Seis mil bachilleres y una pregunta: «¿Quién eres Tú?»

Gianni Mereghetti

Un estallido de preguntas. Es lo que más me ha conmovido del Triduo Pascual que GS ha celebrado en Rimini del 5 al 7 de abril, con 6.500 estudiantes acompañados por sus profesores. Bajo el título “Lo que tenemos como más querido”, fue impartido por el sacerdote José Medina, llegado desde Boston, donde vive en la Casa local de la Fraternidad Sacerdotal de San Carlos Borromeo, y es director de la Cristo Rey High School.
Las preguntas que algunos de esos jóvenes plantearon en la asamblea final documentan de modo impresionante lo que ha sucedido en esos tres días. Al celebrar el corazón de la liturgia cristiana, hemos visto la presencia de Cristo resucitado, que ha entrado en el horizonte de todos estos jóvenes. Unos chicos que viven condicionados por una mentalidad que Medina describía con la imagen del multi-tasking (multitarea): hacer muchas cosas a gran velocidad, saltando de una a otra, sin estar nunca presentes.
El padre Medina les invitó a mirar a un hombre concreto, Jesús de Nazaret, que se hace presente en nuestro tiempo llevando en Su corazón el destino de cada uno de ellos. Es conmovedor ver a estos jóvenes, acostumbrados a ir corriendo de una pantalla a otra, de una relación a otra, de un interés a otro, pararse para mirar a la cara a este Hombre y para identificar sus rasgos inconfundibles. Es conmovedor ver cómo han empezado a tomar en serio el hecho de que exista un Amigo que lleva en Su corazón todas sus preguntas más verdaderas.
Preguntas que se pueden resumir en una sola: «¿Quién eres Tú? Tú, que con una mirada nunca vista has salido a nuestro encuentro y nos has hecho gustar de una ternura hacia nosotros mismos de la que nunca habríamos sido capaces, ¿quién eres?». La fuerza de esta pregunta hace aún más auténtico el deseo que Julián Carrón expresaba en su mensaje: el de encontrar «en vosotros cada vez más amigos que, como el décimo leproso, no se contentan de nada menos que de Su presencia, de Su amistad».
La meditación del Viernes Santo sobre el misterio de la pasión y muerte de Cristo, nos permitió mirar a Cristo vivo, presente, y, por la tarde, el Vía crucis sobre la colina de San Leo, experimentar su compañía para con cada uno de nosotros. Cada gesto nos retó a abandonar lo que el poder mundano pretende imponernos cuando reduce la realidad dentro de un horizonte estrecho, y a abrazar otro camino, el que Jesús nos ha traído. Pudimos así experimentar “el cambio de método” que don Giussani explica en el tercer capítulo de la Escuela de comunidad. Un método que valora todas esas exigencias de verdad, justicia, amor y belleza que constituyen el corazón humano, y que nos invita a mirar a la realidad toda entera.
Cristo nos ha traído una mirada totalmente positiva sobre la realidad, de manera que seguirle se convierte realmente en una aventura fascinante. Lo más conmovedor es ver que Cristo mueve hoy la humanidad concreta de estos jóvenes. Y la nuestra, que llevamos siguiéndole toda una vida.