Libro del mes. Hay un brillo en las cosas

Un libro sorprendente y fascinante desde la introducción hasta el epílogo. Un recorrido por seis mandamientos bíblicos en compañía de autores y artistas de todos los tiempos para descubrir que «no estoy solo»
Stefano Maria Paci

En el cristianismo hay una belleza tan grandiosa que conmueve el corazón, una profundidad que fascina, y este libro sorprendente permite intuir esto hasta al lector más distraído. Es difícil que un texto resulte tan fascinante desde la introducción. Y aquí sucede. Un estupor que crece al leer en la solapa que el autor es un monje de clausura. Podríamos esperar un texto de espiritualidad mística y refinada, a un nivel alejado de la gente común. Pues bien, todo lo contrario.

Claro que si uno indaga, descubre que Erik Varden tiene una biografía bastante particular. Era investigador en Cambridge cuando decidió entrar en el monasterio del Monte San Bernardo. Llegó a ser abad y ahora es obispo en la secularizada Noruega, su patria natal. Pertenece a la orden cisterciense de la estricta observancia, los llamados trapenses, como el monasterio de clausura de Vitorchiano, tan vinculado a don Giussani y a la historia de CL.

«El propósito del presente libro es modesto», escribe Varden. Su efecto no lo es en absoluto. Partiendo de su experiencia, el autor comenta seis mandamientos del Evangelio y del Antiguo Testamento que tienen como tema la memoria. Pero antes comenta la intuición fundamental que ha guiado su vida, desde que, siendo un adolescente hostil a la fe, escuchó la Segunda sinfonía de Mahler. Las palabras «Ten fe, corazón mío, ten fe: no has nacido en vano. No has vivido o sufrido en vano» cambiaron su conciencia de la realidad. «Supe que llevaba algo dentro de mí que llegaba más allá de mis límites. Fui consciente de no estar solo. Una voz cantaba dentro de mí: “¡no en vano!”. Me reveló mi anhelo».

De este modo, las seis frases bíblicas que dan título a los capítulos sirven de punto de partida para un viaje en compañía de figuras que aparecen como amigos en este camino hacia el descubrimiento del significado. Compañeros que nos dejan sin aliento. En el capítulo “Cuídate de olvidar al Señor”, cuando comenta la disputa por la herejía arriana, Varden recurre a Rilke, al Quinteto de Schubert, a las esculturas de Rodin y a los cuadros de Monet. En el capítulo donde comenta la frase de Cristo «Recordad a la mujer de Lot», habla de Tolstoi y san Bernardo, de Orígenes y Freud, y da a conocer a quien la ignorara la obra de Anna Akhmatova, la bellísima modelo que fue musa de Modigliani, reconocida ahora como una de las grandes poetisas rusas del siglo XX.
«Hay un brillo dorado de gloria en las cosas», afirma Varden al final del libro.

Erik Varden
La explosión de la soledad
Monte Carmelo
pp. 183 - 17€