Presentación del libro de monseñor Camisasca (foto Romano Siciliani/Fraternità CL)

«La alegre fatiga de anunciar incluso en la noche»

Roma, presentación del libro de monseñor Massimo Camisasca dedicado a la “reforma de la Iglesia”. Con él, el cardenal José Tolentino de Mendonça y Cesare Pozzoli, vicepresidente de la Fraternidad de CL
Matteo Matzuzzi

«Al hombre que se enfrenta al Mal, Dios no le dice te quito la libertad, sino tú puedes vencer al Mal, y a la Iglesia occidental actual le vendría bien recordar ese tú puedes». El prefecto del Dicasterio para la Educación y la Cultura, el cardenal José Tolentino de Mendonça, cita un momento de Al este del Edén de John Steinbeck para resumir el nuevo libro de monseñor Massimo Camisasca editado en Italia, cuyo título es La luz que atraviesa el tiempo. Contribución para una reforma de la Iglesia y que se ha presentado en el Centro internacional de Comunión y Liberación en Roma, en un encuentro moderado por su director, Andrea D’Auria. Para el vicepresidente de la Fraternidad de CL, Cesare Pozzoli, este libro es «un legado definitivo» animado «por una gran historia, la historia de la Iglesia», que para el cardenal Tolentino tiene las connotaciones de un «diario de viaje interior», un «mapa mental y espiritual trazado por un explorador, como el legado de un testigo autorizado. El gesto de legar y de heredar –señaló el prefecto al comenzar su intervención– es de los más significativos que puede llevar a cabo un hombre. Un legado implica tanto la firme realización de una visión como su potencial de generación y quien deja un legado se supone que también lo ha recibido. De este modo, la Iglesia es una historia de personas concretas, de encuentros».

El libro gira en torno al tema de la reforma de la Iglesia, pero no de las estructuras y sistemas burocráticos, que «hacen imposible la vida de los pobres curas», como dijo monseñor Camisasca al término de la velada. Es la reforma de los santos, laicos y religiosos. El marco de referencia de la reflexión del obispo emérito de Reggio Emilia-Guastalla es el de la Iglesia occidental y, más concretamente, la europea. El autor se ha permitido hacer ciertas aseveraciones porque «hablo como un enamorado y un enamorado se puede permitir estas cosas». Asegura que este libro «no es neutral. Está del lado de Cristo, como diría san Pablo». Hay momentos complicados, radicalizados por una «dialéctica polarizada que es la que hoy parece dominar en nuestra sociedad y también en la Iglesia». Pero, según Pozzoli, hay «una luz que atraviesa el tiempo y llega hasta cada uno de nosotros, haciéndonos partícipes de una iniciativa mucho más imponente que cualquier esfuerzo o intento nuestro individual. Una luz que ilumina el futuro, ilumina nuestro camino indicándonos una tarea». Por ello, dijo el cardenal Tolentino, «si en este momento la Iglesia occidental está pasando por una noche oscura, no debemos dejar de escuchar la revelación que nos llega también a través de la noche y tampoco debemos eludir la alegre fatiga de anunciar incluso en la noche. En una de sus poesías, Thomas Merton decía “mi monasterio es la noche”».

Por la izquierda, monseñor Camisasca, el cardenal Tolentino, Andrea D'Auria y Cesare Pozzoli (foto Romano Siciliani/Fraternità CL)

Reforma fue la palabra más recurrente en las intervenciones. «Reforma es el elemento que permite coagular el pasado e imaginar el futuro de la Iglesia y de sus protagonistas, los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. La reforma es la conversión de la Iglesia a Cristo y, como conversión, es un movimiento, un impulso que nunca se acaba», decía Tolentino. «La Iglesia es una vida en movimiento», apuntó Camisasca. Pozzoli cito la intervención de Joseph Ratzinger en el Meeting de Rímini de 1990, cuando el entonces prefecto para la Doctrina de la Fe recordó que reformar la Iglesia no solo significa remodelarla, sino sobre todo purificarla, de tal modo que emerja lo que es el núcleo más auténtico de su identidad. Luego el vicepresidente de CL citó la intervención de don Giussani en el Sínodo de los Obispos de 1987: «¿Qué es el cristianismo sino el aconteci¬miento de un hombre nuevo que por su propia naturaleza se convierte en un nuevo protagonista en la escena del mundo? La cuestión principal de todo el problema cristiano, también para los laicos, es el acontecer de la criatura nueva de la que habla san Pablo».

Reforma por tanto como acción, como movimiento. «El problema –señaló el cardenal Tolentino– es que cuanto menos nos movemos, menos nos moveríamos. Al principio, la inmovilidad parece constreñirnos, sobre todo si se debe a traumas o falta de tiempo y espacio. Pero luego nos adaptamos a ella, nos acostumbramos hasta llegar a desearla como algo irrenunciable». Resuenan aquí algunas palabras muy destacadas en el magisterio del papa Francisco: partir, volver a empezar, moverse, caminar, proceso, salida. Pero también, a modo de advertencia, sus contrarios: acomodarse, paralizarse, esconderse. Tolentino siguió diciendo: «Desmotivados, no nos movemos. Incluso pastoralmente nos quedamos fijos». Solo hay un remedio posible, como para un enfermo: la fisioterapia, y «el texto de Camisasca es la propuesta de una tabla de fisioterapia que permite recuperar el movimiento perdido». La invitación es a no perder el tiempo, pues –como dijo el autor del libro en su intervención– «vivimos en un tiempo que parece más el de la disolución que el de la recomposición. En parte porque así es realmente, pero también nos puede parecer eso porque no tenemos fe o no somos capaces de ver la hierba que crece».
Llegó así de nuevo la invitación a salir, como cuando los universitarios de CL se iban a los países del Este europeo, que salía de décadas de totalitarismo comunista, como recordó Pozzoli. «Viajes aventurados, a Hungría, Polonia o Checoslovaquia para anunciar y compartir con los universitarios de aquellos países el acontecimiento cristiano». En sus manos, en su corazón y en su mente, «la Carta a los cristianos de Occidente de Zverina, gran testigo de la fe en la época del totalitarismo que nos invitaba, recordando a san Pablo, a no conformarnos a la mentalidad del mundo. Amor a la Iglesia y apertura al mundo».

¿Qué nos deparará el futuro en Europa? Nadie lo sabe. Ratzinger hablaba de minorías creativas, es decir, «comunidades laicales formadas muchas veces en torno a un carisma», explicó Camisasca. Sin duda, sería mejor comprendida y aplicada verdaderamente una de las frases más afortunadas del pontificado de Francisco según el obispo emérito: Iglesia en saluda. Frase para la que todavía está por descubrir su significado más puro. «Iglesia en salida significa pasión por el hombre, por el riesgo, por ir al encuentro del otro», afirmó Camisasca. De otro modo nunca se logrará invertir una tendencia que ve «la progresiva reducción de la presencia de la Iglesia en la sociedad. Y eso también se debe a que no hemos sido capaces de formar a los laicos».

Hay una imagen que usó el cardenal Tolentino para describir el alma del libro, es decir, lo que se entiende verdaderamente por reforma. Y lo hizo citando a Dante, que «comienza su Comedia describiendo movimientos motores. El problema es cuando ese movimiento vital queda frustrado por la pérdida del rumbo y los pasos del viandante se paralizan. Dante dará todos los pasos de la reforma: entusiasmo, miedo, desaceleración y éxtasis, hasta llegar a la meta. Empezando con una parálisis motora, la Comedia culmina describiendo a su propio autor moviéndose hacia el amor que mueve el sol y las demás estrellas».