«Componer estos cuentos es mi manera de rezar»

Ilustraciones, poesía y humor se mezclan en los álbumes navideños de Hervé Alústiza, unos cuentos poéticos que nos invitan a «mirar y mirarnos como nos mira el Niño»
Yolanda Menéndez

Hervé Alústiza es un artista polifacético muy volcado con el público infantil. Ha sido presentador y guionista de un programa televisivo para niños, y actualmente cuenta con su propio canal de YouTube. También es cantautor, ilustrador y escritor. Es por esta última faceta suya por la que nos encontramos con él en estas fechas, pues acaba de publicar su tercer cuento ilustrado –él lo llama «álbum»– ambientado en la Navidad. Todo empezó con la “carrera” de los Magos hacia Belén, luego llegó la historia de un ángel que tenía un pequeño defecto que le hacía un poco inseguro, y ahora llega la inquietud de un niño que desea ser paje. Todos ellos deseosos de ser protagonistas de lo que acontece en el portal.

¿En qué te basas para elegir a tus personajes?
Dependiendo del libro. En estos cuentos navideños me inspiro en quienes aparecen en la historia de la primera Navidad. A veces son reales y en ocasiones imaginarios. Siempre acaban a los pies del Niño con María y José.

En tus protagonistas hay una mezcla de deseo e inquietud muy propia de los jóvenes, de lo mejor de los jóvenes.
El ímpetu, las ganas de intentar ayudar, de querer cambiar el mundo son propias de la juventud que lucha por un ideal. Ese deseo de encontrar nuestro lugar, de hallar nuestra vocación, nos inquieta enormemente. Más aún en las décadas más cambiantes de nuestra vida. A veces nos cuesta mucho encontrarla. Incluso podemos pasar la vida entera en la búsqueda continua de nuevos matices que nos lleven a la meta. De algún modo, somos peregrinos.

Recuperas la esencia del cuento infantil, con ilustraciones, rimas y un toque de humor. ¿Cómo es el proceso creativo de estos cuentos?
En mi proceso creativo lo primero es la idea. Luego viene el desarrollo del cuento. Puede haber cambios incluso en el final. Pero lo importante es el sentido de la historia narrada. En el de estos álbumes, además, se trata de cuentos poéticos. Es necesario un esfuerzo de síntesis, de concentrar en un verso mucho significado, mucha trama y mucha belleza. También hay que trabajar a fondo el ritmo, la musicalidad. Leerlo, releerlo y reescribirlo. Respecto al humor, es un factor muy necesario en la vida y, cómo no, en la infancia. Las ilustraciones, en estos preciados álbumes, han sido realizadas por Gema García Ingelmo. Es una suerte la complicidad y la sensibilidad que tiene para llevar las palabras al dibujo y darles color, belleza y ternura.

¿En quién piensas cuando concibes estos cuentos?
Los primeros en los que pienso son mi mujer y mi hijo. En casa tenemos la costumbre de dejarnos una sorpresa inmaterial en el zapato para que la encuentren los Reyes Magos y, junto a ella, nos dejen sus presentes. Hace cuatro años, mi hijo y yo hicimos un cuento con los camellos de los Reyes y construimos unas figuritas con cartón de una caja de leche para representarlo el día 6 en el desayuno. Disfrutamos tanto que ellos me animaron a publicarlo (Y corrieron hacia Belén. Un viaje con los Magos de Oriente, PPC 2020). Después descubrí que había en el Belén figuras que podrían estar rotas e intenté curar con una historia un mal momento de salud de mi mujer: las alas quebradas de un ángel no solo no lo invalidaban, sino que lo convertían en el preferido de Dios. Y también deseé compartirlo (Un ángel que va de ala desde el cielo hasta Belén). El año que mi hijo hacía la primera Comunión de algún modo pegaba el estirón interiormente. Y, como padres, pensamos que le alumbraría el camino una historia en la que un niño se convertía en paje, descubriendo una nueva misión en la vida.

¿Te miras en el Belén como en un espejo y “compones” el cuento?
Sí, más o menos. Al llegar el Adviento, tiempo de espera, empiezo a bosquejar el cuento. Es mi manera de rezar. Solemos poner el Belén sobre esas fechas. Tenemos un nacimiento grande de Playmobil en el que aparece mi familia con figuras personalizadas. Y con nosotros van al portal también figuras “reales”, muy caracterizadas: nuestros amigos, un grupo de guerreros a los que san Miguel invita a dejar las espadas, cristianos perseguidos, una multitud que busca creer en algo o en alguien... Hay montones de detalles que hablan. Así que me suelo sentar a la altura del Belén y me gusta convertirme en uno más. Hablo con los pastores, con las lavanderas, con los animales humanizados. De ese modo, me voy acercando al portal.

¿Crees que nos podemos haber acostumbrado a ese Misterio? ¿Cómo no dejar de sorprendernos por lo que sucede en estos días?
Quizás un camino sea contemplar a Jesús bebé con su mirada observadora. Mirar y mirarnos como Él nos mira. Vernos representados en los niños, en los creyentes, en los ateos y los agnósticos, en los borrachos, en los perdidos y en los que se piensan que están por encima del bien y del mal. Realmente, nosotros mismos podemos estar entre uno y otro personaje en algún momento dado de nuestra vida.

La Navidad siempre va asociada a los deseos de paz, este año de una manera más dramática porque Europa está siendo escenario de una guerra que parece no acabar, ¿de qué modo tus cuentos pueden colaborar con la «profecía por la paz» a la que nos ha invitado el Papa?
Quienes aparecen en los cuentos tienen sus batallas internas. Se dejan llevar por lo que predomina en el pensamiento general: llegar los primeros a los sitios, infravalorar a quien tiene algún defecto, deslumbrarse por la riqueza material. Pero conforme esas guerras se suceden, los personajes principales, a pesar de los desaires recibidos, encuentran la paz interior gracias al Dios Niño. Descubren que los primeros serán últimos y los últimos primeros, o que quien se creía inservible acaba siendo la cuna de Jesús bebé.