tiempo de “aparente” reposo en el que de verdad es el momento de ver en dónde está mi consistencia, ¿mi vida para qué?, ¿para qué se me dona? ¿Dónde está verdaderamente mi afecto y mi corazón? Cuando uno hizo experiencia de una Presencia grande que se impone y nos abraza, no nos contentamos con menos, no podemos comer las migajas de las sobras del banquete del rey, “estamos llamados a vivir como hijos del Rey” y esto implica todo lo que implica ser hijos de un rey: preferencias, luchas, búsquedas, ser custodios, cuidar. Esto es lo que estoy viendo y viviendo luego del encuentro de responsables con Julián de la Morena y del retiro que tuvimos con Carrón.
En la preparación de las vacaciones y en las vacaciones estuve provocada con esto que nos decía Carrón en este último tiempo, que no sé cómo es pero sí lo vislumbro: «Disponibles a la conversión, al seguimiento, según la invitación de don Giussani: El seguimiento es el deseo de vivir la experiencia de la persona que te ha provocado y te provoca con su presencia en la vida de la comunidad; es el deseo de participar en la vida de esa persona en la que te es dado algo de Otro y es a este Otro a lo que manifiestas devoción, a lo que aspiras, a lo que quieres adherirte en este un camino. (…) El movimiento nació de una presencia que se imponía introduciendo en la vida la provocación de una promesa a seguir… Proponer a nuestros hermanos un “hecho de vida”. Don Giussani se preguntaba: “Pero, ¿dónde se apoya un hecho de vida? ¿Dónde está la vida? La vida eres tú”».
Y quise identificar momentos y circunstancias donde pude vislumbrar qué significa seguir, y que no somos poseedores ni del carisma, ni de la verdad. Sino que acontece, sucede, la adhesión es a este Otro que se manifiesta en los otros y en nuestros frágiles “sí”.

En primer lugar, la preparación previa a las vacaciones, colectivo y juegos. Fue evidente que nos pusimos juntos chicos y adultos con el mismo deseo. Con respecto al colectivo y las decisiones me sorprendió, luego de aprender que la secretaría y todos los detalles deben servir para custodiar el acontecimiento y no para interrumpirlo, que las decisiones estaban llenas de una comunión y no, como nos suele pasar, de discusiones inútiles, porque era evidente que confiábamos en que el otro estaba deseando lo mismo y con el tiempo que apremiaba intentábamos ayudarnos a decidir lo que más correspondía. Había que juntar el dinero para pagar y fue algo maratoniano pero se pudo, cada uno dijo su sí para contribuir para que se dé y dentro de esto hubo la posibilidad de que fueran chicos que hasta el momento no lo habían hecho y el factor que se sumaba es que la salida hacia las vacaciones era un día festivo, 1 de enero, y especialmente para los adultos implicaba un montón de sacrificios.
La preparación de los juegos también fue ocasión. Nos ayudamos leyendo un fragmento de lo que significaban los juegos para las vacaciones en el libro de la historia del movimiento y fue muy lindo ver la disponibilidad y la creatividad de cada uno. Hasta se implicaron algunos chicos que venían por primera vez en el momento de la compra de los elementos de los juegos y ya en sus caras se veía el anticipo de su protagonismo y de la aventura en la que estábamos participando.

La partida: la comitiva del Rey arrancó desde Santa Fe con 44 pasajeros entre los cuales había niños y un bebé. Y esto es otra cosa que me conmovió porque uno no podía no preguntarse ¿por qué se mueven así estas madres? Justamente, ¿qué hay si no existe dentro de esa banal concreción una promesa de felicidad para sí mismos y para sus hijos? ¿Para qué se mueven estos padres con sus niños chicos para participar de esta aventura? Porque todos nos sentíamos responsables de cada uno. Es verdad, los hijos del Rey se cuidaban unos a otros y esto se vio desde el niño de un año hasta los más grandecitos. Luego de 27 horas llegamos a Junín de los Andes donde nos encontramos con la otra comitiva del Rey, de 60 personas aproximadamente, que venía de Córdoba, Buenos Aires, Punta Alta y otros lugares.
El impacto primero para los adultos fue que no nos gustaba mucho el paraje por las incomodidades que presentaba para dormir y los baños, pero realmente venció otra cosa porque al ver a una de nuestras amigas acomodarse con su dos hijos pequeños como si estuviera en una gran comarca ya nos venció y empezamos a acomodarnos nosotros y a ordenarlo todo para que pareciera la gran comarca. De esto los chicos no acusaron nada porque estaban más contentos por estar que por las demás situaciones que se presentaban y eso implicó una decisión de nuestra libertad: ¿qué dejábamos prevalecer? Como sucede en la vida diaria, el paraje decididamente no muy lindo se convirtió en el hospedaje que gritaba Tú.

Sigo contando otras “perlitas” que siguieron haciendo evidente cómo rebosa el corazón cuando se encuentra con “Hechos de vida”:
Algunos amigos del padre Walter de Bahía Blanca ofrecieron su tiempo para cocinarnos gratuitamente y abaratarnos los costes, se veía en ellos el deseo de servirnos y mostrarnos su afecto a nosotros y a Quien se lo había propuesto. Uno de los cocineros, tocando el acordeón una tarde, transformó el clima de tensión que había luego de unos juegos, en una fiesta. Fue algo imprevisible e imprevisto que nos convocó por su presencia/Presencia y en los rostros se vislumbraba la sorpresa de un regalo, de un don como nos recordó el padre Walter en una homilía, que así era de imprevisible e imprevisto el Hecho de Cristo y así sucedía.
La presencia de la hermana Elba nos introdujo en el misterio de la vida de la beata Laura Vicuña, una adolescente de 14 años que murió mártir en las tierras donde ahora nosotros estábamos pasando las vacaciones. Nos recordaba: “nosotros somos un acto de amor de Dios”, únicos e irrepetibles y teniendo la conciencia de que entre nosotros podía haber varias Lauritas, eso sólo lo sabe Dios. Y así era porque conmovía pensar en la historia de varios alumnos nuestros con historias muy complicadas que en ese momento estaban compartiendo con nosotros esas vacaciones y la posibilidad de una luz, un faro (como la forma de la Iglesia del lugar) para sus vidas. ¡Un hecho de vida!

Excursiones: una caminata en medio de un monte que nos escondía del sol abrasador nos condujo a la cima de una montaña con la que logramos una vista bellísima, por un lado el lago Tromen y por el otro el volcán Lanin, que nos hacía saltar el corazón. ¡Gracias Dios! ¡Tú nos estás haciendo, queremos esta belleza en nuestras vidas! Entre silencio y cantos, almorzamos juntos.

Juegos: se vio la creatividad que nace de ponerse juntos con un ideal/Ideal. La verdad que nos ayudó a darnos cuenta del cambio que la fe puede producir. Era impresionante ver a los chicos armar los cantos, los distintivos, con una creatividad, unidad, de otro mundo. Es verdad que es necesario ayudarnos a darnos cuenta de lo grande que nos aconteció porque genera una criatura nueva, hasta operativamente, por cómo se organizaban en tan poco tiempo.

La fiesta, la asamblea, revelaba un deseo de comunicarnos lo que estaba sucediendo. Darnos cuenta de que el problema no es equivocarnos, distraernos, sino ayudarnos a mirar, a juzgar, sin creernos poseedores del carisma sino que hay Uno que nos está precediendo y tomando la iniciativa y llega por donde quiere llegar. ¡Tenemos que estar atentos! ¡Vigilantes los hijos del rey!
Y la comitiva del Rey llegó al momento de ponernos juntos a mirar lo que estaba sucediendo, la asamblea. Me impresionaron las intervenciones pero sobre todo aquellas de algunos que sin tener las palabras “ya sabidas del movimiento”, ni haber nacido dentro de esta historia, mostraron un método y la necesidad del mismo en sus vidas. Una decía (ella todavía no está bautizada): yo venía contenta con una amiga que había invitado, luego del primer día me empecé a dar cuenta de que ya no estaba tan contenta y que iba a la misa porque mi amiga quería ir porque le gustaba, pero yo estaba disgustada y entonces pensé por qué, si tengo este camino hermoso delante, estoy así; y lo hablé en el momento del encuentro de escuela de comunidad y eso me ayudó a seguir. Su amiga, que todavía no tomó la primera comunión, preguntaba: ¿cómo seguir?, ¿qué es confesarse?, ¿cómo me confieso?
Otra chica que hace tiempo que está caminando con nosotros, hija de una de nuestras amigas, hablaba del conocimiento de uno mismo, y me impresionaba porque percibía que esto del seguir es seguir lo que Él suscita, que no lo podemos hacer nosotros; o ver cómo la distancia física, la muerte del padre, se transforma en una herida que empieza a atravesar la vida entera, hasta cuando uno mira un bello paisaje, pero como una promesa, no como un menos. Agradeciendo el camino que uno está haciendo.
Como dijo uno de los chicos, el trabajo de atravesar la apariencia entre nosotros nos lleva a ser más libres y esto es lo que me sentí provocada a hacer entre nosotros, atravesar la apariencia de las cosas y de las personas para reconocerlo, tocarlo. Está dentro y esto sucede porque el corazón vibra y corre.
Por eso también sentí la necesidad, más que de acusarnos entre nosotros por ver qué está bien o mal, de ponernos juntos, para ayudarnos a custodiar este tesoro que llevamos en vasijas de barro que son nuestras vidas. Si aceptamos que sea así puede hacer cosas extraordinarias como pudimos vislumbrar. Somos los hijos del Rey pero este Rey quiere que lo aceptemos libremente y esto es lo que más entusiasma, y lo hacemos a tientas y Él nos vuelve a provocar, a llamar. Gracias por el sí que cada uno da porque ayuda a transparentar Su acción, sus hechos de vida.