“El mundo está viejo, el Niño no”

CONCIERTO NAVIDEÑO
Cristian Serrano

Frases como la anterior resonaban ayer a través de la belleza musical de villancicos añejos y actuales por medio del Coro del Colegio Internacional Kolbe de Villanueva de la Cañada ( Madrid). Esto se plasmó en directo cuando, sobre las siete y diez de la tarde de ayer, aparecía en el altar principal de la Iglesia de San Jerónimo El Real (Madrid) el Coro Maximiliano Kolbe integrado por setenta y dos voces: alumnos entre 8 y 18 años, ex alumnos, profesores y padres de dicho colegio.
En nombre del colegio, Ángel Mel introdujo el concierto con una frase pronunciada por el Papa Benedicto XVI: “La belleza es la gran necesidad del hombre”. Así testimoniaba el director la experiencia que día a día se vive en las aulas y de forma más concreta si cabe, a través de la escuela de música a la que acuden 200 alumnos y el coro.
Con un repertorio de villancicos españoles y latinoamericanos, principalmente, tradicionales y modernos se transmitió una gran belleza a través del propio espectáculo que supuso ver una mezcla entre niños tan pequeños y mayores, que retractaron que “el mundo está viejo, pero el Niño no”.
Comenzando con Verbum caro, pasando por Ya viene la vieja y recorriendo América Latina con Los Reyes Magos o Navidad 2000, para acabar con Adeste Fideles, se hizo un amplio recorrido por la historia de la Navidad. Especial mención merece la aparición en las últimas décadas de villancicos en Latinoamérica expresando la mirada de un niño, el anhelo del hombre, dirigido hacia el Dios vivo que, de hecho, ya está dentro del mundo.
Con Adeste Fideles llegó uno de los momentos más especiales de la velada, ya que, José María Álvarez, director del coro, invitó al público a participar de forma activa en la canción unido al coro. Con este gesto el coro del Colegio Maximiliano Kolbe, que también actúo el lunes en la Cripta de la Catedral de la Almudena, ha querido dar gracias al Señor por la existencia del colegio, del coro y sobre todo por haber venido al mundo a hacerse nuestro compañero de camino.