Jerusalén

Hacia el Meeting. El santo, el sultán y nosotros

Una exposición en el Meeting indaga sobre el encuentro entre Francisco de Asís y el sultán Al Malik al Kamil, hace ya 800 años. ¿Qué pasó aquel día? ¿Qué legado nos deja ese arrojo misionero? ¿Y quién lo vive hoy?
(de Huellas de julio-agosto)
Luca Fiore

Damieta, Egipto, 1219. Francisco de Asís se encuentra al sultán Al Malik al Kamil. Quizás hubiera pasado más desapercibido este aniversario si justo en estos meses un Papa que lleva el mismo nombre del poverello no hubiera visitado primero los Emiratos Árabes y luego Marruecos. Así la imagen del pobre de Asís que se encuentra al sultán ha sido invocada varias veces en estos meses como una referencia ideal, no solo referida al acercamiento diplomático del Papa argentino, sino también al testimonio de los cristianos en los países de mayoría musulmana.
Al margen de su valor como referencia ideal, ¿qué pasó de verdad aquel día en Damieta? ¿Qué es histórico y qué pertenece en cambio a la leyenda hagiográfica?¿Y qué queda hoy de aquel arrojo y estilo misionero? La exposición “Francisco y el sultán 1219-2019”, promovida por el Meeting de Rímini en colaboración con la Custodia de Tierra Santa y la ong ATS pro Terra Sancta, pretende responder a estas preguntas. Se trata de una de las exposiciones más significativas de esta edición del evento riminés pone mostrar el peso que el diálogo, siempre posible, puede tener en la historia, incluso contra todo pronóstico.

Giotto, ''Francisco encuentra al Sultán'' (Asís, Basílica de San Francisco)

«Nuestra intención era la de poner en orden, además de las iconografías, las fuentes escritas que hacen referencia al encuentro de Damieta», explica María Pía Alberzoni, catedrática de Historia medieval en la Universidad Católica de Milán y comisaria de la exposición. «Me ha sorprendido realmente comprobar la cantidad de datos que corroboran la singularidad de la figura de Al Kamil.
Probablemente en contra de lo que se esperaba Francisco, no solo escuchó al santo, sino que lo respetó y le dejó volver sano y salvo». Se trata de una circunstancia difícil de reconstruir en detalle, porque entonces aquel episodio podía parecer secundario con respecto a las grandes gestas de reyes y caballeros en las cruzadas. Sin embargo, explica Alberzoni, varias crónicas contemporáneas al acontecimiento lo registran: los relatos de Jacobo de Vitry, obispo de Acri, al séquito de la Quinta cruzada, y la llamada Crónica de Ernoul, escrita también en Damieta. Se trata de escritos muy anteriores a las fuentes franciscanas, en particular a la Legenda maior, la hagiografía oficial que escribió san Buenaventura entre 1260 y 1263. Jacobo de Vitry, en particular, concluye su relato con las palabras que el sultán, a pesar de no haber acogido la predicación, dirigió a Francisco en la despedida: «Reza por mí, para que Dios se digne a revelarme qué fe y qué ley le agradan más».

La Crónica llamada de Bernardo el Tesorero, escrita entre 1220 y 1230, atestigua en cambio que Al Kamil, desoyendo a sus consejeros, se dirigiría a Francisco y a quienes le acompañaban diciendo: «Dios no permita que condene a muerte a los que vinieron para mi vida». ¿Nobleza de ánimo por tanto? Sin duda. Pero no solo. «En aquel momento al sultán le interesaba mantener una buena relación con el mundo cristiano», explica Alberzoni. «No es casual que se él quien firma el acuerdo con Federico II que permitirá a los peregrinos acceder a los santos lugares entre 1229 y 1239. El acuerdo le costó la excomunicación a Federico. ¿La culpa? Haber negociado con el infiel en lugar de luchar con las armas».

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¿Cuál es el legado de aquel encuentro que fue un fracaso rotundo desde un punto de vista proselitista? Francisco entrega a sus frailes indicaciones precisas en su Regla no bulada, escrita de su puño y letra dos años después del encuentro con el sultán: «Y los hermanos que van entre infieles pueden comportarse entre ellos espiritualmente de dos modos. Uno, que no promuevan disputas y controversias, sino que se sometan a toda humana criatura por Dios y confiesen que son cristianos. El otro modo consiste en que, cuando vean que agrada al Señor, anuncien la palabra de Dios, para que crean». Desde entonces, ha explicado el padre Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, los franciscanos se han inspirado siempre en estas palabras para realizar su presencia en Oriente Medio.

La última parte de la muestra aborda la relación actual de los hijos de san Francisco con la sociedad musulmana. «Nos centraremos en tres ejemplos», explica Andrea Avveduto de la ong ATS. «La presencia de los franciscano en Egipto, que testimonia el Evangelio mediante obras de caridad cuyos beneficiarios son en su mayoría musulmanes. Luego Betania, donde la restauración de los mosaicos de la iglesia de San Lázaro corre a cargo de obreros musulmanes». Y el tercer ejemplo viene de Siria: «Se trata de un proyecto llamado “Un nombre, un futuro” y nace de la amistad entre monseñor Georges Abu Khazen, vicario apostólico de Alepo, y Mahmoud Akam, muftí de la ciudad martirizada que participará en el Meeting por videoconferencia. El proyecto se propone ayudar a los más de dos mil niños fruto de las violaciones y la violencia de los militantes del ISIS, a los que el estado sirio no garantiza ningún apoyo».