Giovanni Testori fotografiado mientras pinta en la montaña, 3 de septiembre de 1971

La pasión de Testori por la montaña

En el Castillo Gamba de Chatillôn, una exposición documenta el fuerte vínculo del gran escritor con la montaña y con los artistas que la representaban…
Giuseppe Frangi

A Giovanni Testori le encantaba la montaña. Le gustaba más vivirla que escalarla: vivirla con su familia y sus amigos. Le gustaban los Sacri Monti a los que dedicó los primeros años de su vida como historiador del arte. Y le gustaban los artistas que pintaban montañas, empezando por Gustave Courbet, el gran profeta del realismo, nacido en un valle del Giura. Su gran amistad con Renato Guttuso, que pasó por altibajos toda la vida, se nutría de esas inmensas vistas del Monte Rosa al atardecer que el artista siciliano pintaba en su estudio de verano en Varese. Testori pasó muchos veranos en Bondo, invitado por otro gran artista, Willy Varlin, que quiso vivir en un pueblecito de montaña nada más cruzar la frontera suiza con Chiavenna. El mismo valle donde nació el gran Alberto Giacometti, un protagonista del siglo XX que afirmaba haber entendido el arte contemplando las grandes masas rocosas detrás de su casa.

Ahora las obras de estos y otros artistas unidos por su predilección común por las montañas se han reunido en una muestra que ofrece la ocasión de encontrarse como en unas nuevas e inesperadas vacaciones. Se ha instalado en Italia, en el Castillo Gamba de Chatillôn, a pocos kilómetros de Aosta, situado en una punta rocosa desde la que se domina el valle y el curso del río Dora. El castillo también alberga una selección de obras de arte del siglo XX propiedad de la Región de Aosta, entre las que destaca un maravilloso ciclo pictórico titulado “Verde herido”, pinturas de montaña de Mario Schifano (un artista que podremos descubrir en el próximo Meeting...).

Un dibujo de Testori, ''Cascina''

Esta exposición reserva múltiples sorpresas. En la torre del castillo, por ejemplo, se ha instalado una serie de dibujos y obras inéditas realizadas por el propio Testori durante sus vacaciones en Gressoney a finales de los 60 y en Bondo en los 70. Son dibujos familiares: montañas, granjas, árboles, realizadas para hacer feliz al que fuera su destinatario. De hecho, toda la felicidad propia de un regalo reside en estos dibujos, algunos de los cuales están cuidadísimos. Las imágenes muestran a Testori trabajando con lápiz y papel en medio de las praderas. En una foto se le ve corrigiendo el trabajo de un sobrino que daba sus primeros trazos. En Bondo, sin embargo, se enfrenta a las complejas formas del Pizzo Badile, donde incluso utiliza el color delicado e intenso de las acuarelas.

También hay otra sorpresa que no consiste en dibujos ni cuadros. Se trata de las amadas fotografías de Testori. Se remontan a 1965 y van firmadas por un gran maestro que inmortalizó a la Italia campesina y de montaña, Pepi Merisio. Su reportaje muestra una de las procesiones más antiguas de los Alpes, que se celebra desde hace cinco años, desde Fontainemore, en el valle bajo de Gressoney, hasta el Santuario de la Virgen de Oropa, en Biella. Una procesión nocturna en la que participan cientos y cientos de personas. Se sube hasta los 2.200 metros de las cumbres de Barma, donde se ve amanecer mientras se reza, y luego se baja hasta Oropa, donde se renueva el gesto del beso a la puerta del santuario mariano. En 1965 Merisio, que había obtenido recientemente un reconocimiento internacional gracias a un reportaje fotográfico realizado en Valgandino, decidió documentar esa histórica procesión. El resultado fue una narración en imágenes de una extraordinaria poesía y discreción, de la que no solo emerge la dimensión sagrada del gesto sino también la intensidad de la relación entre las personas y las montañas.

Foto de Pepi Merisio, ''Oropa 8''

Son fotografías donde la dimensión humana se funde con un paisaje a veces áspero, dando vida a una armonía que Pepi Merisio consigue mostrar admirablemente con su objetivo. Este reportaje del fotógrafo bergamasco también tuvo una gran repercusión, hasta el punto de que en 1972, la prestigiosa revista Du, publicada en Zurich, dedicó un número monográfico a esta serie de Merisio sobre los pueblos de los Alpes. Testori quedó fascinado por la narración de esta extraordinaria procesión y se puso en contacto con Pepi Merisio. De ahí nació una relación de estima mutua que, diez años después, culminó en un proyecto común, también de carácter “alpino”: un libro fotográfico de Merisio dedicado a los Sacri Monti, que fascinaban a Testori, quien quiso escribir la introducción.

Pepi Merisio, ''Oropa Fontainemore 12''

Mientras que para las fotografías en blanco y negro Merisio optó por una mirada que se acercaba a la multitud de peregrinos, en las de color cambia de estrategia: ensancha la mirada y a veces el factor humano se pierde, como la línea de una delicada costura entre las montañas.
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