Visitantes en una exposición del Meeting (Foto Meeting Rimini)

Hacia el Meeting. Mosaicos de humanidad

El misterio del hombre y su búsqueda de lo esencial son los rasgos que comparten las exposiciones preparadas para Rímini del 20 al 25 de agosto
Matteo Rigamonti

Un mosaico de humanidad, con un coro de rostros que ayudan a redescubrir lo que importa en la vida. Desde una historia ejemplar de amor, y de fe, entre el beato Franz y su mujer Franziska Jägerstätter hasta la conmovedora experiencia de la “Casa del Faro”, hospital pediátrico de Moscú que atiende a más de mil pequeños pacientes con sus familias. De la actualísima versión de la Huida a Egipto de la familia de Jesús al misterio cósmico de los orígenes de la Tierra, pasando la inmensa belleza del arte y la fotografía. Así es el marco de historias humanas, artísticas, históricas y científicas que ilustran las 15 exposiciones del Meeting de Rímini, que este año ha invitado a sus promotores a responder a la pregunta que da título a esta edición: “Si no perseguimos lo esencial, entonces ¿qué perseguimos?”.

«Las exposiciones siempre ofrecen una contribución muy valiosa para comprender el lema del Meeting y cada una lo hace a su manera, explica Alessandra Vitez, responsable de exposiciones. «Este año en concreto nos ayudan a redescubrir qué es lo esencial dentro del contexto histórico en que vivimos, con todas las contradicciones y cuestiones que no nos cuadran, ayudándonos a hacer las preguntas necesarias». Así fue para el beato Jägerstätter, cuya historia refleja «una experiencia de vida plena, feliz, completa, a través de todo lo que le tocó afrontar, en unas circunstancias durísimas», bajo el régimen nazi. Pero su «camino humano en relación con la realidad y su amistad con Cristo» le permitieron «vivir una fe auténtica y una vocación matrimonial que le ayudaron a captar la luz de lo esencial y a madurar una conciencia que le llevó a entregar su vida».

Alessandra Vitez, responsable de exposiciones en el Meeting

¿Pero cómo se reconoce lo esencial? «Para poder descubrirlo –observa Vitez– lo primero que hace falta es tomar conciencia de quién soy». Como le sucedió a ese “fenómeno de la naturaleza”, médico inquieto y valiente que fue el siervo de Dios Enzo Piccinini, conquistado por el abrazo de Cristo a través de una amistad única con Luigi Giussani que se muestra en una exposición dedicada al 25º aniversario de su muerte. Pero en Rímini hay espacio para tomar en serio la totalidad del ser humano, «todas sus exigencias de bien y belleza, sus exigencias originales de justicia y verdad», prosigue la responsable de exposiciones. Hay espacio por tanto también para la política, entendida como servicio, gracias al mensaje de una figura sorprendentemente moderna como Alcide De Gasperi, así como el drama siempre actual de la guerra, con “1914. Algo nuevo en el frente occidental”, que recoge un instante en el que, a pesar de sus diferencias, los soldados se reconocen hermanos porque secundan lo que su corazón percibe como un bien, pero también para el drama atemporal de la pobreza y los sin techo, con el Proyecto Arca al lado de los pobres, que ahonda «en la necesidad de los otros para aprender a conocer nuestra verdadera necesidad, pues todos somos vulnerables». Porque «poniendo en juego todo lo que soy es como puedo llegar a descubrir qué es lo esencial, lo que me permite respirar, vivir con plenitud, ver en las cosas no solo algo que va ligado exclusivamente a mi medida, a mi interpretación o a la imagen que todos tendemos a proyectarnos».

Cada exposición supone «un gran trabajo que dura un año o a veces más». Su belleza radica en que «es algo que hacemos juntos, con la contribución de todos, desde el máximo responsable hasta el último de los voluntarios, que solo viene a lo mejor a lijar la esquina de un panel que luego nadie verá, pero eso también contribuye a edificar la belleza de algo que te remite más allá». Un trabajo «coral, necesario y fatigoso, que ayuda a alcanzar el objetivo aunque a veces no lo parezca, pero así es». Una obra meticulosa de reconstrucción de lo humano que cada año tiene como horizonte el mundo entero, la amistad entre los pueblos, como un valor cultural enorme. Así lo atestiguan, aparte de las ya citadas, las dedicadas a “Barrabás” de Pär Lagerkvist o Luxtenebra, promovida por la Custodia de Tierra Santa y la Asociación pro Terra Sancta, en el centenario de la construcción de la Basílica de la Transfiguración en el Monte Tabor y la Basílica de la Agonía en Getsemaní, no solo para celebrar su inmenso valor histórico, arqueológico y espiritual, sino para destacar la actualidad de su mensaje.

Así como el de uno de los grandes artistas del siglo XX, como es William Congdon, con su “vuelta al mundo” en 14 obras para descubrir que, citando “al contrario” a Saint-Exupéry, lo esencial puede ser visible a los ojos. Como testimonia casi simétricamente el fotógrafo Curran Hatleberg con sus serpientes, caimanes y extensiones de agua que pueblan los Estados Unidos del sur, desde Florida a Mississipi. «Es un autor que todavía tenemos que conocer más a fondo, pero nos atrae cómo él, a través de su objetivo, vive ese deseo de mirar lo que hay, más allá de lo que ve». Miradas que nos ayudan a conocer, como Camilian Demetrescu, en su centenario, artista que conoció a don Giussani y que participó varias veces en el Meeting, sobre todo en sus primeros años.

Por otro lado, la exposición dedicada a los Jubileos «es una muestra histórica, donde el visitante se convierte en peregrino y nos cuenta cómo nacieron estos gestos de la Iglesia que acogen la necesidad humana, de cualquier hombre que se pone en camino, haciéndose mendigo, ofreciéndole un abrazo misericordioso que llega hasta nosotros. Empieza en 1300 y llega hasta el Jubileo de 2025 dedicado a la esperanza. Acompaña el relato histórico con imágenes del arte contemporáneo que ayudan a captar el vínculo con el momento actual», en busca de lo esencial.

Una imponente imagen de nuestro planeta visto desde el espacio abre la exposición “Tierra. Un oasis en el universo”. «En el Meeting no pueden faltar las exposiciones científicas –continúa Vitez– tanto porque contamos con un gran equipo de científicos como porque representan una frontera con los temas de actualidad. Este año hemos querido mirar a la Tierra desde lejos, desde la formación del universo, para llegar al inicio de la vida, hasta la humana. Porque siempre nos interesa mostrar cómo, a medida que avanza el estudio científico, se abre cada vez más una ventana hacia el misterio, hacia el porqué de todo esto». El yo y el cosmos, lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande.

Visitantes siguiendo una exposición (Foto Meeting Rimini)

«Lo que más me ha impactado este año –añade Vitez, que lleva más de veinte años trabajando con las exposiciones del Meeting– es cómo en todas ellas resuenan siempre temas como la conciencia, la exigencia de cumplimiento y la pregunta sobre la vocación. Es como un gran mosaico de humanidad, porque todo tiene que ver con lo humano. Es un camino humano a través de hechos, circunstancias y rostros, y en cada tramo se pregunta el porqué. No solo por qué sucede una cosa u otra, sino por qué me encuentro en este tramo de camino, por qué me encuentro con este rostro, qué me dice, qué me sugiere. Y todo este “camino humano”, como yo lo llamo, es lo que nos lleva a lo esencial». Y concluye con una consideración personal. «Cuando empezaba el trabajo de este año me preguntaba: “En medio de tanta riqueza, ¿cómo podré llegar a lo esencial?”. Pero me he dado cuenta de que toda esta riqueza es precisamente lo que me permite ponerme delante de lo esencial. Al principio pensaba en todo lo que había que poner o quitar, pero al final me he sorprendido con el deseo de mirar cada detalle para llegar a la esencia, que no es un concepto ni un discurso, sino que toma forma en una experiencia personal, y estoy muy agradecida».

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Con una nota bene final. «En una de las últimas reuniones con los comisarios de una exposición comentábamos que el verdadero descubrimiento será el Meeting. Hemos trabajado todo el año y hemos visto que lo esencial es algo extremadamente interesante que nos atrae, pero será durante esos días en Rímini cuando veamos la novedad que sucederá. Porque necesitamos esa semana y esos encuentros, con visitantes e invitados, para poder experimentar lo que hasta ahora solo hemos vislumbrado».