Hacer cultura, para no «evitar el vértigo»

Tras el parón de las iniciativas presenciales, la actividad de los Centros Culturales de la AIC se ha retomado online para intentar no dejar pasar las provocaciones de la cuarentena. Y esto es lo que está pasando
Letizia Bardazzi

“Cancelado”, “suspendido”, “pospuesto”. Como una lluvia de tristes post-it rojos, desde que llegó el coronavirus estas palabras han cubierto los cientos de eventos mensuales que normalmente puebla la web de la Asociación italiana Centros Culturales (AIC). Cada una de las páginas online de estos centros se ha llenado a su vez de aplazamientos y ocasiones perdidas. Eventos suspendidos, congresos y debates aplazados indefinidamente en el calendario a la espera de un momento mejor.

La ralentización, hasta el bloqueo total, de las actividades públicas nos ha interpelado desde el principio. ¿Qué significaba para nosotros lo que estaba pasando? En un primer momento nos miramos para observar lo que sucedía tanto en el panorama cultural italiano como en el internacional. Al desconcierto inicial, las grandes instituciones culturales trataron de responder venciendo el aislamiento con la oferta de momentos de ocio y consuelo virtual, abriendo museos, bibliotecas, lugares emblemáticos del patrimonio cultural mundial con visitas guiadas online o documentales multimedia en archivo. Todo ello acompañado por el hashtag #laculturanosepara.

Sin duda, todo ello muy hermoso y meritorio, pero a nuestros ojos también potencialmente arriesgado. Un intento generoso y anestésico para sustraerse de la provocación de la realidad. El riesgo también era nuestro, podíamos encerrarnos en la burbuja de nuestras conferencias por Zoom y encuentros por streaming.

¿Qué diferenciaba realmente nuestros movimientos, nuestra propuesta, de las iniciativas de los diversos mundos artísticos y culturales? Frente a la soledad y el miedo al virus, ¿la cultura solo puede ser un entretenimiento o distracción? ¿Qué posición nos ayuda a no «evitar el vértigo»?
Como suele suceder, los factores constitutivos de la propia experiencia, la tarea y la originalidad de nuestra contribución al mundo nacen de reconocer la fuerza del carisma que se nos ha donado. Y ese reconocimiento tiene lugar dentro de la compañía en la que caminamos juntos hacia el destino.



El afecto es lo que siempre hace operativo el juicio. Y en esta ocasión, el afecto entre nosotros se ponía en juego en la tensión a responder a esas preguntas, en la compañía que podemos hacernos por teléfono o por video, quemando los kilómetros que separan Bolzano de Palermo, Forlì de Cremona, uniendo a un grupo de amigos vinculados por la responsabilidad de guiar el centro cultural de su respectiva ciudad.

Empezamos albergando la pregunta de Julián Carrón en su carta a la Fraternidad, «¿cómo acompañarnos en esta situación tan difícil?». Ciñéndonos a nuestra obra, esta pregunta se concretaba así: «¿Qué queda de nuestra propuesta frente a la cancelación de todos los eventos? Para nosotros, ¿qué es cultura?», aprovechando la ocasión que este desafío histórico representa para nuestro crecimiento y maduración. Con el paso de las semanas, a medida que los contenidos de nuestra web se llenaban con descubrimientos y experiencias vividas en todo tipo de iniciativas durante la emergencia, los post-it rojos que tapaban el calendario fueron dando paso a títulos e informaciones de eventos promovidos por los diversos centros. Eventos con una dirección local, pero destinados al público de todo el país.

Las presentaciones del libro del mes, Van Thuan. Libre entre rejas, de Teresa Gutiérrez de Cabiedes, han marcado todo el periodo de la cuarentena, gracias a las iniciativas vía web promovidas desde multitud de ciudades. Gracias también a ponentes como Stefano Maria Paci o Ambrogio Pisoni, más de diez mil personas pudieron conocer el testimonio de fe de un hombre despojado de todo, cuyo “sí” a Cristo era tan potente que cambiaba a las personas que tenía alrededor. Un hombre que sintió cómo el Señor le dirigía la pregunta: «¿Me amas a mí o a las obras que haces por mí?», y optó por dar un “sí” totalizador.

La retama, la flor que nace entre las piedras y no teme al desierto, como dice Leopardi en uno de sus últimos poemas, es el título de una iniciativa del Centro Cultural de Milán, un lugar en internet que regala a su público lecturas poéticas, teatrales, reflexiones sobre varios frentes en este tiempo inédito, desde la realidad del tercer sector hasta la educación a distancia, donde han participado varios ponentes, como Stefano Zamagni, Dario Di Vico o Eraldo Affinati.

El Centro Cultural Massimiliano Kolbe de Varese, en cambio, propone una “Zona Verde, píldoras de resurrección para el tiempo de pandemia”, con varios puntos de reflexión, lectura, recensiones y sobre todo video-entrevistas a diversos personajes, testigos y protagonistas de la vida social.

La asociación Aventura Humana de Seregno, con Giovanna Parravicini siguiendo el hermanamiento con la Biblioteca del Espíritu de Moscú, ha presentado en video algunas figuras significativas de la historia rusa de las últimas décadas, historias de hombres y mujeres que afrontan con libertad cualquier circunstancia, como Olga Popova, Boris Pasternak, Sergei y Vera Fudel’.

“Una grieta en cada cosa: blog de la cuarentena”
es la iniciativa del Centro Cultural de Reggio Emilia, una reseña para acompañar los días de confinamiento, regalando la sorpresa de momentos poéticos, literarios, de una belleza que trata de perforar la fatiga y volver a despertar nuestro yo, devolviéndonos «una posición vertiginosa» ante la realidad.

Instrumentos ágiles, al alcance de todos, como artículos, ideas, recorridos artísticos o literarios, para acompañar al público que sigue nuestros Centros Culturales, para ser una presencia pero «no cualquier presencia», que ayude a vencer el miedo. Como “Mundo en Mi7” de la asociación De Gasperi en Legnano o “La vida a prueba, cartas desde la emergencia” del Centro Candia de Melzo o “La aventura de la cultura”, la reseña del Centro Cultural de Cesena en Facebook o la guía para escuchar conciertos en archivos de audio disponibles para todos con imágenes y palabras del centro Gaudì de Giussano.

Muchos han seguido organizando encuentros con Zoom para su propio público. Presentaciones de libros como uno sobre el terrorismo de Angelo Picariello, encuentros con médicos y responsables de entidades implicadas en la emergencia sanitaria, como el que organizaron los amigos de Senigallia, o una velada irónica, “En familia con Guareschi”, organizada en Biassono, o diálogos con autores que se han convertido en amigos, como Daniele Mencarelli, cuyo último libro, Tutto chiede salvezza (Todo pide salvación, ndt.), se ha presentado en una veintena de entidades culturales.

LEE TAMBIÉN – El programa de la AIC

Hablando con los amigos de Abbiategrasso, Mencarelli captó la profundidad de la fragilidad que vivimos estos días de emergencia sanitaria: «Hoy sé que no es que yo vea las cosas grandes sino que lo son, yo mi limito a mirarlas en su dimensión real. Y la dimensión real de las cosas es gigantesca. Cada jornada está repleta de acciones y visiones dignas de una epopeya extraordinaria. Cada persona encontrada, cada perspectiva inédita de la realidad». Es la experiencia de estos días, la que no quedar bloqueados por los límites, fragilidades e impotencia, sino redescubrir dentro de ellas la belleza de la propia humanidad.